Imagine, casualmente, que se produce una crisis sanitaria a nivel global en el año 2020. Imagine ahora que el mundo, en su totalidad, cierra de un portazo las fronteras. Imagine que la decisión mundial no es otra que permanecer en casa. Ahora proyecte en su mente más de siete mil millones de personas encerradas en sus hogares durante meses. El planeta se divorcia de sus habitantes, el globo jubila a sus ciudadanos por adelantado. Todo el mundo a casa.Ahora suponga que no tiene hogar, que no tiene lugar en el que refugiarse. Todo el mundo a casa. ¿Cómo, si no tengo?

Esta es la realidad que muchas personas han tenido que afrontar durante los últimos meses. Individuos sin un techo bajo el que dormir, que se han visto obligados a remar involuntariamente a contracorriente por no tener una casa, por no poder quedarse en casa. Y en Málaga no ha sido para menos.

«Si no me enfermé fue de casualidad. Llevo más de un mes en la calle. Ayer dormí tirado en el suelo, esa es mi realidad. A mí, particularmente, la cuarentena me mató», afirma Alejandro Arviri, argentino que desde hace 20 años vive en Málaga. Como Alejandro, otras 356 personas sin hogar han sido identificadas en Málaga durante el coronavirus, de acuerdo con un estudio realizado por la Agrupación de Desarrollo de Personas sin Hogar de Málaga.

«La crisis sanitaria y el confinamiento desveló hasta qué punto estábamos equivocados. Nadie se esperaba esto», señala Alejandro Cortina, director de Málaga Acoge, una de las asociaciones que conforman la Agrupación. El estudio supera con creces los números previos que manejaban las administraciones locales y entidades sociales: un 224% más de personas sin hogar de las que se estimaban. «Las valoraciones fueron mucho menores de la magnitud real del problema. Se ha intentado dar asistencia en centros y en la calle. Pero cuando las estimaciones son erróneas, las soluciones también lo son», afirma el director de Málaga Acoge.

De ello que las medidas hayan sido «insuficientes», de acuerdo con Cortina. El mismo estudio, que todavía se encuentra en proceso de edición, muestra que 179 personas sin techo (el 50,14%) se encontraban en situación de calle durante el confinamiento. Es decir, más de la mitad de las personas sin hogar de Málaga han pasado la cuarentena expuestos, en las calles. «El colectivo de las personas sin hogar, como siempre, ha sido el gran olvidado en esta crisis sanitaria. Son los últimos en recibir ayuda. Llega el estado de alarma y todo el mundo se atrinchera en sus casas, se aprovisiona de recursos -recordemos el terrorífico episodio del papel higiénico-. Pero estas personas se quedan en la calle», afirma Pablo Mapelli, director del comedor Santo Domingo.

A pesar de que las medidas han sido insuficientes -reiteramos el 224% de desajuste en las estimaciones-, no todos los esfuerzos han sido en vano. El Albergue Juvenil de Torremolinos fue cedido para proteger a las personas sin hogar de Málaga -aunque se cerró a mediados de junio como centro de acogida- , la Residencia Betania, cedida por la Diócesis malagueña, ha proporcionado asistencia sanitaria a 78 personas sin hogar hasta el momento, mientras que el Centro de Acogida San Juan de Dios, en el centro de Málaga, ha hospedado durante el confinamiento a 33 personas.

Pero no todos los problemas de las personas sin techo terminan donde muere el coronavirus. Todo lo contrario. Arviri señala algunas de las dificultades que, como persona sin hogar, tiene que enfrentar en la nueva normalidad: «Las oficinas no atienden. Necesitas cita telefónica para ir al médico. Yo me quedé sin teléfono hace un tiempo y ahora no puedo hacer absolutamente nada.» Alejandro Arviri, que desde hace dos años asiste al comedor social Santo Domingo, no comprende algunas de las exigencias que se le reclama: «Entiendo que las medidas que se tomaron fueron generales, para toda la gente. Eso es lógico. Pero me exigen que me esté lavando las manos o poniendo la mascarilla,y ahora me van a dar la comida y tengo que comerla en la calle. Es un poco ridículo». Arvira lleva un mes esperando a ingresar en un albergue, los cuales están «sobrepasados», según el argentino. «Uno de los albergues, el de Cruz Roja, tuvo un rebrote de coronavirus. No sé si tuve suerte o no de quedarme en la calle», comenta entre risas.

