Como ha informado La Opinión en este mes que se nos va, aparte del Universo, que sigue en plena expansión, también el horizonte musical de Málaga se expande.

Prueba de ello son las nuevas grabaciones que recuperan joyas musicales de Juan Francés de Iribarren, organista navarro del siglo XVIII que pasó buena parte de su vida laboral en la Catedral de Málaga, y de Juan Cansino, organista malagueño del XIX, uno de cuyos Stabat Mater ha sido grabado por Carlos Álvarez, con la colaboración de Antonio Banderas y la Fundación Lágrimas y Favores.

Málaga es tierra de música clásica, como lo evidencian estas grabaciones, pero también el barrio de La Paz, con nombres de grandes compositores por la intermediación de un melómano como don Juan de la Rosa, famoso director de la Caja de Ahorros de Ronda, la entidad creadora del barrio.

Otro núcleo musical del callejero bastante importante se lo debemos a un melómano como el desaparecido alcalde Pedro Aparicio. Esto explica que haya polígonos industriales y centros comerciales surcados no sólo por compositores, también por intérpretes.

Lo podemos comprobar, por ejemplo, en las inmediaciones del Ikea y Plaza Mayor, donde conviven legendarios cantantes de ópera como Montserrat Caballé, Alfredo Kraus, Teresa Berganza y José Carreras.

Tampoco falta en el elenco la calle dedicada a Victoria de los Ángeles que, como saben, no es ningún cuatro alegórico del Greco sino una famosísima soprano barcelonesa, fallecida en 2005. Por cierto, quizás su nombre, Victoria, tenga reminiscencias malagueñas, porque su padre era de Fuengirola.

La pena es que, desde hace bastante tiempo, quién sabe si por el tremendo desajuste que se ha producido durante los meses de confinamiento, la 'victoria de los Ángeles' es ahora mismo una victoria pírrica, es decir, inútil. Es más, se respira en toda esta vía una sensación de derrotismo, por la extrema dejadez que exhibe.

Como explica Francisco Moreno, un vecino de San Julián con el que hace unos días el firmante recorría la calle, no es la primera vez que aparece tan descuidada, así que no lo achaca al confinamiento sino a la descoordinación.

Escoltada por plátanos orientales, la Málaga Film Office podría muy bien ofrecerla para cualquier producción que quiera 'subirse a la ola' y rodar algo sobre un futuro vírico y apocalíptico, porque las matas de esta calle alcanzan un nivel casi cinematográfico, digno de la gran pantalla.

El asunto es que no solo salen de los alcorques sino que se abren paso por el estrecho hueco que hay entre el bordillo de la acera y la calzada. El resultado es espeluznante, así que, o bien se adecenta pronto o se aprovecha para el cine. No hay otra.