Seis meses después de conocerse los primeros casos en China del coronavirus, son pocas las preguntas que tienen respuesta. No obstante, los científicos siguen una carrera contra reloj para lograr la deseada vacuna que ponga fin a la pesadilla. A continuación, se detallan algunos de las claves más importantes.

¿Cuál es su origen?, ¿tiene relación con animales?

Es la enfermedad infecciosa respiratoria causada por el último coronavirus descubierto, el SARS-CoV-2. Tanto el virus como la enfermedad eran desconocidos hasta que estalló el brote en la ciudad china de Wuhan en diciembre. Se trata de la primera gran pandemia de la edad moderna. Científicamente todavía no está clara su procedencia.

Los coronavirus tienen su origen en animales. La posible fuente animal de la covid-19 aún no ha sido confirmada, si bien hay estudios que indican su procedencia de un murciélago que la habría transmitido a otro animal, posiblemente un pangolín, antes de llegar a los seres humanos aunque no hay certeza de ello. El salto pudo producirse a través de un animal de consumo humano o por consumo de animales salvajes, algo común en muchos lugares del mundo, incluida China. Un consumo que puede transmitir estos virus a las personas. Parece descartarse la idea de que el virus se fabricó en un laboratorio, ya que las investigaciones rechazan que se trate de un diseño artificial. Tampoco se han demostrado otras teorías conspirativas, como que la Covid-19 se escapó de una laboratorio de Wuhan.

Tenemos el genoma, pero ni vacuna ni medicamentos

Miles de científicos participan en una carrera contra reloj en busca de la vacuna contra el virus y en los laboratorios investigan un centenar de posibles vacunas, dos con ensayos humanos, si bien se calcula que tardarán entre un año y 18 meses en tener la primera. Tampoco hay medicamentos o tratamientos específicos para prevenir o curar esta enfermedad, aunque para aliviar los síntomas se utilizan los medicamentos de la malaria, el ébola o el sida. La OMS no recomienda automedicarse con ningún fármaco, y ya hay varios ensayos en marcha.

La presidenta de la Sociedad Española de Inmunología, África González, destaca que esta y otras pandemias llegarán y nadie puede estar suficientemente preparado para algo nuevo, como un virus que se propaga de tal manera. Pero resalta que en poco tiempo conocemos ya mucho del virus, de la patología que produce, de su transmisión, su genoma, algo muy importante para dar con la vacuna y los tratamientos. «En tiempo récord se han desarrollado test diagnósticos, tanto para la detección del virus como su respuesta. Tenemos biomarcadores para detectar la tormenta de citocinas y poner inmunoterapia para tratar a los pacientes críticos; tenemos donantes de plasma cuyos anticuerpos habrá que demostrar si pueden verdaderamente aliviar la gravedad de los síntomas de los más vulnerables. Las empresas se han movilizado rápidamente y hay varias vacunas en un tiempo récord probándose en humanos», resalta. La rapidez con la que se están conociendo cosas, advierte la inmunóloga, va unida a mucha desinformación, bulos y medias verdades con las que indica hay que tener «mucho cuidado».

¿El calor mata al coronavirus, es una enfermedad estacional?

El sol y el calor dificultan la transmisión de los virus respiratorios, pero no hay suficientes evidencias científicas de lo que va a pasar con el SARS-CoV-2. Algunos investigadores pronostican que podría resurgir en otoño, coincidiendo con el pico de la gripe. El calor podría atenuar la pandemia, pero no frenarla. Esta teoría tiene detractores que argumentan que de ser así la covid-19 no habría llegado a África ni a otros países como Australia, o a climas tropicales, como es el caso de Filipinas, ni tampoco a la India.

La Organización Mundial de la Salud sostiene que «según las evidencias que hay hasta ahora, el virus que causa la covid-19 puede ser transmitido en todas las zonas, incluyendo las áreas con clima cálido y húmedo».

Niños y adolescentes, ¿se contagian menos?

