El vicio de la clase política al empleo del 'y tu más' y a enfrentar por sistema una verdad absoluta contra los supuestos errores del contrincante no había desaparecido pese al estallido de una coyuntura adversa de la magnitud de esta pandemia del coronavirus. Sin embargo, algo sí que se ha intentado mantener las formas hasta que, por desgracia, la práctica de la lealtad en estas circunstancias también ha entrado -por muy poca que fuera- en un proceso de desescalada. Las dosis de respeto y diplomacia entre las distintas fuerzas políticas que demandaba la crisis sanitaria han terminado saltando por los aires. Ha quedado patente, principalmente, con la guerra que libran PSOE y PP. Mientras, Ciudadanos parece ser el más beneficiado de cierta pugna sin cuartel a la que también se asoman Vox y Podemos. Con el nuevo timón de Inés Arrimadas, la formación naranja se limita a cubrir la cuota de crítica moderada que se espera de ella o a dar, según el interlocutor del que se trate, una de cal y otra de arena. Incluso, usa la política de mano tendida al Gobierno como la herramienta que, además, le permite al partido, instalándose en el centro, recobrar sus constantes vitales.

El contrataque socialista

A los ataques a modo de sátira publicitados por la sede de Ferraz contra la gestión en la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso no se ha limitado la reciente ofensiva del PSOE contra el PP. Al sur de Despeñaperros tampoco sentó nada bien la insistencia de los dirigentes populares andaluces a la hora de atribuir a criterios políticos y al partidismo del Gobierno el hecho de que las provincias de Málaga y Granada fueran obligadas, tras la primera criba, a permanecer un tiempo más en la fase 0.

En pleno ecuador de la semana pasada, el PSOE de Málaga llegó a emitir un comunicado en el que su secretario general, José Luis Ruiz Espejo, aseguraba que el Gobierno andaluz de Juanma Moreno Bonilla «ha mentido y ha utilizado a Málaga como moneda de cambio para que pasaran otras provincias y para atacar al Gobierno de Pedro Sánchez en una estrategia de agravio y reproche que no es permisible en política». En su contrataque, los socialistas criticaron la «irresponsabilidad» del Ejecutivo andaluz por «ocultar información y haber presentado tarde e incompletos los informes para solicitar el pase de la provincia de Málaga a la fase 1 de la desescalada». «Esto pone de manifiesto una vez más la actitud desleal del Gobierno andaluz, que no está sabiendo gestionar la crisis sanitaria y se ha dedicado en todo momento a hacer oposición al ejecutivo de Pedro Sánchez en lugar de aportar soluciones», manifestó.

En las redes sociales también ha reaparecido el crispado 'cuerpo a cuerpo' al que acostumbraban los representantes de partidos de distinto signo antes de esta crisis sanitaria, que demandaba unas dosis de diplomacia y lealtad que ya han saltado por los aires.

El miércoles pasado, un 'tuit' del portavoz de la Junta de Andalucía y presidente del PP de Málaga, Junta de AndalucíaElías Bendodo. Bendodo seguía insistiendo en que «el Gobierno de España tiene que demostrar que no existen agravios entre comunidades autónomas para la desescalada, basta con publicar los informes en los que se ha basado para hacerlo», apostillaba el también consejero andaluz de la Presidencia. Y la respuesta de 'Josele' Aguilar no se hizo esperar: «Es urgente que Elías Bendodo y Juanma Moreno aclaren si la razón de no presentar la propuesta de desescalada por distritos sanitarios era que Sevilla capital se quedaba en Fase 0». «¿Sacrificasteis la Costa del Sol por Sevilla?», llegó a preguntarle el senador del PSOE al 'popular' Elías Bendodo en términos en los que a la trifulca política instaurada se unía la antigua y manida confrontación territorial.

Es más, la misma pelea siguió con Málaga ya 'clasificada' para la fase 1 y, el viernes por la tarde, al senador socialista más furibundo, Miguel Ángel Heredia, le faltó tiempo para reprochar que «ocurre una semana más tarde porque Moreno Bonilla mandó al Gobierno dos documentos distintos y sin firmar para pasar de fase y faltaban camas». Esta y otras reacciones de políticos de uno y otro bando dan idea de la cruz de navajas reinante en un país que tiende a politizar todos sus movimientos cuando se hace más necesario que las dos España se suban al mismo barco.