A la hora de analizar los efectos de la pandemia del coronavirus, en términos sociales, económicos y de empleo, las recesiones anteriores pueden ser un espejo en el que mirarse, como por ejemplo, la más reciente, la crisis de 2008 a causa de la debacle inmobiliaria. Sin embargo, hay factores endémicos de esta situación que no tienen precedentes con los que compararse, el principal de ellos, el confinamiento y el distanciamiento social prolongado.

Para conocer todas las consecuencias psicológicas que se descuelgan de la Covid-19 todavía habrá que esperar a que se atempere la vida tras la crisis y, para entonces, la atención especializada de Salud Mental deberá estar más que fortalecida y preparada para afrontar la aparición de nuevas problemáticas. Así lo demanda la Sociedad de Especialistas en Psicología Clínica (SEPCA) del Sistema Sanitario Público Andaluz, conformada desde hace dos años y que aglutina a casi la mitad de los especialistas en este campo en Andalucía.

La irrupción del coronavirus ha contribuido a que la tasa de paro en Málaga en el primer trimestre del año experimente su peor subida desde 2012. En los últimos dos meses de confinamiento, la provincia ha perdido más de 45.000 empleos y 6.700 empresas afiliadas a la Seguridad Social. Al problema económico se le suman el distanciamiento social, la cuarentena o la privación del duelo en una provincia donde 278 han fallecido a causa del virus.

Este cómputo de factores, entre otros, han puesto en jaque a muchos hogares, donde empiezan a aflorar situaciones de ansiedad, depresión... entre otros malestares psicológicos, muy sujetos a las condiciones de vida en cada caso, y que pueden precisar la ayuda profesional. Según la SEPCA, la clave está en no abordarlos como un trastorno mental, sino como una "reacción emocional coherente" con lo que la sociedad está atravesando:

"Si una persona está viviendo una situación de crisis, sea por pérdida, por motivos económicos, por pérdida de empleo... lo que nos trae a consulta es su sufrimiento. De nuestra intervención va a depender que ese sufrimiento no lo convirtamos en un trastorno mental", explica María Muñoz, vocal de esta sociedad científica en Málaga. "Tenemos la mala costumbre de decir 'presenta síntomas depresivos, síntomas ansiosos...' no, está expresando sus emociones, totalmente normales y adaptativas en relación a la situación que estamos viviendo".

Sin embargo, el primer abordaje de un paciente en el sistema sanitario andaluz recae en la Atención Primaria donde, según apunta Muñoz, no existe la figura del especialista en Psicología Clínica, de manera que lo que la persona manifiesta "se convierte en síntomas, a los síntomas se les dan etiquetas de diagnóstico psiquiátrico y eso se aborda farmacológicamente".

En este sentido, esta psicóloga clínica sostiene que el psicofármaco no es la primera opción, ya que con ese tipo de tratamientos se pueden paliar determinados síntomas pero "en nada le capacita en cuanto a recursos personales de afrontamiento y resolución del problema que se está planteando". Por tanto, el abordaje debería obedecer a una doble vertiente: la atención psicológica y la protección social, esto es, políticas públicas dirigidas a la activación del empleo, programas de ayudas a la población joven, a familias vulnerables... "Esto es un problema de toda la comunidad, no de la persona individual. Si no no tendría sentido, es más, parecería que estamos culpabilizando a las personas por sufrir".

Planificación y refuerzo de recursos

Por los rasgos propios de la actual crisis sanitaria, la afección en cuanto a Salud Mental de la situación originada por la Covid-19 se ramifica por prácticamente todos los segmentos poblacionales, desde la población anciana hasta la infantil. En este contexto, María Muñoz distingue tres problemáticas que la población debe encajar: el problema económico, la propia amenaza de la enfermedad y el estrés del personal sanitario, y un tercer estadio que "aún no ha dado la cara".

"Hay personas que están viviendo experiencias de miedo, de preocupación, de inseguridad, de soledad... privadas de su apoyo social, familiar y siguen en casa. Todas esas problemáticas derivadas del confinamiento son las que están por llegar a sanidad, porque hasta que no se normalice la atención sanitaria a esos niveles de atención primaria", pronostica Muñoz, un escenario para el cual asegura que el sistema sanitario no está preparado.

La Sociedad de Especialistas en Psicología Clínica (SEPCA) sostiene que la sanidad andaluza cuenta con 3,2 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, mientras que la media europea está en 18 por cada 100.000, un déficit en sus recursos que dificulta el acceso a "los tratamientos psicológicos como primera opción de intervención avalada por las guías de práctica clínica", tal y como denuncian en una carta a la Dirección General de Asistencia Sanitaria andaluza y a la Gerencia del Servicio Andaluz de Salud, a las que solicitan la inclusión de la figura del psicólogo clínico en la Atención Primaria así como un abordaje coordinado por el programa de Salud Mental andaluz.

"Tenemos que procurar que seamos capaces de redefinir esos malestares, esos sufrimientos... pero no convertirlos en trastornos mentales. Y eso depende en gran medida de la capacidad de respuesta del sistema sanitario. Si el sistema sanitario lo único que tiene son cinco minutos para atender a una persona terminará poniéndole un trastorno depresivo y un abordaje psicofarmacológico, porque es lo único que se puede hacer en cinco minutos", concluye María Muñoz.