La red andaluza Neuro-RECA, liderada por profesionales del Hospital Regional y del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Ibima), estudiará la afectación neurológica en pacientes con coronavirus, con el fin de definir un protocolo diagnóstico y terapéutico precoz.

El proyecto que desarrollará Neuro-RECA, que reúne a más de 80 investigadores de la sanidad andaluza, está financiado por el Instituto de Salud Carlos III y tratará de conocer más sobre patologías neurológicas y psiquiátricas asociadas al virus, según ha informado la Junta en un comunicado.

Se trata de un estudio prospectivo que analizará la situación clínica de un centenar de pacientes que hayan estado ingresados por patología respiratoria ocasionada por Covid-19.

El jefe del Servicio de Neurología del Hospital Regional de Málaga y coordinador de la red, Pedro Serrano, ha explicado que existen datos preliminares que indican que ese virus "puede tener capacidad neuroinvasiva", aunque se desconoce en qué medida ni con qué consecuencias.

Además, la respuesta neuroinflamatoria desregulada característica de esta enfermedad es posible que afecte a determinados grupos vulnerables desde el punto de vista neurológico, como son los pacientes afectados por enfermedades neurodegenerativas o neuropsiquiátricas, ha señalado.

Serrano ha indicado que en la fase aguda de la enfermedad por COVID-19 se han descrito ictus isquémicos en relación a trastornos de coagulación, cuadros confusionales, encefalitis o cefaleas.

“Ahora, cuando ya llevamos unas semanas después del alta hospitalaria, estamos empezando a ver cuadros postinfecciosos, con algún caso de Síndrome de Guillain-Barre o de Miller-Fisher", ha apuntado el neurólogo.

Ha añadido que les interesa especialmente "lo que va a ocurrir en la fase crónica", pues intuyen que "la tormenta de citoquinas puede tener también consecuencias" en la evolución de los pacientes.

El coordinador del laboratorio de Nueropsicofarmacología de Ibima, Fernando Rodríguez de Fonseca, ha explicado que, dada la edad media elevada de los pacientes más graves, "es muy posible que la tormenta inflamatoria generada por la infección pueda acelerar estos procesos neurológicos en pacientes que los sufrían en estadios iniciales".

De esta manera, actuaría "acelerando el deterioro cognitivo en pacientes que ya tenían las primeras quejas subjetivas de memoria, o induciendo o agravando cuadros depresivos".

Enfermedades neurológicas como Alzheimer o epilepsia y psiquiátricas como trastornos afectivos como la depresión, tienen un componente inflamatorio.

Pese a no estar descrito inicialmente que las enfermedades neurológicas ya diagnosticadas pueden actuar como factores de riesgo, los servicios de Neurología de distintos centros han constatado que las demencias -principalmente Alzheimer- podrían actuar además como determinante de una peor evolución con mayores tasas de mortalidad.

Asimismo, el servicio de Neurología del Hospital Regional de Málaga ha liderado un estudio preliminar sobre pacientes epilépticos que apunta en la misma dirección.

“La patología neurológica más relevante y llamativa ha sido la anosmia y ageusia -pérdida súbita de olfato y gusto", cuyo origen se especula con que se deba a la capacidad infectiva del SARS-CoV2 sobre el neuroepitelio olfatorio, ha añadido Serrano.

Además, en el caso de que se confirme que existe un subgrupo de pacientes en los que la neuroinflamación sea crónica, se podrían promover ensayos terapéuticos con estrategias con capacidad inmunomoduladora, entre ellas la terapia celular, lo que supondría una segunda parte del estudio.