Las investigaciones emprendidas, según la OMS, indican que los niños y los adolescentes tienen las mismas probabilidades de infectarse que cualquier otro grupo de edad y pueden propagar la enfermedad. No son, como se creía inicialmente, los mayores propagadores, sino que -a tenor de las pruebas realizadas hasta la fecha- tienen menos probabilidades de desarrollar una enfermedad grave, pero con todo se han dado casos graves en estos grupos. El índice de transmisión del coronavirus en niños y en adultos es similar, pero los más pequeños presentan casi siempre cuadros clínicos muy leves o son asintomáticos. Por eso deben seguir las mismas pautas de prevención que los adultos y es importante que eviten el contacto con personas mayores y con otros grupos de riesgo.

Inmunidad de rebaño. ¿Pueden recaer las personas curadas?

Se desconoce si los curados pueden recaer por falta de evidencias científicas, si bien se considera poco probable que las personas que superaron la covid-19 puedan reinfectarse a corto plazo. Tampoco hay pruebas certeras de que queden inmunizados ni por cuánto tiempo son portadores. Son temas en fase de estudio, igual que utilizar el plasma de estas personas para curar a otras. La OMS recomienda el aislamiento de los enfermos recuperados al menos quince días después de dejar de tener síntomas. La inmunidad colectiva mediante contagios, conocida como la inmunidad de rebaño, podría conseguirse con menos personas infectadas de las que se estimaba inicialmente. Un estudio publicado en la revista Sciencie considera que basta con que el nivel se aproxime al 40 por ciento y no al 60 como apuntaban los estudios previos.

La inmunidad de rebaño se obtiene cuando un determinado grupo de personas de una comunidad superan la enfermedad y se vuelven inmunes, lo que ralentiza e incluso detiene su propagación. En España el 95 por ciento de la población no ha tenido contacto todavía con el coronavirus y el estudio de seroprevalencia realizado por el Ministerio de Sanidad estima que sólo el 5,2 % de los españoles han pasado la enfermedad y podrían estar más protegidos ante la infección.

Unos datos que están muy lejos del 40 por ciento que fijan ahora los epidemiólogos para hablar de una inmunidad comunitaria que proteja a conjuntos de personas en colectivos y poblaciones en caso de que se produzca una nueva ola.

¿Contagian las personas asintomáticas?

¿He pasado el coronavirus?, ¿puedo transmitirlo? Estas son dos de las principales preguntas que nos hacemos. Al inicio de la pandemia se desconocía el papel transmisor de los asintómaticos. De hecho, solo quienes presentaban síntomas como fiebre, tos seca y cansancio eran atendidos por los servicios sanitarios. Con nuevos estudios se ha comprobado que las personas con síntomas leves e incluso sin síntomas, pueden transmitir el virus, aunque de momento no se sabe con qué frecuencia ocurre. Cabe recordar que la covid-19 se propaga de persona a persona. Tampoco sabemos aún porqué a unos les afecta tanto y a otros nada, porqué se ceba con los mayores (el 80% de los fallecidos en España tiene más de 70 años), ni el motivo de que haya más hombres afectados que mujeres.

Sí sabemos que se propaga a través de las gotículas que salen despedidas de la nariz o la boca de una persona infectada al toser, estornudar o hablar. Se empieza a investigar si se contagia también a través de las micropartículas que expulsamos al hablar y si estas tienen la carga viral suficiente.

No hay nada confirmado. Por eso es importante mantener la distancia entre personas; lavarse las manos con agua y jabón y usar gel hidroalcohólico -porque las gotículas pueden caer sobre mesas o pomos, de modo que quien los toque se infecte al llevarse las manos a los ojos, la cara o la nariz- y usar mascarillas. Son los tres grandes sistemas de prevención que, según coinciden todos los expertos, debemos utilizar para evitar el contagio.

¿Cuál es la distancia para estar a salvo?

Una de las recomendaciones de la OMS, así como del Ministerio de Sanidad, se ha basado hasta la fecha en mantener una distancia de seguridad de 1,5 a 2 metros. Sin embargo, un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts sostiene que las secreciones respiratorias emitidas por una persona mediante la tos o el estornudo podría recorrer distancias mucho más amplias. El estudio del MIT, apunta que «las exhalaciones, los estornudos y la tos no solo consisten en gotitas mucosalivares que siguen trayectorias de emisión semibalística de corto alcance, sino que, principalmente, están formadas por una nube de gas turbulento multifásico (una bocanada) que atrapa el aire ambiental y transporta un grupo de gotas de diferente tamaño». Esta investigación, llevada a cabo en laboratorio, ha demostrado que la tos puede proyectar líquido a una distancia de hasta 6 metros y que los estornudos pueden alcanzar hasta 8 metros de distancia. En cuanto al contagio por el aire, entendido como transmisión por aerosoles (gotas de menos de 5 micras) a más de 2 metros de distancia, cada vez hay más evidencias de que es posible, sobre todo en espacios cerrados. Según este estudio de los CDC (Centros de Control de Enfermedades) estadounidenses, el virus aguanta intacto hasta 16 horas en aerosoles: pequeñísimas gotas de agua que expulsamos al hablar.

