"Te adaptas o mueres, no hay más". Así de tajante resume Ricardo Jiménez en redes sociales la metamorfosis de la bocatería Lex Flavia, en el barrio de El Ejido, el negocio regentado por sus padres desde hace 13 años que ha vuelto a su orígenes para sortear los estragos económicos de la crisis del coronavirus. No renuncian a sus insignes bocadillos pero van más allá: pedidos por encargo, a domicilio y productos de primera necesidad.

La declaración del Estado de Alarma y la cuarentena supuso la suspensión de las clases y de la Semana Santa, los dos pilares básicos sobre los que se cimienta la bocatería Lex Flavia, todo un reclamo para los estudiantes del campus universitario de El Ejido, así como el sustento de cofradías y bandas de música cada Semana Santa desde hace ocho años, una tarea para la que contrataba hasta a cuatro personas.

Tras 15 días de paralización total por la crisis del coronavirus y "dándole vueltas a la cabeza", la propietaria María Jesús González dio con la solución. Antes de ser una bocatería, este negocio familiar fue un ultramarinos, por lo que bastó corroborar que las licencias anteriores seguían vigentes en la Agencia Tributaria y empezar con la transformación.

"Por las redes alguien dijo 'habrá negocios como el de Flavia que morirán porque no podrán subsistir'. Eso para mí fue como una puñalada directa al corazón. Agradecida estoy a esa persona", recuerda María Jesús.

Pese a que no hubo procesiones por las calles de Málaga, el Lunes Santo Lex Flavia reabrió sus puertas reconvertida en un ultramarinos, cargada de productos de primera necesidad, incluidos geles hidroalcohólicos, guantes y mascarillas, pese a lo que cuesta dar con ellos. "Si alguien tiene un problema alimenticio que requiera de alguna alimentación especial, no paramos de comprar, nosotros lo traemos. Hay muchísima gente que lo necesita".

Así, provista de mascarilla, guantes y una visera protectora cedida por unos estudiantes de ingeniería, esta malagueña despacha ahora desde un mostrador y prepara pedidos por previo encargo. Su marido, Ricardo Jiménez, sale a diario con la furgoneta en busca de nuevos productos, para reponer aquellos que se acaban o bien en busca de artículos específicos que piden sus clientes y que no son capaces de encontrar. Por otro lado, uno de sus hijos, Ricardo, estudiante de Administración y Dirección de Empresas, ayuda con las redes sociales para dar a conocer el nuevo Lex Flavia. Una de sus primeras clientas desde la reapertura de Lex Flavia lo tienen claro: "Siempre que puedo vengo. No tengo que esperar cola y ayudo a los de aquí".

Desde entonces, muchos vecinos de la plaza de Lex Flavia y colindantes acuden a hacer sus compras, hacen sus encargos con antelación por WhatsApp y recogen los pedidos desde fuera, sin aglomeraciones y sin hacer cola. Un gesto que María Jesús González agradece profundamente: "Se están volcando con nosotros y eso es de agradecer".

Para los fieles seguidores de los bocadillos de casi medio metro de longitud de este negocio, aunque la carta se ha reducido, se mantienen los clásicos, los "más cañeros", según María Jesús, como el "Fico", en honor al grado de Finanzas y Contabilidad de la Universidad de Málaga. "Dicen que tienen que hacer estos bocadillos alimentos de primera necesidad, que van a recoger firmas", cuenta la propietaria entre risas.

Aunque se vienen tiempos duros para el Lex Flavia, sus propietarios lo afrontan con creatividad, soluciones y aliento. "Conseguiremos un empujoncito para pagar, al menos. Yo soy optimista, de verdad que sí, mucha fuerza. Yo tengo que seguir para adelante".