El próximo domingo, el firmante publicará en este diario un reportaje sobre uno de los mayores depredadores de Arte de la Historia, el magnate de la prensa William Randolph Hearst, principal promotor de la guerra hispano norteamericana, la Guerra de Cuba.

Hearst, además de promover guerras, era un coleccionista de arte y antigüedades desde la adolescencia, y cuando heredó el fortunón de su padre, un minero con suerte, se dedicó a comprar antigüedades por toda Europa, gracias a su red de agentes.

De España se llevó claustros, portadas románicas y hasta la rejería del coro de la Catedral de Valladolid. No pudo llevarse, por cierto, un patio centenario, por la intervención del Rey Alfonso XIII, pero en general arrambló, previo pago, con todos los objetos que quiso, fueran cuales fueran sus tamaños y precios.

Pero tampoco tenemos que llevarnos las manos a la cabeza. La Diócesis de Málaga hizo exactamente lo mismo cuando en los años 40 del siglo pasado, para completar el interior de la iglesia del Sagrario, destruida durante la Guerra Civil, compró un hermosísimo retablo plateresco, que durante siglos había presidido la iglesia de San Pedro en el pueblo palentino de Becerril de Campos y se hizo con un segundo retablo del mismo templo, así como con alguna obra de Archidona. En suma vistió santos para desnudar a otros.

Los tiempos, por fortuna, han cambiado, y repetir algunas de estas compras hoy serían consideradas un delito contra el Patrimonio.

El caso es que la protección artística y arquitectónica ha avanzado muchos enteros y eso permite que, en nuestros días, se valoren objetos humildísimos como las dos puertas de garaje de Villa Obdulia, una hermosa vivienda de estilo regionalista de la calle Conde de Ureña, cuya parcela hace esquina con la calle Subida al Monte Victoria.

Se trata de dos puertas de madera, tachonadas y con una suerte de respiradero superior con rejas. La particularidad es que tienen las trazas de las que se hacían en los años 20 del siglo XX, así que quizás sean las originales de la casa, construida en 1927, según informa la web de la UMA MalakaNet.

La vivienda, por cierto, cuenta con protección arquitectónica de segundo grado. ¿Incluye la protección de estas dos modestas puertas de garaje? En la ficha de Urbanismo se detalla que debe conservarse todo el cerramiento exterior de la parcela, "con todos sus elementos decorativos y cerrajerías". ¿Son elementos decorativos la pareja de puertas o se consideran elementos intrínsecos del cerramiento? No está nada claro y desde luego la casa cuenta con una tercera puerta de garaje mucho más moderna, que seguramente reemplazó a la original.

Lo cierto es que estas puertas, contemporáneas de un año tan poético como 1927, desde luego merecen la protección si no la tuvieran. Entre otras cosas, para que no terminen en la hoguera de San Juan o en las manos de cualquier Hearst de nuestro tiempo.