La mascarilla, un escudo protector vilipendiado

La mascarilla es uno de los principales escudos protectores. La OMS y el Ministerio de Sanidad apuntaron inicialmente que solo debían utilizarla los contagiados. Varios estudios han hecho que cambien sus recomendaciones, al demostrarse que frenen los contagios hasta un 95 %. El último ensayo de la Universidad de China en Hong Kong, demuestra que las zonas que adoptaron antes el uso de las mascarillas tuvieron epidemias más leves de Covid-19. Así, en Hong Kong, a pesar de su proximidad a China continental, su tasa de infección es pequeña, con sólo 1.100 casos. Datos que se vinculan con el uso de mascarillas en la ciudad, donde un 98% de encuestados las utilizan. La OMS considera que los guantes dan una falsa seguridad.

La mortalidad real y el número de contagios son la gran incógnita

¿Cuál es la tasa de mortalidad real? ¿Se sabe cuántas personas han fallecido en el mundo? ¿Y el número de infectados? Lo cierto es que seis meses después del inicio de la entonces denominada neumonía de Johan, desconocemos la verdadera tasa de letalidad. Es decir, el porcentaje de casos positivos que fallecen.

De momento se cifra en un 6 % a nivel mundial -cae a la mitad en España- aunque algunos expertos indican que podría disminuir de forma drástica cuando al fin se conozca el número real de casos positivos. Dado que puede haber hasta un 50 % de asintomáticos, la tasa podría reducirse. Los retrasos en la realización de las pruebas y las distintas formas de aportar datos dificulta conocer el número real de contagios y por tanto la tasa de mortalidad.

¿Puedo contagiarme por contacto con las heces o aguas residuales?

Las investigaciones iniciales apuntan que el virus puede estar presente en las heces, pero no se conoce ningún caso de transmisión por vía fecal ni hay pruebas de que la covid-19 sobreviva en el agua, incluida en las aguas residuales. La OMS estudia las investigaciones en curso sobre las formas de propagación y hay varios estudios en marcha en España ya que se piensa que la presencia de covid-19 en esas aguas puede servir para alertar de posibles brotes.

¿Puedo contagiarme por contacto con un animal doméstico?

No existe evidencia. En base a la información, todavía limitada, el riesgo de que los animales transmitan el coronavirus a las personas se considera bajo. Todo apunta a que son las personas quienes se lo transmiten a los animales domésticos. Varios perros y gatos, incluso algún tigre, han dado positivo en las pruebas de detección de la covid-19 tras estar en contacto con humanos contagiados. En condiciones experimentales, tanto gatos como hurones parece que pueden transmitir la infección a otros animales, pero no a las personas. Se ha detectado también el virus en visones criados en granjas.

El único medicamento con luz verde, el Remdesivir

El primer fármaco contra la covid-19 recibió vía libre de la Agencia Europea del Medicamento fue el Veklury (Remdesivir) para el tratamiento del virus en adultos y adolescentes a partir de los 12 años con cuadro de neumonía y que requieran de ventilación asistida. Es el primer tratamiento específico contra la covid-19 que recibe la autorización en la UE.

La autorización se basa en los resultados de un estudio esponsorizado por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades infecciosas de Estados Unidos, según el cual los pacientes tratados con el Remdesivir consiguieron recuperarse en 11 días frente a los 15 que necesitaron los pacientes tratados con placebo.

En el caso de los pacientes más graves, el 90 % se recuperaron seis días antes, 12 frente a los 18 que necesitaron quienes no tomaron Remdesivir. Por último, en el caso de los pacientes con respiración asistida no hubo diferencia, según indica el estudio.