La existencia de dos superpotencias en la segunda mitad del siglo XX propició el caldo de cultivo ideal para películas relacionadas con la hecatombe nuclear. Su principal característica era una buena sucesión de calles, avenidas y parques por los que no pasaba ni el Tato.

El tremendismo, en los años 70, se transmutó en películas de catástrofes, muchas de ellas con Charlton Heston encabezando el reparto, tan numerosas que iban acompañadas del año de estreno, para que el público no se perdiera ante tanto aeropuerto y choque aéreo.

En nuestros días, cuando los técnicos de efectos especiales tienen más importancia que los directores, es primordial para que una película arrase en taquilla que cuente con una o varias persecuciones, coches despanzurrados y explosiones, así como con un guión inspirado en el famoso dicho de la mili: «No hacer nada a toda leche».

Ahora que nos rascamos las neuronas en busca de ideas para levantar Málaga como ciudad de negocios florecientes, el cine y las series de televisión siguen siendo una opción muy válida.

Por eso, en el arranque de este periodo de anormalidad, eufemísticamente conocido como la 'nueva normalidad', hoy dirigimos la mirada al barrio relativamente reciente de la Virreina, y en concreto a la calle Joaquín Gaztambide, pegada al Guadalmedina, donde, según informan los vecinos, ha empeorado la situación de un tramo desplomado, lo que obligó a cerrarlo al tráfico hace seis meses, el 24 de enero.

La colocación de una valla no ha sido obstáculo para que los bípedos más vándalos la hayan desgraciado, así que los ejemplares de conductores más inconscientes, como si protagonizaran la última producción de Netflix, arriesgan el tipo y pasan por el tramo desplomado, como si tal cosa. En el colmo de los colmos, hasta el trailer de un súper llegó a estar aparcado en la zona de riesgo, denuncian los vecinos.

En una de estas, si siguen empeñados en torear a su propio raciocinio, corren el riesgo de caerse con todo el equipo, y eso incluye el vehículo, porque las lluvias y el granizo de enero desplomaron la acera y el muro que lo sostenía -el muro de ribera del Guadalmedina-, agrietaron la calzada en la parte más pegada al río y dejaron un buen boquete en la estructura.

En abril, cuando este diario dio a conocer el problema, informaban de que algunas personas se asomaban al borde para hacerse 'selfies', con riesgo para su integridad física. El concejal de Urbanismo, Raúl López, informó entonces de que la Gerencia de Urbanismo ya había realizado los estudios geotécnicos y topográficos y estaba redactando el proyecto de obra.

Ayer, el concejal de Urbanismo, que conoció la noticia por esta sección, indicó que mandaría a personal de Conservación para reponer la valla. Y así fue: ayer mismo, a las pocas horas, la valla había sido repuesta de tal forma que sólo corta uno de los carriles y deja el otro para el paso de vehículos, sin necesidad de que nadie ejercite su inconsciente. Felicidades y que pronto llegue el arreglo definitivo.