El verano, que siempre ha sido el gran baluarte laboral de la provincia de Málaga, se presenta este año lleno de incógnitas debido a la situación generada por la crisis del coronavirus y a la incertidumbre en que se maneja de cara a la temporada alta turística. Si en años anteriores, por estas fechas, el potente segmento de la hostelería malagueña llegaba a junio con más de 91.000 trabajadores afiliados a la Seguridad Social, el impacto de la pandemia en la economía ha hecho que la cifra apenas roce los 70.000, con el agravante de que muchos de ellos están incluidos en expedientes de regulación de empleo (ERTE), a la espera de ser rescatados por sus empresas cuando las circunstancias lo permitan.

Ademas, las perspectivas para el estío no son, de momento, halagueñas por lo que no se espera un incremento sensible del empleo a lo largo del verano. El año pasado, Málaga rozó los 100.000 trabajadores adscritos a la hotelería en el mes de agosto (el momento álgido de la campaña), pero en este 2020, el responsable de Turismo del sindicato CCOO, Gonzalo Fuentes, cree que la cifra no superará siquiera los 80.000.

«El objetivo este año es conservar el empleo que tenemos, no podemos hablar de crear nuevos puestos cuando la situación es tan floja y hay trabajadores fijos discontinuos que han sido cortados o que no han llegado ni siqueira a incorporares. Hay hoteles que todavía no sabemos sin van a abrir y negocios de hostelería que siguen sin arrancar porque los clientes todavía son escasos. Nadie tiene una bola de cristal para saber cómo va a ser el verano. Además, sabiendo que la clientela va a ser menor, tampoco las empresas van a incorporar a todo su personal», reconoce Fuentes.

Las fronteras exteriores se reabrieron el pasado domingo, 21 de junio, aunque todos en el sector creen que será con la llegada de julio cuando se empiece a tomar el pulso real de la afluencia de turistas. Muchos opinan que el flujo de visitantes extranjeros será este año bastante modesto debido a los recelos a viajar que pueda tener todavía gran parte de la población. e el caso del turismo nacional, las dudas vienen sobre la capacidad económica que pueden tener las familias, en una coyuntura marcada por los ERTE y la precariedad de los empleos.

CCOO teme, por un lado, que la crisis se lleva por delante a algunos negocios del sector hostelero, lo que implicaría la destrucción de puestos de trabajo, y por otro, que esta crisis sanitaria traiga como efecto pernicioso añadido una vuelta a la estacionalidad (es decir, que haya hoteles que vuelvan a plantearse abrir sólo en verano).

«No podemos permitir que la Costa del Sol sea un desierto invernal. Estamos convencidos de que el año que viene será mejor, sobre todo si se logra una vacuna para el coronavirus. De lo que se trata es de salvar este año las empresas y el empleo», explica Fuentes. La prolongación de los ERTE al menos hasta el 3o de septiembre es una de las medidas reclamadas por el sindicalista, que aboga por «hibernar» el sector durante este 2020. Lo que sí rechaza terminantemente CCOO es un hipotético retoque del convenio laboral de hostelería de la Costa del Sol.

«Los trabajadores en ERTE ya están sufriendo esta crisis cobrando un 20% o 30% menos. Estamos dispuestos a arrimar el hombro y ayudar a las empresas, pero el sacrificio debe ser siempre compartido entre ambas partes», apunta.

Previsiones discretas

Que el verano va a ser mucho más flojo de lo habitual en materia de empleo también lo tienen claro en la asociación Asempleo, que engloba a las principales firmas de recursos humanos del país (conocidas como ETT). El responsable de estudios de Asempleo, Alejandro Costanzo, admite que «la incertidumbre es total» y que la previsible bajada de turistas tendrá una innegable repercusión negativa en el empleo.

«Evidentemente, será un verano por debajo de lo normal, en torno a un 20%, y en el caso de las provincias más turísticas, incluso un poco más. Todas las expectativas que pudiésemos tener para este 2020 se han ido al traste, y las empresas tienen que adoptar planes de contingencia para afrontar esta situación», apunta.

A su juicio, las ETT pueden ofrecer en estos momentos una «flexibilidad» en materia de empleo muy valiosa en este momento para las empresas. Costanzo recuerda que, durante la época del confinamiento, el peso de las ETT dentro de la contratación total del país ha subido de su habitual 20% a casi un 30%.

Hace unos días, Adecco, una de las grandes firmas del sector de recursos humanos, daba sus previsiones para el verano. En el caso de Málaga, la provincia generará alrededor de 11.140 contratos de puesta a disposición durante una campaña que será atípica. Los cálculos son inferiores, lógicamente, a la campaña del 2019 (entonces se estimaron cerca de 15.800 en la provincia). Los contratos de puesta a disposición son lo que usa el sector de las ETT para ceder temporalmente a trabajadores a sus empresas clientes.

El director de Adecco en Málaga, Gonzalo Cadenas, reconoció a este periódico que la contratación en Málaga estará un 30% por debajo de lo normal, a pesar de que se detecta ya un cierto repunte de peticiones de las empresas de cara a julio, sobre todo por parte del turismo y del comercio.

«Se está produciendo ya una reactivación aunque es seguro que vamos a estar por debajo de los niveles de 2019. Hay mucha incertidumbre en el mercado laboral. Las empresas no saben tampoco para cuánto tiempo van a necesitar a un trabajador, porque nadie conoce cómo va a responder el consumo», afirmó. A su juicio, el verano será así de contratos más cortos. «Si antes te contrataban para varios meses ahora lo harán para una semana o una quincena, y te renovarán si la cosa marcha bien», explicó Cadenas.

Cocineros, camareros, ayudantes de cocina, preparadores de pedidos, comerciales, dependientes, promotores, mozos de almacén, repartidores, socorristas, monitores de tiempo libre o animadores, agentes de viajes o teleoperadores serán algunos de los perfiles más demandados del verano, además de algunos nuevos profesionales necesarios por la crisis sanitaria del coronavirus.

Entre estos nuevos puestos figuran desinfectadores de ropa y espacios, auxiliares de playa (que controlan el acceso, evitan aglomeraciones, asignan parcelas en aquellas costas donde se ha establecido este sistema, etc), controladores de temperatura en edificios y espacios públicos o rastreadores del virus (que hacen seguimiento de los contagios y su red de contactos para evitar la propagación del virus).