­El estado de alarma decretado por el Gobierno central, el pasado 14 de marzo, para hacer frente a la crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus (Covid-19) supuso el confinamiento de millones de españoles, que tuvieron que cambiar de manera drástica su rutina diaria. Esta situación, completamente desconocida donde reinaba la incertidumbre, ha derivado en importantes consecuencias tanto económicas como psicológicas. El psicólogo y decano del Ilustre Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental ha hablado para este periódico sobre los efectos psicológicos de la pandemia en la población.

El confinamiento ha ocasionado graves consecuencias económicas pero, ¿cómo ha afectado psicológicamente esta situación a la sociedad?

El confinamiento ha alterado casi todos los aspectos de nuestra vida. Ha acarreado muchos problemas mentales y se han agudizado otros muchos, sobre todo de personas que ya los sufrían. La tasa de suicidios ha aumentado, aunque ya de por sí era mayor y una de las principales causas de fallecimiento entre los españoles, más que las muertes producidas por accidentes de tráfico.

¿ Y a qué responde este incremento?

Este aumento se debe a dos causas fundamentales: en la mayoría de los casos ya había problemas mentales previos o por situaciones derivadas de la pandemia, por ejemplo, la pérdida del trabajo; cuando se produce esta situación tendemos a verlo como un callejón sin salida.

Durante la cuarentena muchas personas han sufrido o padecido de insomnio, pero ¿qué otros trastornos se han dado?

La falta de sueño o las pesadillas ha sido muy comunes, esto se debe principalmente a la ansiedad y al estrés post traumático. Aunque no todas las personas han manifestado los mismos síntomas, la mayoría ha sufrido de ansiedad, tristeza, irritación o cambios de humor brusco.

.¿El teletrabajo y telecolegio han tenido algo que ver?

Claro, de repente muchas familias han tenido que convertirse en profesores, y han tenido que compaginar su trabajo con la educación de sus hijos. O adaptarse a teletrabajar con herramientas tecnológicas nuevas. Es una situación completamente nueva y de mucho estrés.

¿Y podemos cómo gestionar esta situación?

Hablando, expresando. Es muy importante sentirse escuchado, contar lo que nos pasa puede ayudarnos a rebajar esa sensación de angustia y ansiedad, pero hay que tener cuidado porque puede tener el efecto contrario. Hay que saber elegir al interlocutor, la persona con la que nos desahogamos debe ser sosegada, si es una persona ansiosa nos producirá más ansiedad.

Entonces ¿cuándo recomienda acudir a un especialista?

Siempre que tengamos estos síntomas hay que acudir al psicólogo, lo mismo es algo pasajero o no y puede derivar en algo muy serio. Hablar las cosas, sentirse escuchado es el mejor de los remedios, pero sobre todo si se hace con un profesional.

Tras la pandemia, ¿han aumentado las consultas a los psicólogos?

Sí, aunque aún existe esa resistencia social de ir a un especialista. La profesión sigue estigmatizada, aún hay personas que piensan que «ir el psicólogo es para locos». Es un servicio al que todos deberíamos acudir, yo el primero.

Con todos los rebrotes que se están produciendo por todo el país, ¿cree que estamos preparados para un nuevo confinamiento?

No, psicológicamente no. Ahora mismo tenemos una sensación de victoria frente a todo lo sucedido y creemos que ya todo esto se quedó en el pasado. Pero la realidad es que el virus sigue ahí fuera y tenemos que convivir con él. Sin embargo, si volviésemos a confinarnos la sociedad tendría una sensación de frustración. Aunque nos acabaríamos adaptando, creo que las consecuencias psicológicas serían peores. Hemos aguantado mucho pero no estamos preparados aún para afrontarlo de nuevo.

En caso de volver a ello, ¿cuál sería la mejor forma de llevarlo en casa?

Establecer una rutina, también es importante mantener un contacto social, es decir, el contacto telemático con amigos, familiares; tener una rutina física haciendo ejercicio o una actividad intelectual. Ya hemos pasado por ello pero aún así es necesario hacer una rutina, establecer puntos o momentos que marquen nuestro día a día para que no sea tan monótono.