El paso del tiempo ha convertido una película controvertida como 'La vida de Brian' en una obra maestra del humor.

Lo curioso es que el guión de esta película de los Monty Python se lo mostraron primero a un alto cargo de la iglesia anglicana que quedó encantado.

Como sabrán, una de las escenas más famosas de la película es aquella en la que un centurión obliga a Brian, poco ducho en la ortografía latina, a pintar cien veces la frase «Romani ite domum» (Romanos marchaos a casa) en los muros del palacio de Poncio Pilatos, para que aprenda a escribirla correctamente.

La ejemplarizante sátira parece haber creado escuela en Málaga, donde al menos un grupo de sujetos ha captado, si acaso, su espíritu y se ha puesto a escribir en la pura roca lo que le ha dado la real gana, eso sí, sin necesidad de repetir frase alguna.

Hace tiempo que en esta sección alertamos de este fenómeno, la lenta conversión del Monte Victoria, también conocido como el Monte de San Cristóbal y el de las Tres Letras en el Monte del Abecedario, gracias a completas exhibiciones de gamberreo pictórico.

Como saben muchos malagueños, en especial los más veteranos, el Monte de las Tres Letras fue la denominación popular del cerro de la Victoria a raíz de que, en agosto de 1939, ocho jóvenes de las Juventudes de Acción Católica subieron al monte con cubos de cal y brochas y durante tres tardes inmortalizaron las iniciales de la institución: J.A.C.

Al querido periodista victoriano Juan José Palop le contó uno de los protagonistas que pintaron las letras por la importancia que entonces tenía en el barrio el centro de las Juventudes de Acción Católica.

Lo curioso es que cuando el joven promotor de la idea falleció, su padre siguió repintando las letras, que estaban en la ladera que asomaba a la calle Victoria, recordaba el periodista.

En este arranque del siglo XXI, el motor que impulsa a poner perdido de pintura el Monte Victoria es la más pura y cateta egolatría, la tentación de dejar plasmado tu nombre o tu apodo en un lugar alto, a la vista de todos y en grandes caracteres, aunque no hayas descubierto la vacuna contra el coronavirus ni siquiera cedido el asiento a una anciana en el autobús.

Con el tesón de una enfermedad infecciosa, las letras garrulas han ido invadiendo el monte, ya sea para inmortalizar a 'S y A', que intuimos que no es ninguna sociedad anónima sino pareja sentimental o para dejar un rastro de pintura amarilla, lógicamente de trazo grueso.

De esta manera, en este rincón de Málaga se está forjando un Monte del Abecedario, con la misma caótica disposición de Brian cuando embadurnó con sus 'deberes' los muros del palacio romano en Jerusalén. Una cosa es una película de humor y otra, ensuciar un monte que no es de cartón piedra.