«Quiero que una ardilla pueda recorrer Málaga de árbol en árbol». Es el titular de una entrevista efectuada a Juan Cassá, entonces cabeza de cartel de Cs en Málaga en las municipales de 2015, en otro medio. Desde entonces, se asoció al empresario asturiano, aunque afincado en Málaga desde hace años, con la imagen del simpático animalito. Incluso, en una entrevista con La Opinión de Málaga en el Parador de Gibralfaro, el ya portavoz municipal naranja bromeó al acercarse hasta él un ejemplar de esta especie. Llevaba, incluso, un llaverito con el perfil de una ardilla e ironizaba sobre esas declaraciones con quien quisiera escucharlo. El asturiano y la ardilla tienen retranca y ayer la venganza de ambos se consumó, cuando Cassá anunció que se iba de Cs, que ya no es su partido, y que pasa a ser concejal no adscrito, borrando, de un plumazo, las posibilidades del PP de tener un mandato tranquilo hasta 2023 al caer la mayoría absoluta (que está en dieciséis ediles).

Ahora, el PP y Cs suman quince concejales, los mismos que PSOE (doce) y Adelante (tres). Cassá es el árbitro, la llave de la gobernabilidad de la ciudad, la clave de bóveda. Nada se podrá hacer sin él. Su partido le ha dicho que se vaya, pero está por ver qué dice Cassá, que hasta ahora ha mantenido una intensa agenda, impulsada por su cargo de portavoz en la Diputación (ahí están las fotos del Facebook), y una férrea disciplina de voto junto a su excompañera Noelia Losada, edil de Cultura, con la que la relación, directamente, no existía. Pero ayer esa entente cordial, al menos de puertas afuera, esa frialdad civilizada (para con el PP) acabó saltando por los aires y la venganza se consumó. ¿De qué se venga Cassá?, preguntarán ustedes. Pues ya saben que Cassá dinamitó el pacto de investidura de PP y Cs el pasado mandato, después de que el alcalde, Francisco de la Torre, historia de la que este concejal quedó exonerado. Luego, llegaron las municipales, y Cs, que pensaba doblar su representación municipal, de tres a seis concejales, bajó a dos y el PP sumó uno, pasando de 13 a 14, en un entorno complicado en el que las encuestas, incluso, vislumbraban la posibilidad de que el alcalde, Francisco de la Torre, fuera descabalgado de la alcaldía a manos de una coalición liderada por el PSOE y apoyada por la confluencia de Podemos e IU.

Finalmente, el tirón del alcalde se impuso a todas las demás variables y Cassá insistió en que ese concejal dimitiera, pero el PP se negó. Comenzaron las negociaciones para formar gobierno y se alcanzó un acuerdo pese a Cassá, que se retiró a un segundo plano durante las conversaciones (muy duras, sobre todo el intercambio con De la Torre, según relatan algunas fuentes). Finalmente, se buscó para Cassá acomodo en la Diputación bajo la palabra de que siguiera apoyando a Noelia Losada, a Cs, y por tanto al equipo de gobierno. Pero ayer, todo eso, acabó yéndose a pique.

Hay quien lee la decisión en clave interna: mientras que otros compañeros de Cs sí han salido reforzados del proceso asambleario de Cs (hablan del exconcejal Alejandro Carballo o de un valor al alza, José Luis Paradas), él, el militante que levantó Cs en la capital, no. Y se fue. El caso es que su decisión debe ser leída también en clave de ciudad, porque deja al PP y a su compañera Losada al albur de que la oposición se una junto a él para armar una moción de censura, una idea con la que han jugado despreocupadamente varios concejales para poner cardíacos a los miembros del equipo de gobierno. Ahora, esa posibilidad está mucho más cerca, aunque si el alcalde es habilidoso, y lo es, puede llegar a un acuerdo de mínimos con la oposición (Limasa, Repsol, etcétera...) a cambio del apoyo de PSOE y Adelante a algunos de sus proyectos, renunciando a otros.

Ayer, se le recriminó a Cassá en las redes que diera este paso con el alcalde convaleciente de una lesión cerebral y en plena pandemia. Y Zorrilla, líder de Adelante, dice que ahora no toca una moción y su concurso, recuerden, es imprescindible. El PSOE mantuvo un calculado silencio porque a quienes más beneficia el paso de baile de Cassá es a los socialistas. Haya moción de censura o no, y no parece que ello sea inminente, el mandato va a ser difícil para el equipo de gobierno, que ahora tendrá que fajarse para sacar los partidos aunque sea por la mínima. Habrá que esperar al siguiente paso de Cassá, que, como su animal preferido, ayer describió una gran pirueta.