Otro de los rasgos a destacar del sinhogarismo malagueño es su feminización. Según el estudio llevado a cabo por la Agrupación de Desarrollo de Personas sin Hogar de Málaga, una de cada cuatro personas sin techo es una mujer (22,13%). Además, el 36,7% de ellas se encuentra en situación de sinhogarismo desde hace relativamente poco (entre tres meses y un año), mientras que el 35,44% de las mujeres llevan en la calle más de un año. «En cuanto al número de mujeres, seguramente esto ya era así. Pero no lo hemos visto antes», aclara Cortina. Las personas más jóvenes también han tenido dificultades en la cuarentena: «Al principio de la cuarentena los jóvenes estaban muy inquietos. Querían salir a la calle. A estas personas les resultaba muy duro quedarse encerradas», argumenta Araceli López, encargada del programa de acogida del Centro San Juan de Dios.

El aseo e higiene ha sido otra de las dificultades que las personas sin hogar han tenido que afrontar durante los últimos meses: «Nos consta de algunas personas que han estado más de 60 días sin ducharse», declara Cortina, mientras que el director del comedor Santo Domingo afirma que otros muchos dependen de los centros comerciales o duchas públicas para asearse: «Con todo cerrado no te puedes duchar. Hay personas que se han deteriorado mucho porque han pasado todo el estado de alarma en la calle.»

¿Cómo solucionar un problema de esta escala?, ¿un problema que la crisis sanitaria ha agravado y que seguirá existiendo? Alejandro Cortina lo tiene claro: «La ciudad de Málaga debe elaborar un plan que aborde el sinhogarismo. Una vivienda normalizada debe ser posible. No hablo de albergues, sino de viviendas que permitan a las personas sin hogar comenzar una vida normal, que puedan buscar empleo.» De acuerdo con el estudio, el 83,23% de las personas sin hogar demandan estas viviendas normalizadas. Por otra parte, la Agrupación de Desarrollo también propuso en el Plan de Reconstrucción de Málaga que se archivasen las multas contra las personas sin hogar a raíz de encontrarse en la calle durante el confinamiento. «Nos consta que algunas personas sin hogar han sido multadas durante la cuarentena, es absurdo», argumenta Cortina.

«No parece admisible que la única respuesta sea que estas personas vuelvan a la calle», afirman desde Málaga Acoge. Lo cierto es que el mundo se ha detenido, y eso no tiene usted ninguna necesidad de imaginárselo. Muchas personas, familias, viven en la calle, bajo portales, y miradas de paseantes. Eso tampoco tiene que imaginarlo. Se ha ordenado que permanezca en casa. Y por dios, cómo va a imaginar eso usted si lo ha vivido de primera mano. Pero quizás lo que haya que imaginar, no tanto porque sea fantasía sino una realidad abrumadora, es que bajo el lema «quédate en casa» se hospedan cientos de personas en la ciudad de Málaga buscando un hogar, un techo, un plato de comida o una vida por vivir. No, no es posible. No es posible que todo el mundo vaya a casa. Deje de imaginar. Es la realidad.

"Al principio pensaba que todo era mentira»

Aunque el coronavirus ha castigado a muchas personas sin hogar, algunos sin techo han sido más afortunados que otros. El caso del Centro de Cogida San Juan de Dios es extremadamente curioso: 33 personas de nueve nacionalidades diferentes -algunas no hablan español- han convivido juntos durante los meses que ha durado el confinamiento. Pero no fue sencillo desde el comienzo. «Ellos tienen una impresión de pseudolibertad, de tener pocos horarios. Al comienzo de la pandemia tuvimos que decirles que tocaba encerrarse. Ocupamos el tiempo libre realizando talleres -llevan 64 talleres desde el comienzo del estado de alarma-se organizan juegos de mesa, se ven películas y hasta tenemos un futbolín», comenta Araceli López, encargada del programa de acogida del centro.

«Al principio yo no creía en la pandemia, pensaba que era todo mentira hasta que nos dijeron que teníamos que estar dentro”, apunta Yosif, uno de los acogidos en el centro. Yosif señala, también para ellos, la dificultad que ha supuesto la pandemia: «No ha sido fácil. Aquí he pensado dos o tres veces en coger la mochila e irme. Es normal. En tu casa discutes con tus hermanos o tus padres casi a diario, aquí somos muchos. Pero al final la pandemia me ha ayudado. Pienso que podría estar peor y lo agradezco mucho.»

Juan Manuel Ortega, otro de los acogidos del centro, avala a su compañero Yosif: «Siempre hay personas que están peor que tú. Hay que saber comprender al otro, eso también es un arte. Tiene mucho mérito como hemos convivido estos.»

«Uno de los chicos, Francis, me dijo que no quería que se acabase el coronavirus. ¿Cómo no vas a querer que acabe esto?», se pregunta Araceli, que revela la respuesta del acogido: «Porque antes no tenía casa, ni dónde comer. Ahora tengo una familia.» Como ven, hay algo de luz en esto del coronavirus.