Raimundo Real, investigador y profesor del departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga, ha formado parte del equipo que ha realizado el estudio ‘Atmospheric indices allow anticipating the incidence of jellyfish coastal swarms’, publicado en la revista ‘Mediterranean Marine Science’ y que observa la relación de los índices atmosféricos NAO (Oscilación del Atlántico Norte) y AO (Oscilación Ártica) durante el invierno y la presencia estival de medusas en la costa malagueña.

Una investigación de más de 15 años de análisis en la que la Universidad de Málaga ha colaborado junto al Aula del Mar, el Instituto Español de Oceanografía y el Centro Hemboltz de Investigación Ambiental de Leipzig (Alemania). «Digamos que esa investigación se ha hecho a varias escalas espaciales. En primer lugar había que recoger la información sobre la incidencia de medusas en las playas de la costa de la provincia de Málaga. Una información que fundamentalmente ha recogido el Aula del Mar durante estos más de 15 años», explica Raimundo Real, al que acompañan en el equipo Juan J. Bellido, José C. Báez, Lucrecia Souviron-Priego, Francisco Ferri-Yañez, Carmen Salas y Juan Antonio López.

Durante los primeros años, la información provenía de comentarios en foros y redes sociales o de noticias publicadas en los repositorios web de periódicos locales donde se recogían quejas de los usuarios de las playas. En los últimos años, tres aproximadamente, también se ha recogido información a través de ‘InfoMedusa’, una app de la Diputación de Málaga y que gestiona el Aula del Mar, en la que los propios ciudadanos pueden informar sobre si hay o no medusas.

«Por otra parte, el Centro Hemboltz de Investigación Ambiental de Leizpig nos ha proporcionado datos de satélites sobre la situación del Mar de Alborán, como la temperatura superficial del agua, y el Instituto Nacional de Oceanografía ha participado aportándonos la visión de la estructura oceanográfica del Mar de Alborán, como los distintos tipos corrientes que pueden afectar en la dispersión de medusas», añade el investigador.

Como comenta Raimundo Real, no se puede explicar la distribución de las medusas, en concreto de medusas ‘Pelagia noctiluca’, en las playas de Málaga solo y exclusivamente por las características del litoral de la provincia. Hay que irse en primer lugar, a todo el Mar de Alborán que va desde Almería hasta el Estrecho de Gibraltar por su parte europea y desde el Estrecho de Gibraltar hasta Orán (Argelia) por su parte africana. Según el investigador: «El Mar de Alborán está, a su vez, condicionado por fenómenos que vienen desde mucho más lejos, hay que volver a saltar de escala e irnos hasta el Atlántico-Norte y hasta el Polo Norte, casi una cuarta parte de la Tierra».

El objetivo de esta investigación era poder anticiparse a un problema real en las zonas costeras como son los enjambres de medusas durante el periodo estival. Se ha podido demostrar que determinados registros durante el invierno de los índices atmosféricos en el Atlántico Norte (NAO) y el Ártico (AO) favorecen la proliferación de medusas en el mar de Alborán, y por tanto, pueden afectar a la incidencia de medusas en la Costa del Sol.

«La Oscilación del Atlántico Norte es un cambio de presión que ocurre entre Azores e Islandia constantemente», comenta Real. «Los climatólogos, a partir de datos satélites, sacan un índice con valores positivos y negativos, que después son publicados por organismos como la Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera de los Estados Unidos (NOAA)».

El investigador explica que, cuando los valores son positivos, en las Azores hay un anticiclón, algo que se puede observar en la información del tiempo en los telediarios. Un anticiclón en las Azores significa que en España hace buen tiempo, en verano hace mucho calor y en invierno no hay lluvias. Por otro lado, cuando los valores son negativos hay borrasca en las Azores y eso supone lluvia y mal tiempo en España.

«La Oscilación Ártica es una oscilación circular alrededor del Polo Norte que retiene allí el frío. De vez en cuando, cuando los valores son positivos, se rompe y entra una bolsa de aire frío en altitud que baja hacia Europa y hace que bajen las temperaturas en la Península Ibérica», continúa Real.

Estos valores oscilan constantemente, ningún año es igual, algunos años hay sequías y otros llueve en abundancia pero como desarrolla Real: «Cuando la NAO es negativa, hay lluvia; y la AO es positiva, entra el frío. Se producen precipitaciones en forma de nieve en la Península Ibérica. En Sierra Nevada, se acumula mucha nieve en invierno que durante primavera y verano se derrite. En otras zonas montañosas la nieve se perpetúa y no hay deshielo pero en Sierra Nevada no sucede y se derrite prácticamente entera».

Según el investigador, con el deshielo de Sierra Nevada, llega en primavera y verano mucho agua dulce al Mar de Alborán. El agua dulce pesa menos que el agua salada y se queda en la superficie durante un tiempo, hasta que se va mezclando y desaparece. Durante este tiempo, el agua dulce impide afloramientos, es decir, dificulta que el agua fría del fondo del mar llegue a la superficie por lo que la temperatura superficial del mar aumenta.

El calentamiento de la superficie marina, donde habitan las medusas, afecta a la fisiología de estos animales, sus gónadas maduran en mayor medida, aumenta su proliferación y el incremento de medusas en alta mar favorece que lleguen a la costa.

Una teleconexión ecológica en espacio y tiempo que ahora trata de complementarse con otra investigación en curso para demostrar como la incidencia aguda de medusas en las costas malagueñas está relacionada con el giro anticiclónico de corrientes en Alborán.