Doce meses se han cumplido este mes de junio de una fecha clave en la historia del sindicalismo de la Policía Nacional. Jupol, creado un año antes por los responsables de la plataforma Jusapol que consiguió movilizar como nunca a los agentes con manifestaciones masivas por toda España, arrasó en las elecciones sindicales del cuerpo en una cita que supuso el descalabro de las organizaciones tradicionales, hasta entonces dominantes.

Con la bandera de la equiparación salarial respecto a los cuerpos autonómicos, el sindicato sintió que esa victoria suponía el rechazo de la gran mayoría de los agentes al acuerdo que los sindicatos tradicionales firmaron de urgencia con el Gobierno de Rajoy para evitar desesperadamente que Jupol les moviera la silla. Aunque día de hoy el Ejecutivo socialista se ciñe a ese acuerdo, el espíritu del sindicato sigue intacto. «Lo que firmaron no es una equiparación, es una subida salarial que está lejos de igualar los salarios de otros cuerpos que, por cierto, no dejan de ver cómo sus nóminas aumentan», asegura Miguel Millán, secretario provincial de Jupol antes de recordar que aquella decisión no se consultó con las bases: «Fue un acuerdo entre los sindicatos de siempre y el Gobierno, una traición que pagaron con el varapalo de las elecciones al Consejo de la Policía». La organización advierte de que no va a dejar de luchar por una equiparación que fue apoyada por más de medio millón de ciudadanos en una histórica Iniciativa Legislativa Popular que el actual Gobierno se ha negado a tramitar en el Parlamento pese a que sus responsables la apoyaron cuando estaban en la oposición. «Otra gran traición de la que inexplicablemente se alegró el resto de sindicatos», dice Millán. «Así les va», apunta al tiempo que recuerda que el sindicato cuenta con más respaldo que hace un año. En los últimos doce meses han pasado de 13.000 a 23.000 afiliados, mientras que a nivel provincial lo han duplicado, de 700 a 1.459, según Jupol.

Pero la igualdad salarial no es el único caballo de batalla de una organización que se ha convertido en una figura incómoda para todo el que se le pone delante. Millán recuerda Jupol ha sido el sindicato que ha llevado ante la justicia el caso de las embajadas, destino «muy goloso» entre los agentes por los salarios que se consiguen trabajando fuera del país y donde consideran que durante años esas plazas se asignaban de forma arbitraria y sin tener en cuenta los méritos. «Quiero dejar claro que la demanda sigue adelante. Es más, hemos pedido que se tome declaración al que fue responsable de la División de Formación y Perfeccionamiento para que aclare ciertas incongruencias en la documentación que se solicitó y que, una vez examinadas, se han descubierto esos errores», explica Millán. Pero hay otros frentes abiertos. El sindicato, sobre todo desde Málaga, no ha dejado de luchar desde su nacimiento para que cada policía tenga un chaleco antibalas de dotación, ya que todavía hay funcionarios que se lo tienen que comprar con su dinero. También han denunciado a mandos por supuestos abusos de poder o persecución sindical.

Sin embargo, uno de los casos de los que más orgulloso se siente Millán es el de la agente en prácticas de Ronda a la que despidieron por quedarse embarazada. «La separaron de su trabajo en pleno Estado de Alarma y le anunciaron que no juraría su cargo hasta que no tuviese a su hijo y pasara su maternidad. Todo sin cobrar, perdiendo su servicio médico en un proceso que puede durar más de un año», recuerda. La acción del sindicato supuso que un juzgado ordenara que la joven siguiera cobrando su sueldo durante el tiempo que esté apartada del proceso de formación y que permaneciera en el régimen especial de la Seguridad Social de los funcionarios públicos hasta que haya una sentencia firme.