El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vino a decirnos el pasado martes que los propios ciudadanos -y casi nadie más- seremos los garantes de la hipotética 'nueva normalidad'. Que en nuestras manos está avanzar o retroceder, pasar pantalla o regresar al 'game over', en la partida que todo el país juega en la desescalada. Está claro que, de repente, estamos llamados a ser los hijos de la nueva normalidad. En cualquier otra situación inherente a lo que antes se conocía por normalidad, la expresión sonaría extraña y peligrosa. Podría, incluso, atribuirse tal denominación a una de esas sectas que vive al margen de casi todo. Pues sí, somos los hijos de la nueva normalidad. Es lo que hay. No nos queda otra. Lo que está por ver es si a la nueva normalidad le queda algo de normal y la guadaña excluyente que empuña la crisis no hace excesivos estragos dentro de lo que cabe. De hecho, todo estará bajo el marco de la recién estrenada carrera de fondo en la que los obstáculos ya existentes han subido varios palmos más, hasta situar a innumerable gente normal al borde de un precipicio borracho de incertidumbre.

La reconstrucción socialista

El mismo martes por la tarde, casi a la misma hora en la que Pedro Sánchez desgranaba las fases de la desescalada, el PSOE de Málaga celebraba una reunión telemática de su ejecutiva. En el encuentro se aprobó que el PSOE propondrá en los ayuntamientos malagueños -gobierne o no en ellos- que se alcancen acuerdos entre todas las fuerzas políticas para la reconstrucción a nivel local y hacer un frente común contra las consecuencias económicas y sociales de la pandemia.

Como fuente de inspiración de estos pactos locales se citó en la resolución adoptada «al presidente Pedro Sánchez, quien está promoviendo unos acuerdos para la reconstrucción social y económica junto a todas las fuerzas políticas, agentes sociales, las comunidades autónomas y los ayuntamientos para volver a poner en marcha el país tras la crisis sanitaria del Covid-19».

En la pantalla coincidieron unos 50 miembros de la ejecutiva provincial. Era la primera cita telemática que libraba en su conjunto la ejecutiva, aunque ya hubo otra reunión de varios de sus miembros al inicio de la crisis. Como novedad, participó el subdelegado del Gobierno en Málaga, Teófilo Ruiz Municio, recién incorporado como miembro nato. También se aprobaron diferentes resoluciones relativas a programas de ayudas para familias y empresas en los municipios, al sector turístico, la educación y la cultura. Además se aprobó una resolución de reconocimiento a los profesionales públicos sociosanitarios y de dependencia de Andalucía y se reivindicó una paga extra para ellos.

Pacifismo oficialista

En el fuero interno de los socialistas malagueños, a esta 'nueva normalidad' también se le ha encomendado una especie de pacificación de su 'montoyas y tarantos' particular. Hace unos días, el propio secretario general, José Luis Ruiz Espejo, aseguraba que cada vez están menos distantes el sector oficialista susanista que él encabeza y la corriente crítica sanchista que tiene a su miembro más visible en la figura del diputado y cabeza de lista por la provincia en las dos últimas Elecciones Generales, Ignacio López. Es más, el propio Ruiz Espejo dio por hecho que en los próximos envites que se den a nivel regional y provincial por el liderazgo del partido habrá candidaturas alternativas: «La división se superará y está en esas vías. Sobre todo, ahora que hemos visto los grandes problemas que puede tener una sociedad. Luchar juntos, hasta con la oposición, es lo más efectivo. Y en el ámbito de la política interna, también. Habrá seguramente otras candidaturas en las siguientes elecciones que se celebren para cuestiones internas. Somos un partido plural y democrático con 140 años de historia. Son decisiones que se someten a la militancia y, luego, todos trabajamos juntos en lo que salga elegido». Dicho queda, en tono diplomático y en son de paz y amor, por el 'jefe' oficialista de los socialistas malagueños.