Málaga está a punto de entrar en esa nueva normalidad que los expertos en semántica del Gobierno han dibujado como una especie de nuevo paraíso profiláctico en el que seremos felices y llevaremos máscaras y guantes sin saber muy bien, si es que alguien quiere saberlo, cuántos de los nuestros han muerto por el maldito coronavirus. La depresión económica está ya aquí, aunque ahora la respiración asistida que proporcionan los expedientes temporales de regulación de empleo y el semiconfinamiento de estos días veraniegos nos tengan adormecidos a la espera de que se alce el telón de una gran crisis económica que azotará, no les quepa duda, a los de siempre, a los que aún estamos recuperándonos de la anterior crisis.

De cualquier forma, el alcalde, Francisco de la Torre, sigue jugando el papel de gran componedor (que reclamaba para el país Pilar Urbano no hace mucho con su clarividente libro sobre el Borbón comisionista) y convocando varias mesas para reconstruir la ciudad. Muy nutritiva fue, por ejemplo, la turística, donde quedó claro que ya no podrá haber actividad turística y hostelera en la ciudad sin sellos que certifiquen la seguridad de los negocios ni sin andar el camino de la sostenibilidad o las nuevas tecnologías. Una mesa en la que el director del aeropuerto, Pedro Bendala (da gusto escuchar a servidores públicos de esa talla), propuso usar el teletrabajo para traer a Málaga al talento que se fue y al que pulula por Europa con el fin de que dirijan desde aquí sus empresas y, cuando deban viajar, usen el avión: suelen hacer uso del mismo, de hecho, entre 50 y 100 veces al año, demandan cultura de alta calidad y deportes, son grandes contribuyentes y reactivarían la industria de la construcción (que, mal que bien, para que Málaga funcione debe ir, al menos, a ralentí). Por eso, pidió un gran plan de marketing para cazar a estos talentos que dejarían dinero en la ciudad, en la línea de lo que ya había dicho el alcalde en meses anteriores y de los edificios residenciales de lujo que se están construyendo, precisamente, para alojar a este tipo de inversor. En esa mesa hubo muchas obviedades, claro, pero la intervención de este gestor no lo fue para nada. Por cierto, la delegada de Turismo de la Junta, Nuria Rodríguez, también puso sobre la mesa que en su oficina había treinta nuevos proyectos hoteleros, algunos de ellos muy importantes para la capital de la Costa del Sol, esperaremos a ver de qué van, pero hace falta que la iniciativa privada vuelva a calentar su muñeca y a encestar.

En clave municipal, andan los ánimos revueltos por cuatro asuntos: la oposición de PSOE y Adelante Málaga rechaza la ampliación propuesta por Urbanismo del cine Albéniz. Es el proyecto conocido como Neoalbéniz, que se construiría en la Plaza de Jesús El Rico, a las faldas de la entrada del túnel de la Merced y en la cara norte de la Alcazaba. Mariano Ruiz Araújo, edil socialista que sigue creciendo sesión tras sesión, habla de una volumetría excesiva y recuerda que insignes organismos culturales de la ciudad han rechazado el diseño, que vuelve a tapar la Alcazaba. De la misma forma se expresa el portavoz de Adelante Málaga, Eduardo Zorrilla, para quien es necesario el diálogo y el consenso para ver qué se pone allí. Visto lo visto, hay dos grandes concepciones urbanísticas en la ciudad (recuerden la propuesta de dejar diáfana la plaza de la Merced tras tirar el Astoria), una la del equipo de gobierno y otra la de la oposición (que reniega, por ejemplo, de tantos rascacielos). Raúl López, edil de Ordenación del Territorio, criticó con dureza a los socialistas y les recordó que el modelo del PP es el preferido por los electores porque llevan 25 años gobernando, destacó que la Junta socialista trató de impedir el progreso de muchos proyectos de Málaga (el Benítez, este mismo u otros) y pidió a los socialistas que no pusieran palos en la rueda del progreso de la ciudad.

