Entre las muchas comparaciones humorísticas que nos regala la lengua española se encuentra la que asegura de alguien que es «más pesao que un tanque en la solapa».

No hay ni que pensar en colocarse un tanque en el ojal, pero la imagen quizás la compartan algunos lectores al recorrer el escenario de hoy, bastante presente en esta sección.

Sin embargo, a riesgo de parecer pesado, pesan más que el tanque las quejas de los vecinos, porque el destino les ha deparado compartir vecindad con el deprimente descampado de la calle Ferrería de Heredia, situado entre el Parque de Huelin y El Bulto.

Los vecinos llevan muchos lustros reclamando una solución que les aparte del horizonte perpetuo de polvo en verano y lodo con la llegada de las lluvias. El inhóspito paraje recuerda a otra parcela, esta finalmente urbanizada y civilizada, en la calle México, en la zona de Carlos de Haya, que también dio días de gloria a quienes vivían por el entorno.

La de la calle Ferrería de Heredia da la impresión de que será una carrera más larga hasta alcanzar la meta. El descampado lleva muchos años siendo un aparcamiento vigilado, pero los vecinos están cansados de denunciar que también se ha convertido en depósito de coches abandonados.

Como saben, la presencia de coches abandonados suele conllevar el consiguiente destripamiento del automóvil, de ahí que sea normal toparse con piezas despanzurradas y en el peor de los casos, con el coche convertido en una hoguera de San Juan.

El terrizo se encuentra a la espalda del Cottolengo, y en la zona más pegada a la institución abundaba estos días la hierba reseca.

El Ayuntamiento ha hecho un estupendo trabajo justo en la parte delantera del Cottolenga, la que da al paseo Antonio Machado, al tranformar un pequeño terrizo abandonado en un vergel.

Por desgracia, no puede hacer nada parecido en el solar de calle Ferrería de Heredia porque es privado, aunque según contaba el exconcejal Raúl Jiménez, el Ayuntamiento llevaba varios años tratando de localizar a los herederos de un aristócrata, el antiguo dueño.

El actual PGOU prevé que en el terrizo vayan un equipamiento y espacios libres. Mientras se materializa este deseo urbanístico, otro buen medidor del estado de decrepitud del espacio es un polvoriento ficus de raíces aéreas, situado en el interior de la parcela, en el que casi nunca falta su puñadito de basura ni las ramas que incordian a los pisos más próximos.

Con este panorama, no vayan en busca de la paz interior a la calle Ferrería de Heredia, si hablamos de tanques y pesos les invadirá la pesadumbre, una sensación que los vecinos de este polvoriento enclave conocen, por desgracia, bastante bien.