Con el comienzo de la desescalada, y a medida que van avanzando las fases de la misma, algunas personas están experimentando un cierto miedo y ansiedad por volver a salir a la calle. Tras más de dos meses de confinamiento en los hogares, la mayoría de la población espera con ganas sumar otro escalón en el camino hacia la 'nueva normalidad'. Sin embargo, existe un amplio abanico de personas a las que esta idea no les resulta tan atractiva.

El de la cabaña es un síndrome que ha cobrado protagonismo a raíz del desconfinamiento, cuando algunas personas se han percatado de que, no solo no les apetece salir de sus casas, sino que experimentan miedo o ansiedad al pensar en volver a salir a la calle. «Se están generando unos altos niveles de ansiedad en algunas personas, ya que después de tanto tiempo encerrados se ha producido una habituación», explica Jose Christian Jiménez, psicólogo de PsicoAbreu y especializado en los trastornos de la ansiedad.

Este profesional asegura que, para las personas que padecen este síndrome, la zona de confort ha cambiado radicalmente en los últimos meses y, ahora, el interior de sus hogares es el único lugar en el que se sienten seguras. De este modo, Jiménez afirma que los síntomas de este tipo de síndromes podrían comenzar a aparecer a raíz del primer mes de encierro, aunque, resalta, «depende mucho de cada persona y de su situación particular».

Cualquier persona podría llegar a desarrollar el síndrome de la cabaña si permanece durante largos periodos de tiempo en su hogar, como ha sido el caso de toda la población española durante los primeros meses del Estado de Alarma. Sin embargo, existen distintas situaciones y factores que agravan el riesgo de padecerlo: «Ocurre especialmente en aquellas que hayan estado más aisladas durante el confinamiento», explica este psicólogo. En estas, las posibilidades de padecer estas patologías sería aún mayor.

No obstante, existen otros atenuantes como el padecer previamente otro tipo de trastornos, como ansiedad o depresión, o la pérdida de algún ser querido a causa del Covid-19. Es por ello que Jiménez asegura que, en este último caso, «el síndrome que desarrollarían estas personas sería mucho mayor, ya que asocian el exterior con aquello que les ha hecho perder a algún ser querido».

El miedo al contagio es otro de los grandes atenuantes para aquellas personas a las que salir de sus casas les supone todo un reto. Para ellas, tratar de recobrar la normalidad es un proceso más difícil que para otras personas. En consecuencia, las relaciones sociales de estas personas se ven afectadas y «tratar de recuperarlas, adaptándose a las nuevas normas en cuanto a distanciamiento social es mucho más complicado».

Estudiantes

Uno de los colectivos en los que se está observando con una mayor frecuencia la aparición de este síndrome es el de los estudiantes. En especial aquellos que tendrán que hacer frente a las pruebas de acceso a la Universidad en pocas semanas, añade Jiménez.

«Este síndrome les afecta mucho y lo están pasando bastante mal, ya que están en un ambiente todavía más aislados», asegura este psicólogo. Por lo tanto, explica, algunos estudiantes llegan a desarrollar el síndrome de la cabaña dentro de sus propias habitaciones, por lo que la sensación de aislamiento es aún mayor. De este modo, Jiménez indica que los niveles de ansiedad que llegan a experimentar son mucho más elevados: «A todo esto hay que añadirle la presión por los estudios, es una bomba».

En cualquiera de los casos, la vuelta a la normalidad y el volver a retomar la rutina es un reto para todas las personas que están sufriendo este síndrome. Cada una de ellas necesitará un tiempo estimado y una ayuda adecuada a sus necesidades. «Como todo miedo, se debe enfrentar con diferentes intervenciones, de forma progresiva», explica este profesional. El objetivo principal será, entonces, volver a habituar a estas personas y conseguir que retomen sus rutinas en esta nueva normalidad.

En el caso de aquellas personas que encuentren una mayor dificultad a la hora de abordar esta problemática, será necesario el acompañamiento de un terapeuta. Este tipo de terapias se desarrollan en una línea muy similar a los trastornos de agorafobia, afirma Jiménez: «Llevamos a cabo una exposición gradual a la situación temida, que en este caso es salir, y se les dota de herramientas y técnicas que les ayudarán a gestionar la ansiedad y sus emociones.

Con todo ello, el reto para estas personas estará en salir de su zona de confort y comenzar a desarrollar su particular desescalada hacia su propia normalidad.