A estas alturas, nadie descubre la pólvora si asegura que lo de Juan Cassá no tiene nombre. O que sí lo tiene, que el asunto se llama mercadeo y que él seguirá abonado a la indolencia activa y la hipocresía hasta que su botín electoral se lo permita. Para detectarlo, no hay que ser un sabio. Por eso resultaba especialmente escandaloso y peligroso el previsible coqueteo que se iban a traer con el asturiano desde unos y otros partidos para amasar poder nuevo o asegurar el antiguo.

Está claro que al final, como pasa con casi todo, la balanza la ha desnivelado Don Dinero. Cassá tenía prisas por volver a cobrar un sueldo como el de portavoz en la Diputación que dejó de percibir al pasar a no adscrito, y la solución más rápida ha sido devolverle la nómina.

Al igual que hubiese resultado vomitiva una moción de censura contra Francisco de la Torre apoyada en la llave podrida de este señor, el PP también se ha cubierto de gloria al echarle flores al 'mercenario'. Y no ha ayudado a mejorar esta penosa imagen el mensaje de que su papel en la Diputación será prácticamente el mismo que venía desarrollando hasta ahora. Si el 'trabajo' que todos hemos presenciado en los últimos meses cuesta un mínimo de 73.400 euros del erario público, sin contar ciertos pluses ni su par de asesores, que baje Dios del cielo y lo vea. Además, con el daño que está haciendo la pandemia el horno económico no debería darle calor a pasteleos tan frívolos como oportunistas.

Y, a su vez, las versiones que argumentaban que Cs estaba haciendo teatro, y que no demostraría lo contrario hasta que soltara sus sillones en la Diputación y el Ayuntamiento malagueños, se vieron alimentadas por las acusaciones con las que el PP aseguró que el vicepresidente provincial naranja Juan Carlos Maldonado conocía las negociaciones con Cassá. Fue un contraataque para reaccionar una vez que se aireó la solicitud del cese de un cargo eventual vinculado al no adscrito en la que insistía el grupo de color naranja para que Francisco Salado firmara el decreto. Así, hasta abrir una brecha cada vez más grande y un incendio que derivó en más acusaciones por parte de Cs, que es más decisivo en el Gobierno de la Casona del Parque donde la edil Noelia Losada tiene voz para decantar la balanza una vez que el alcalde se beneficiará ahora del apoyo al PP de Cassá.

De repente, y con el apoyo nacional de Cs al PSOE como punto de partida, da la sensación que el amor entre populares y naranjas se ha roto, como cantaba Rocío Jurado, de tanto usarlo. Ambas formaciones fueron temporalmente siamesas hasta el relevo que encumbró a Inés Arrimadas. Mientras tanto, parece que lo único que sostiene algo la cordialidad es el pacto de la Junta de Andalucía, porque tanto en la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid como en tierras malagueñas ya se ha visto lo poco que han durado estables las alianzas institucionales. El PP actúa, a veces, muy consciente de la debilidad de la que intenta escapar Cs y a los naranjas solo le va quedando como arma insinuar un apoyo al PSOE en otros ámbitos.

Tensión y esperpento

En las horas previas al encontronazo del pleno provincial o a la amenaza simultánea del alcalde de Málaga para revisar el pacto con Cs, ya se palpaba el enfrentamiento en el ambiente. El propio Juan Cassá fue quien, una vez más, apuntaló el aire de esperpento valleinclanesco que envuelve su paso por la política malagueña. Cassá publicó un tuit de apoyo a la 'pepera' Isabel Díaz Ayuso: «!Ánimo presidenta! Toda la fuerza, lo está haciendo usted muy muy bien!», escribió fiel a su costumbre de actuar en clave y sin dar la cara. Precisamente, en su timeline de Twitter los dos únicos políticos de los que había retuiteado algún mensaje eran Francisco de la Torre y Francisco Salado, sus dos nuevos aliados para seguir viviendo de la política institucional.

Además, un día después de que Cs votara en contra en la Diputación, el PP alertó de la incongruencia naranja «al votar en Torremolinos a favor de la modificación del reglamento de organización que da sueldo a una tránsfuga de Vox».

Reaparece Sichar

El exconcejal en Málaga y exdiputado provincial de Ciudadanos Gonzalo Sichar sigue empeñado en colgar en el tendedero de Twitter la ropa sucia que guarda de su reciente pasado político. Aunque el blanco predilecto de sus críticas suele ser Juan Cassá, la semana pasada su ventilador escatológico -en el que la elegancia brilla por su ausencia- salpicó a antiguos compañeros suyos como Alejandro Carballo y, sobre todo, a Fran Hervías, quien era en su momento considerado uno de los grandes valedores del meteórico ascenso de Cassá. El nombramiento de Hervías como senador y el malestar que habría causado en sectores del partido fue el punto partida, aunque Sichar terminó hablando del asturiano que acaba de firmar sueldo en Diputación: «Entre los palmeros que te quedan está el perrito faldero de Cassá, él sí que os ha traicionado, no como yo, que entregué mi acta».

La aclaración de Vox

El vídeo grabado en un polígono industrial de la capital malagueña con una persona disparándole a imágenes de los integrantes del Gobierno progresista ha alcanzando una repercusión a nivel nacional y una onda expansiva en varias direcciones que terminó salpicando a Vox Málaga. La formación reaccionó asegurando que había sido víctima de un «bulo» y publicó una nota aclaratoria en la que aseguraba que «la persona detenida en Málaga por realizar prácticas de tiro usando de blanco fotos de miembros del Gobierno no es ni ha sido nunca afiliado de Vox». «Tampoco ha sido contratado para realizar labores de seguridad para esta formación», añadían al respecto.

Igualmente, la extensión provincial del partido de ultraderecha fue fiel al estilo que le caracteriza y no dejó pasar la oportunidad para «animar a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y a las autoridades dependientes del Ministerio del Interior a que apliquen la misma diligencia en la investigación de las decenas de agresiones sufridas por Vox -estas sí reales- en sus actos, sedes y las que han sufrido sus miembros en diferentes zonas de España».