Alijos de droga ante bañistas en Estepona o Manilva. Una gran narcolancha abandonada en la playa de El Banjondillo de Torremolinos. Un grupo cargando a toda prisa una embarcación con garrafas de combustible en el puerto de La Duquesa. La patrullera de la Guardia Civil acorrala a una lancha con droga cuyos tripulantes varan en una céntrica playa de Fuengirola para intentar huir. Yates que llegan a los puertos deportivos de la Costa del Sol cargados de hachís. Un embarcadero para narcolanchas en Almayate... Imágenes que antes procedían casi exclusivamente de las costas de Cádiz ya son habituales en nuestro litoral.

La presencia del crimen organizado en la Costa del Sol no es una novedad, pero sí se puede hablar de una nueva normalidad que mucho tiene que ver con la presión policial que el Estado lleva a cabo en el Estrecho de Gibraltar, el principal pasillo del hachís procedente de Marruecos y la cocaína sudamericana que entra por el puerto de Algeciras. Así lo reconoce el Informe Anual de Seguridad Nacional del año 2019, un documento que ya habla abiertamente de Málaga, Huelva y el cauce del río Guadalquivir como las zonas de expansión de los traficantes de cannabis para eludir esa presión sobre el control y la inspección de las embarcaciones semirrígidas de alta velocidad (RHIBS), más conocidas como narcolanchas, hasta el punto de que la tradicional ruta del Mediterráneo oriental también se ha visto obligada a desplazarse al noroeste de Argelia y complementar los envíos en dobles fondos de veleros y otras embarcaciones de recreo menos llamativas que las planeadoras de goma. Esta conclusión coincide con el reciente anuncio del ministro del Interior de que el Plan Especial en la lucha contra el narcotráfico del Campo de Gibraltar se amplía hasta el 31 de diciembre de 2021 y que su aplicación afectará a toda la provincia de Málaga.

«La entrada de hachís por las costas de Málaga, Granada o Almería no es nueva, ha existido siempre, pero ahora es más visible porque esa presión lleva a los grupos del Campo de Gibraltar a buscar alternativas para desembarcar la droga», aseguran fuentes de la Guardia Civil. Esas alternativas no sólo son marítimas. La presión les ha vuelto más visibles porque se han visto obligados a ampliar su jornada laboral y a buscar una oportunidad a cualquier hora del día. Lejos de una impunidad no tan remota, el hostigamiento por tierra, mar y aire les exige hacer rutas más largas y esto requiere una gran cobertura mar adentro. Al contrario que años atrás, las embarcaciones no abandonan el agua tras los alijos salvo causa mayor y eso requiere una atención constante de custodia, pilotaje, mecánica y un repostaje que se hace a varias millas de la costa: «Esto les cuesta mucho dinero». Por su parte, la presencia de varios puertos deportivos en la costa de Málaga representa una gran oportunidad para los narcos, ya que les permite utilizar embarcaciones recreativas como nodrizas que reparten la droga a otras más pequeñas o introducirla directamente por los puntos de atraque.

Cooperativas

En tierra, toda organización necesita una infraestructura para recepcionar eficazmente la droga, almacenarla y finalmente darle salida. Para ello, los grupos que dominan el Estrecho buscan la ayuda de narcos autóctonos que conocen bien los secretos de la costa malagueña y con los que no interesa abrir una guerra territorial: «Funcionan como cooperativas. Intercambian recursos y reparten beneficios», explica un investigador antes de añadir que esto implica que los márgenes de beneficios sean menores que hace unos años, aunque siguen siendo muy rentables. Desde que el plan especial contra el narcotráfico del Campo de Gibraltar arrancara hace dos años, rara es la semana que el instituto armado no protagoniza en la provincia de Málaga alguna operación antidroga cuya matriz se encuentre en las costas de Cádiz. Durante estos últimos meses han trascendido operativos que llevaron a los investigadores a municipios de interior, como Antequera, Villanueva del Trabuco y Villanueva de Tapia, donde los narcos, frente a la presión policial que hay en litoral, buscan la discreción de pueblos pequeños con buenos accesos a las autovías.

En la costa malagueña, a las habituales actuaciones en municipios occidentales como Manilva, Casares, Estepona, esta misma semana ha sido escenario de importantes operaciones en la zona de la Axarquía. Al menos 14 personas fueron detenidas por la Guardia Civil en dos operaciones que afectaron a los municipios de Rincón de la Victoria, Totalán, Vélez-Málaga, Algarrobo, Nerja y la capital malagueña. Uno de los registros tuvo lugar en un embarcadero situado en Almayate, donde los agentes intervinieron una embarcación y maquinaria para elevar y trasladar barcos.