En Málaga tenemos, como en cualquier ciudad del mundo, calles, plazas, avenidas, pasajes, callejones... cada uno con su nombre, porque si el lugar no tiene nombre, los ciudadanos no podríamos desenvolvernos. Andaríamos atomatados sin saber a dónde ir. En Nueva York no se han calentado la chorla, y en lugar de poner a cada sitio un nombre, le ponen un número: Quinta Avenida, Séptima Avenida...

El callejero malagueño es una caja de sorpresas porque en diversos barrios y barriadas de la ciudad, a la hora de buscar nombres para cada vía, han resuelto el caso partiendo de un patrón. Me explico: un barrio con calles de nombres de músicos, otro con nombres de advocaciones de la Virgen, otro con vinos de Málaga... y así sucesivamente...

En Cortijillo Bazán las calles se denominan Málaga Oloroso, Dulce Oscuro, Lágrima, Pedro Ximénez... y se escapa un vermut o vermú. Cuando uno abandona la barriada empieza a experimentar los efectos del alcohol. ¡Tanto vino!

En Carranque, en lugar de apistelarse, uno se santifica: todas las calles recuerdan advocaciones de la Virgen: Rocío, Paloma, Buen Consejo, Gran Poder, Dolores, Esperanza, Lágrimas, Begoña, Covandonga...

Si seguimos caminado por otra zona, en la barriada de La Paz, la música nos envuelve. Música celestial y profana de los músicos que predominan en el callejero: Schubert. Beethoven, Mozart, Brahms, Haendel...

Impregnado con las sinfonías de Beethoven, dirigimos los pasos hacia Las Protegidas, zona militar con fondo de 'Los Voluntarios'. Calles dedicadas a alféreces, tenientes, capitanes... Los de mayor graduación tienen su calle en el centro de la ciudad como Comandante, Coronel, Almirante... y se cuela Sargento en lugar de General, que está ausente en la relación.

Y de la milicia a la iglesia, que por tradición están muy unidas. En otro sector de la ciudad nos encontramos en un pañuelo seis o siete calles dedicadas a otros tantos obispos: Pedro de Moya, Alonso Enriquez, Alonso de la Cueva, Bartolomé Espejo...

Más música. En otra zona de Málaga, combinados entre sí, los instrumentos musicales mas conocidos que forman una orquesta. Las calles llevan los nombres de Fagot, Flauta, Oboe, Clarinete, Trombón, Clavicordio, Bombardino, Trompa. Solo falta un director de orquesta.

En el Centro de Transportes de Mercancías, en el fragor de los camiones con o sin remolque, de gasolina y diesel, se mezclan las partituras que compusieron Rimsky-Korsakov, Sibelius, Liszt, Tchaikovski... y que acaban por ensordecer al personal.

Y para no irse de Rositas, cinco rosas se dan cita en otro lugar de la ciudad donde están las calles Rosa, Rosa María, Rosita, Rosario y Rosalía.

Más callejero

En el nomenclátor callejero se mantiene, por ejemplo, el nombre de calle Ancha del Carmen, pese a su estrechez, y no se ha sustituido el nombre de Callejones del Perchel, que hoy es una calle ancha con edificios de varias plantas. Por higiene o respeto a los ciudadanos se apeó el nombre de un callejón, que figuraba en el callejero con la denominación de La Pellejera. El Carmen, además de en la calle Ancha, se repite en el mismo barrio: Angosta del Carmen.

Con la ya un poco lejana obra que modificó una importante zona de Málaga, la unión del Parque y la Alameda con la supresión de parte de la Cortina del Muelle, se retiró un rótulo ridículo y que dio lugar a la calle Molina Lario. Llevaba el nombre de Boquete del Muelle.

En el mismo sector existía una plaza que llevaba el nombre de Plaza de los Moros, donde había tabernas, posadas, casas de huéspedes... y otras casas menos púdicas. De su pasado, sin embargo, se conserva el nombre de una calle: Ancla, con fachadas de los edificios de Unicaja y Diputación Provincial.

De los Moros (plaza) solamente queda el recuerdo. Quedamos pocos malagueños que alguna vez pisamos aquel recinto donde, entre los establecimientos y comercios, figuraba Casa Curro. Cuando se demolieron las construcciones y se alinearon las nuevas calles, en la dedicada a Sancha de Lara se levantó el hotel de cuatro estrellas que conserva el nombre de la primitiva Casa Curro, incorporando la palabra hotel a la antigua denominación.

En Málaga, salvo en documentos oficiales, nadie da su verdadera denominación a la plaza de la Victoria, al final de la misma calle y prolongación a Compás de la Victoria.

El nombre elegido por el pueblo fue Jardín de los Monos, porque hubo durante años una jaula con varios monos, que distraían a los infantes de la época.

El último mono y jaula incluida fueron a parar al pueblo de Humilladero en una de las batidas del entonces alcalde de aquella localidad, Ruiz Padilla (maestro nacional), que arrambló con todo lo que el Ayuntamiento de Málaga desmontó o eliminó del mobiliario urbano.

En un desplazamiento en tartana desde Archidona a Humilladero, que era el único medio de transporte entre las dos localidades, con tres pasajeros -yo era el cuarto-, el cochero y la mula que tiraba del vehículo, viajamos con el aire acondicionado personalizado de la época.

El aire entraba por barlovento, salía por sotavento sin menospreciar el de popa y proa. ¡El AVE de entonces! No fue en la Edad Media, sino a mediados del año 1950. Me desplacé a las dos localidades citadas para hacer un reportaje sobre la cooperativa aceitera de Archidona y otro sobre la Hermandad de Labradores y Ganaderos de Humilladero para publicar en la revista 'Acción' que editaba la Organización Sindical o C.N.S. En Humilladero estaba la jaula pero ya sin mono.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando, visitando el Museo de Artes Populares, descubrí, entre los cientos de objetos que se exponen, que estaba ¡la tartana de Archidona! en la que viajé en la década de los años 50 del siglo pasado.

Periodistas

Y como periodista tengo que agradecer al Ayuntamiento malacitano, en nombre de todos los colegas de la profesión, el gesto de premiar a profesionales de los medios escritos y hablados dando sus nombres a calles de ciudad. El más notable es el de Juan José Relosillas porque se remonta a muchos años atrás.

Más modernos tienen calle dedicada Benito Marín, Juan Cortés Salido, Leovigildo Caballero, Miguel Rosado Figueroa, Matías Prats, Juan Antonio Rando, Francisco Fadón... y recientemente un singular detalle con Domingo Mérida, que en vida disfruta de tener su nombre en un rincón de la ciudad.

¡Ah! Tal vez en el futuro una calle de Málaga lleve mi nombre. La Asociación de la Prensa de Málaga ha sido tan generosa conmigo que así lo ha pedido al Ayuntamiento. Gracias.