El músico romano Federico del Sordo, especialista en música antigua, admitió hace un par de años que los italianos solían infravalorar al resto de Europa, musicalmente hablando, menos a Alemania, ante el plantel de grandes compositores con los que contaban, pero luego admitió que se había topado con una auténtica maravilla.

Esa 'maravilla' era ni más ni menos que la música del navarro de nacimiento y malagueño de adopción Juan Francés de Iribarren (Sangüesa, 1699- Málaga, 1788), quien durante 34 años, hasta su muerte, fue el maestro de capilla de la Catedral de Málaga (aunque dimitió una año antes de morir, el cabildo mantuvo la vacante del cargo para que pudiese cobrar todo el sueldo, en atención a tantos años de servicio, libre ya de las obligaciones del puesto).

El cargo de maestro de capilla implicaba enseñar música a los seises, componer obras para las principales festividades y dirigir los coros y los músicos, explicaba en 2003 Juan Cruz Labeaga en un trabajo para la revista Jábega.

Sin asomo de exageración, puede decirse que la Málaga del XVIII tuvo su propia 'banda sonora' gracias a él. Y como ejemplo literal, de 1757 es su alegre villancico 'Desde Málaga esta noche', en el que con mucha gracia e ironía recorre los barrios de Capuchinos, El Perchel, La Victoria y La Trinidad y el 'barrio alto' (zona de calle Alta y calle Postigos) mientras habla de sus habitantes.

Pero sobre este brillante y prolífico músico -todavía sin una calle dedicada a su memoria en la ciudad donde pasó más de la mitad de su vida- pesaba una doble losa. En primer lugar, el estar encuadrado en el Barroco tardío español, posterior a ese simbólico 'aldabonazo' con el que muchos historiadores de la Música concluyen el Barroco (con la muerte de Bach en 1750). «El que no nos termine de encajar el Barroco español nos ha hecho vivir acomplejados con respecto a Europa», apunta esta semana el organista de la Catedral, profesor de Secundaria y doctor en Musicología Antonio del Pino.

La otra 'losa' sobre Iribarren, destaca el experto, sería el abandono de muchos archivos musicales españoles, incluido el de la Catedral de Málaga, en este caso hasta después de la Guerra Civil. Un abandono, señala, que paradójicamente también ha permitido conservar un material ingente como el que dejó este gran músico, del que se han localizado alrededor de mil composiciones.

Precisamente, Antonio del Pino dedicó su tesis doctoral al artista navarro, sacerdote y maestro de capilla de la Catedral de Málaga desde 1733 hasta su muerte en 1767.

«Iribarren tiene un corpus inabarcable, por eso se me ocurrió buscar algún género transversal que permitiera conocer la evolución estilística de los 34 años que vivió en Málaga», explica.

Ese género transversal ha sido una veintena de 'lamentaciones', obras que se interpretaban en el famoso Oficio de Tinieblas de la Semana Santa. De este modo, la tesis doctoral ha permitido fijar los principales hitos de su vida profesional: Llegada a Málaga en 1733, tras 16 años en la Catedral de Salamanca. La de 1730 será una década de organización y consolidación del archivo, de consolidación del número de músicos, de pedir buenos poetas para poder tener letras de calidad para las composiciones...enumera Antonio del Pino. La década de 1740 es «el chispazo», subraya, y explica que en 1746 Iribarren versiona el Stabat Mater de Pergolesi, justo el mismo año en que Juan Sebastián Bach hace lo mismo. «Ese año te das cuenta de que hay un serie de cambios organizativos y a nivel estilístico, un cambio decisivo», apunta. Por cierto que en 1741 le proponen marchar a la Catedral de Valladolid y el cabildo de Málaga responderá subiéndole el sueldo, para retenerlo.

La década siguiente, la de 1750, será la de su máximo apogeo y madurez, mientras que en la siguiente, la de 1760 intentará dimitir y le sorprenderá la muerte.

