El nunca bien ponderado plano de Joseph Carrión de Mula de la Málaga de finales del XVIII tiene el detalle de señalarnos el avance de la playa que había delante de Puerta del Mar desde 1738 hasta 1786.

En 1738, la playa llegaba a la actual hilera sur de ficus de la Alameda, con lo que el edificio de la Equitativa, de haberse levantado entonces, habría sido una suerte de Torre de Pisa o más bien, como el monumento semienterrado en la arena, en la escena final de 'El planeta de los simios'.

Hacia 1754 la playa ya se había extendido lo suficiente para que surgieran calles como la del Peligro, hoy calle Trinidad Grund. Lo de su 'peligrosidad' ignora un servidor si se debió a la proximidad del mar o a la existencia de almacenes portuarios que cuyo ambiente quizás no fuera una fuente de seguridad.

Lo que sí parece es que en 1786 la playa estaba lo suficientemente alejada de Puerta del Mar y estabilizada la zona como para que un año antes se plantara una alameda, que según Carrión de Mulo constaba de un paseo central y dos hileras de álamos a cada lado, que comenzaban a la altura del inicio de calle Martínez y concluían en el fuerte de San Lorenzo, que por entonces 'taponaba' la salida al río.

Los ficus grandiosos, tal y como los conocemos, parece que se plantaron en la década de 1870, aunque algunos expertos hablan de la década de 1850. El caso es que sustituyeron a los álamos blancos, aunque no todos llegaron a nuestros días. En enero de 1963, por ejemplo, vientos huracanados desplomaron uno de ellos mientras que también cayeron sendos ficus en 2010 y en diciembre de 2017.

Por suerte, este último ejemplar tiene una segunda vida en el llamado Bulevar de las Artes de Churriana, el paseo dedicado a Francisco Flores Prado lleno de esculturas, la mayoría talladas en madera, gracias al interés de la asociación cultural Mivo.

Como explican sus responsables, Enrique Rute y Trini Ruiz, el área de Parques y Jardines conservaba el ficus dañado en su sede de la Hacienda Quintana, en Ciudad Jardín, y fue la encargada de transportar, en 2018, una buena parte del tronco, ya sin la copa, hasta la casa taller del escultor gallego Santiago Pidal, vecino de Churriana desde hace cerca de 40 años.

Allí, el artista transformó el ficus en una obra de arte y le incrustó trozos de cerámica en forma de ojos que le dieron una apariencia humana, así como pájaros que parecen acompañar el tronco a corta distancia.

Para darle una mayor apariencia de criatura fantástica dio la vuelta al tronco, de tal forma que la parte superior parece ahora los pies y la inferior, una frondosa cabellera. Santiago Pidal tituló la obra 'Pachufo de los bosques', una especie de duende, explican los responsables de la asociación Mivo. En cualquier caso, una hermosa manera de seguir en las calles de Málaga.