El segundo debate que se ha abierto es el de Limasa. Que los privados iban a patalear, se sabía. Han llevado la municipalización de Limasa a los tribunales. La empresa de limpieza debía ser pública el 1 de julio, y parece que es ese el horizonte de Teresa Porras, edil de Fiestas y Limpieza, y del propio alcalde. De hecho, en una nota sorprendentemente dura, se amenazaba a los privados con que ya podían estar entregando el personal, la maquinaria y las instalaciones para llevar a cabo la municipalización o, si no, tendrían que atenerse a las consecuencias. Se hablaba, incluso, de la jurisdicción Penal en el texto. Delitos. Habrá que ver en qué queda una de las promesas estrellas de De la Torre que ha pilotado Porras. De momento, insistimos, las fechas son las que son y la maquinaria jurídico-administrativa sigue caminando. En un informe del Consistorio, el equipo de gobierno llega a acusar de actitud «obstruccionista» a los privados de la empresa de limpieza, que han ganado lo suyo durante varios lustros sin que la ciudad haya llegado a estar limpia nunca, aunque ahí también hemos tenido buena parte de culpa los malagueños.

El tercer tema de la semana ha sido, sin duda, la petición de los socialistas para que Urbanismo declare caducadas las obras de la Academia en los terrenos de Arraijanal, ahora que el equipo albiazul está en manos de una administración judicial que, parece, tiene bastante más cabeza y buen hacer que el jeque y la pléyade que lo rodea sobre la que vamos a ahorrar calificativos. Este asunto, por cierto, se repite una y otra vez desde el pasado mandato: Adelante y el PSOE dicen que la licencia está caducada y Urbanismo afirma que no, que no ha habido desistimiento. Nueva normalidad, los debates de siempre. La idea, como dice la oposición, es que no se le devuelva el Málaga a la familia Al-Thani y, si eso sucede, tal vez habría que quitarle esos terrenos y que vuelvan a la ciudad. Para que nadie especule con la pólvora del rey.

El cuarto tema es el de las zonas ZAS, que ha resucitado esta semana de nuevo en la comisión de Sostenibilidad Medioambiental, en la que la edil del área, Gemma del Corral, dijo que el decreto de la Junta que permite abrir más tarde a los negocios hosteleros hay que cumplirlo, que no es opcional. Los vecinos, claro, no lo ven así, y esta es otra polémica de la antigua normalidad que va a aterrizar en la nueva porque, como dijo la concejala, parece difícil conciliar posturas tan encontradas como las que hay entre los vecinos y los hosteleros.

Y, a todo esto, Juan Cassá, ahora edil no adscrito y exportavoz municipal de Ciudadanos, tras dibujar esa inmensa e increíble pirueta que le ha llevado desde las faldas del poder a la oposición, parece un disciplinado concejal más del equipo de gobierno que vota con sus excompañeros, lo que, por cierto, resaltó el mismo De la Torre esta semana. De la moción de censura con el PSOE y Adelante Málaga, de momento, nada de nada. Y así populares y naranjas pueden suspirar y seguir a lo suyo, porque no hay voladura controlada a la vista, aunque, claro, muchas veces las tragedias propias se construyen en mentes y pechos ajenos durante años para ocurrir en un segundo. Y a este mandato le quedan demasiados segundos. Parece que en la Diputación quieren meterlo en cintura y darle responsabilidades de gobierno. El Guadiana, ahora, va por debajo. Lo que ocurra lo veremos en unos meses. Al final, la rebeldía se apaga, como el fuego, con agua, según parece.

Daniel Pérez, líder del PSOE, por cierto, ha entrado esta semana en una especie de estrés mediático postcovid-19 y ha dado una rueda de prensa cada día, la hiperactividad socialista vuelve para hacer más correosa una oposición que se ha relajado por las naturales medidas de confinamiento y distancia social impuestas durante el estado de alarma. El partido recomienza mañana. Y aún no sabemos cuántos han muerto. Así nos va.