Lo llamativo, resalta el profesor, es que la evolución estilística de Iribarren y la consolidación de la capilla musical que dirige casi coinciden en el tiempo con la consolidación de la Catedral, cuya unión de la fábrica antigua con la nueva se produce durante su mandato, hasta el punto de que un año tuvo que trasladar la capilla musical desde el coro a una capilla de la girola por riesgo de desprendimientos.

«Pensamos en la Catedral de Málaga como algo estático pero en ese momento era un hervidero, no sólo por el proceso constructivo, también porque había capellanes dando misa en las capillas, o se celebraba el Oficio de Tinieblas en el coro mientras pasaban las procesiones haciendo penitencia», describe el musicólogo malagueño.

En cuanto al día a día del músico y religioso navarro, se sabe que vivió en la calle Granada, hasta que en su última etapa se marchó al vecino Convento de San Agustín, donde profesaba un hermano. Por lo demás, comenta Antonio del Pino con una sonrisa, mientras que de otros músicos anteriores ligados a la Catedral conocemos sus problemas con el juego o con la justicia, de Juan Francés de Iribarren sólo hay evidencia en los archivos de su gran capacidad de trabajo.

Recuperación de su memoria

En 2008, la empresa malagueña Esirtu Comunicación ya inició la recuperación de Juan Francés de Iribarren con la grabación de un primer cedé, coordinado por Antonio del Pino, con seis piezas barrocas de tres maestros de capilla de la Catedral dedicadas a San Ciriaco y Santa Paula, una de ellas un motete del músico navarro.

El año 2017 fue además esencial para la recuperación de su figura. En esa fecha se cumplían 250 años de su muerte. A este respecto, Antonio del Pino quiere agradecer de corazón la gestión del gerente de la Orquesta Filarmónica de Málaga, Juan Carlos Ramírez, que organizó la grabación del disco compacto 'Con qué dulzura el alma'. «Fue la primera vez que grabamos dos lamentaciones de la tesis y una diez o doce piezas con una visión panorámica de Iribarren», comenta. A su juicio, la presentación de toda esta música inédita del archivo catedralicio supuso «un antes y un después», a la hora de valorar al músico de Sangüesa.

También en 2017 se celebró un concierto de Navidad en la Catedral centrado en Iribarren y hasta un concierto pedagógico para niños, con una marioneta de Juan Francés, creada por Antonio Pino, de la compañía 'Peneque el valiente'.

Además, hay dos discos compactos más, el primero de ellos, recientemente publicado, 'Iribarren. Sacred music in Malaga Cathedral' grabado en otoño de 2018 en Roma por Brilliant Classics, con músicos italianos y españoles y con Federico del Sordo como director. La obra es una antología de motetes, arias sacras, villancicos, cantadas ('cantatas' en italiano)... «Hay un par de motetes que nos muestran cómo, con un acompañamiento al continuo y un cantor se crea una espiritualidad de una belleza incomparable», destaca.

Por otro lado, en diciembre de 2019 Radio Clásica grabó en el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, en esta última catedral, nada menos que la reconstrucción litúrgica de Oficio de Tinieblas con las lamentaciones de Iribarren. Actuaron, la Schola Gregoriana del Pontificio Istituto di Musica Sacra de Roma, los Pueri Cantores Málaga y la Capilla de Música 'Maestro Iribarren', con Luis María Pacetti de tenor y Franz Karl Prassl y Antonio del Pino como directores respectivos.

Esta grabación se han convertido ahora, gracias a las Ediciones Paulinas de Roma, en una edición no venal de 500 cedés. Como explica Antonio del Pino, en este cedé de las lamentaciones se encuentra «en 50 minutos, toda mi tesis de 1.500 páginas y siete años de trabajo».

En tiempos de zozobra como los actuales, la música del cada vez más reivindicado Juan Francés de Iribarren regresa a Málaga para regalarnos emoción y belleza a raudales.