Si este verano no ha pegado fuerte en los medios el famoso asunto del saneamiento integral de la Costa del Sol no se debe a que no esté de actualidad, pues la nueva depuradora de Nerja disminuirá el marraneo de todos los veranos.

El que haya pasado a un segundo plano se debe a que el microscópico coronavirus ha copado toda la actualidad, pues dejar de recibir por mar los desperdicios más variados y originales que se vierten por Nerja es una gratísima noticia.

Alcanzado el objetivo provincial de tener una Costa del Sol en la que tirar de la cadena no sea una actividad de riesgo, sería el momento de plantearse el saneamiento integral de nuestros polígonos industriales, pues en pocas partes de Málaga hay un contraste tan grande entre el nombre de las calles, dedicadas en muchas ocasiones a grandes personalidades de la Música, las Letras o el Pensamiento, y la suciedad y maleza reinantes.

Una pincelada de estos dos elementos -porquería y vegetación en estado amazónico- podíamos encontrar a finales del mes pasado en el Polígono Villa Rosa, en concreto en el cruce del antiguo carril que conducía a la fábrica de la Cruzcampo con la calle Peña de Francia. Esta última vía, a propósito, hace referencia a una sierra que lejos de estar en la frontera con nuestros vecinos galos, se encuentra en Salamanca. Además, el veterano periodista Domingo Mérida nos recuerda que aparece mencionada en un capítulo del Quijote («Dios te guíe y la Peña de Francia»).

Tan cervantinos atributos no han evitado que esta calle pueda contabilizar en el imaginario popular como tugurio, sobre todo cuando más cerca está del carril de la Cruzcampo.

Justo en la esquina una tupida vegetación linda con los coches que, si se pasan varios días aparcados es probable que amanezcan invadidos por las plantas, como les pasa a los viejos templos de Camboya.

Si solo fuera un cañaveral desmadrado tendría un pase, o una poda, pero justo la esquina es utilizada de forma sistemática por ignotas tribus de bípedos mamíferos para soltar el exceso de escombros de su trajín diario (o de su mollera). Así que el panorama no es ni bucólico ni 'industrioso', sino una mezcla de lo peor de las dos esferas.

En todo caso, llamaba la atención la acumulación de muebles junto a un único contenedor, la suciedad 'espurreada' por las cañas y todo esto a pocos metros de la sede de Canal Sur, cuyos invitados se llevan el recuerdo de un paraje descuidado, con un Carril de la Cruzcampo con vegetación descarriada. Y a partir de la calle Peña de Francia y durante un largo tramo, desprovisto de aceras, así que a nadie sorprenderá toparse con la chica de la curva.

En resumen, un entorno inquietante y descuidado que no invita a 'pegarse de tortas' para instalar, como sea, un negocio en tan agrestes andurriales.