La Audiencia Provincial de Málaga tiene previsto retomar este lunes el macrojuicio contra una veintena de personas acusadas de formar parte de una organización de prostitución con tres clubes de alterne ubicados en la provincia de Málaga y Córdoba.

La vista oral se retoma tras la suspensión de la actividad judicial por el coronavirus y, según han informado a Efe fuentes judiciales, está previsto once sesiones entre junio y julio, aunque con posibilidad de ampliar o reducir los días si fuese necesario.

La vista oral se celebrará en la sala cuarta de la Ciudad de la Justicia, estancia que no necesita de mamparas por las dimensiones que tiene y en la que se puede mantener la distancia de seguridad aconsejada.

Este lunes está previsto la declaración de un testigo, dos policías e inspectores de Hacienda, a los que se les ha permitido que puedan declarar por videoconferencia.

El cabecilla de la organización está acusado de 167 delitos de prostitución y se enfrenta a una petición global de unos 680 años de cárcel.

Este procesado, supuesto responsable de trazar las líneas maestras de la gestión estratégica del negocio, también está acusado de asociación ilícita, contra la salud pública y contra los derechos de los trabajadores, según el escrito del fiscal.

Para el ministerio público, la organización presentaba una estructura jerárquica con un propietario real que hasta al menos diciembre de 2009 dirigió un negocio de prostitución, utilizando para ello tres locales, uno en Málaga capital, otro en la localidad malagueña de Torremolinos y otro en Córdoba.

El juicio comenzó el pasado diciembre con las cuestiones previas y el fiscal hizo un alegato a favor de la mujer y aseguró que "gracias a Dios la sociedad ha avanzando más rápido que el legislador y estos delitos empiezan a tener importancia, se empiezan a perseguir y tomar en serio".

Según las pesquisas policiales, la actividad desplegada por el cabecilla le ha permitido acumular más de 18 millones de euros, entre 1995 y 2009, con utilización de personas interpuestas y con un entramado financiero para ocultar la procedencia de su patrimonio.

El funcionamiento en los tres locales era muy similar, y las mujeres tenían "una relación absoluta de subordinación", ya que no tenían libertad en cuanto a la forma y condiciones en las que ejercían la prostitución.

Además, eran sancionadas económicamente e incluso expulsadas del club en el caso de no cumplir las normas y directrices marcadas por sus responsables.

Los responsables utilizaban un sistema de rotación de las mujeres entre los tres clubes, pero principalmente entre los de Málaga y Córdoba, de mayor tamaño, y las obligaban a una jornada laboral "excesiva", desde las 17.00 horas hasta las cinco de la madrugada y los fines de semana hasta las seis de la mañana.

En el relato acusatorio se destaca que las mujeres en situación irregular no se atrevían a denunciar por miedo a las posibles sanciones administrativas, "circunstancia que era aprovechada por el propietario y los responsables".

Si bien no estaban encerradas y podían salir cuando lo deseaban, su libertad de elección estaba condicionada, y se les sancionaba mediante multas e incluso la perdida de "plaza" si faltaban más de tres días.

A los procesados también se les acusa de fomentar la venta de drogas, principalmente cocaína, en el interior de los locales, ya que consideraban que el consumo por parte de los clientes incrementaba el gasto en consumiciones y servicios sexuales.