En la lucha por adaptarse a la nueva realidad que nos rodea, los restaurantes malagueños libran cada día su particular batalla. La innovación y reconversión es ahora la máxima de un sector hostelero que focaliza todo su trabajo y esfuerzos en la supervivencia de sus negocios.

«Esta situación supone un golpe emocional, por no hablar a nivel económico», reconoce Pablo Guirado, socio de los locales Tremendo Burrito y Tití. Los suyos son un claro ejemplo de aquel 'renovarse o morir', que nunca estuvo más acertado. El concepto de comida rápida con el que Tremendo Burrito cautivó al paseo marítimo de Pedregalejo les ha permitido seguir trabajando en esta misma línea, y poder así amortiguar los gastos fijos de su negocio. Sin embargo, no han podido operar del mismo modo con Tití, situado en la calle Bolivia, que permanece cerrado. No obstante, sus socios han logrado estar presente en los hogares de todos los malagueños durante este confinamiento, a golpe de click en redes sociales: «Estamos intentando sacar el lado bueno de todo esto, mejorando y reinventándonos».

El reparto de comida a domicilio se ha convertido en una de las grandes alternativas ante el cierre de locales de restauración. Sin embargo, no todos pueden hacer frente a este servicio: «Hicimos una valoración y seguir ofreciendo nuestro servicio a domicilio no compensaba los gastos de luz, agua y mercancía», explica Jose Mancera, propietario de Terral Burguers and Drinks, en el paseo marítimo de El Palo.

«Tenía pensado abrir ya el día 11, lo tenía todo preparado. Ahora solo espero que nos dejen empezar ya a trabajar el 18 de mayo». Para Mancera el que la provincia no haya pasado a la Fase 1 ha trastocado los planes de un establecimiento que ya empezaba a centrar todos sus recursos en comenzar a trabajar en su particular desescalada.

Otros locales, sin embargo, aún ven lejos la vuelta a la actividad de sus negocios: «Tenemos pensado comenzar cuando podamos trabajar a un 75%, que es cuando podríamos comenzar a doblar mesas, es de lo que vivimos nosotros», argumenta Jose Manuel Gallardo, uno de los propietarios del restaurante Gallarvi, en Echevarría de El Palo. Por su parte, Manuel Pavón asegura que «hasta que no se abra la posibilidad de que la gente pueda viajar de una provincia a otra vemos complicado el poder abrir, ya que dependemos del turismo». El chiringuito El Cachalote, en el paseo Pablo Ruiz Picasso, tendrá así que esperar, al igual que Gallarvi, a la Fase 2 para que estas circunstancias se puedan llegar a dar y comenzar a desarrollar su actividad. «Hay gente que me llama y pregunta cuándo vamos a volver. Lo haremos sorprendiendo a la gente para que nos cojan con ganas», comenta Jose Manuel Gallardo, aún con optimismo.

Entre el devenir de las fases y su incertidumbre, hay negocios que no pueden hacer frente a las anómalas circunstancias que está viviendo el sector hostelero. Es el caso de Vinums, un restaurante situado en la Avenida Salvador Allende, que logró ganarse la confianza y el cariño de los paleños y que ahora se ve obligado a ofrecer su traspaso. «No teníamos ningún tipo de ingreso pero las facturas seguían llegando», relatan sus propietarios. Para este local llegar a desarrollar su actividad con el número de mesas reducidas a la mitad les impedía hacer frente a los gastos y llegar a generar ingresos. «Nuestra última alternativa es el traspaso», sentencian.

Sus propietarios buscan ahora alguien que quiera invertir en futuro y en innovación: «Si lo coge alguien con ideas y ganas de innovar podría llegar a cambiar Echevarría y el barrio». Los dueños del local facilitan su número de teléfono para aquellos que pudieran estar interesados: 645 209 237.