Descomprimir las metrópolis y mirar a la España vacía son retos que plantea -en esta crisis del coronavirus- un urbanista y arquitecto estudioso del potencial de varias comarcas que cree que hay ciudades que han pasado a ser ingobernables y causantes del desastre ecológico y con él, incluso de la pandemia.

Salvador Moreno Peralta (Málaga, 1947) asegura en una entrevista con Efe que las ciudades, consideradas las "grandes triunfadoras del urbanismo mundial", han crecido hasta un nivel en el que "se han convertido en inabordables, inabarcables y -hasta cierto punto- en auténticas causantes, en gran medida, del cambio climático".

Las responsabiliza "del desastre ecológico general y, con él, de cosas como esta pandemia" y añade que "ha llegado un punto crítico donde las ciudades ya son inconcebibles, ingobernables, inaprensibles, ininterpretables y muy difíciles de dominar".

Desconoce aún si ello puede dar lugar, "si no a una vuelta al pueblo, por lo menos a una descompresión de las ciudades hacia los vacíos que la civilización ha dejado" como el campo, tras recordar que justo antes del coronavirus estábamos hablando de "la España vacía", al tiempo que cuestiona que se minusvalore al sector primario.

Sobre el origen del virus, el urbanista destaca que "una cosa es cierta, que no se ha producido en el campo" e incide en que ha sido "en un medio urbano y en un medio urbano, además, tremendamente desregulado como deben ser ahora las grandes ciudades chinas".

Moreno explica a Efe que no cuesta trabajo ligar la pandemia con el deterioro medioambiental y que "tiene mucho que ver con la sobreexplotación de los recursos del planeta, con la sobredensificación de ciudades bastante desreguladas".

"De aquí vamos a salir con otros hábitos: con una visión distinta del territorio; respetaremos un poco más el sector productivo primario, que es el que nos alimenta; tendremos conciencia de que no se puede castigar el medio en el que estamos y de contención en el consumo", resalta.

En este sentido, apuesta por "una economía que funcione con un consumo un poco más atemperado", frente al "desbocado" en el que señala que se estaba.

Rescata una "vieja utopía urbana para tender hacia ella", un modelo urbanístico hacia el que inclinarse: que en las grandes urbes los distritos "sean una especie de trasposición del pueblo dentro de la ciudad".

Añade que grandes urbes como Madrid, Buenos Aires o Nueva York "son ciudades de barrios" y cita los casos de Brooklyn, que considera "como un pueblo", o el barrio madrileño de Argüelles -donde el vivió- "como pequeña ciudad dentro de la ciudad".

Aboga por "un modelo de ciudad policéntrica, donde no tienes sensación de vivir en un sitio apartado", que facilita el ahorro de energía y hace que "el medio urbano no sea una instancia hostil, sino algo con lo que te puedas sentir anímicamente identificado como se puede sentir una persona de un pueblo".

"La España vacía quizás convenga empezar a llenarla, pero no con el criterio de pueblos de colonización que pudo tener Carlos III hace tres siglos o Franco en la posguerra, sino que puede haber ahí recursos productivos que pueden generar beneficios más pingües que en la metrópolis", señala Salvador Moreno.

Recurre al concepto ahora de moda de Smart City (ciudad inteligente), referido a la aplicación de tecnologías y control energético, cuya mitificación cuestiona por creer que las urbes ya eran inteligentes en sí mismas y -en todo caso-, se pregunta por qué no extender esa idea a los pueblos.

"O descomprimimos las metrópolis o seguirán siendo unos monstruos incontrolados altamente contaminantes y determinantes del deterioro medioambiental, que era la gran preocupación el día antes de que supiéramos lo del coronavirus", asegura para añadir que la pandemia hay que verla "como una consecuencia" de ese daño ecológico.

Y concluye que "el campo, el pueblo, la naturaleza, podían acudir ahora en socorro de las ciudades que han llegado a un punto incluso de degeneración".