Leo, el primer hijo de María y Víctor, una joven pareja de Casares Costa, tenía que haber nacido el 28 de julio de 2018. Tras un embarazo tranquilo hasta el tercer mes, su madre entró en las urgencias del Hospital Materno Infantil de Málaga el 29 de marzo, con 22 semanas y cinco días de gestación, prácticamente cuatro meses antes de la fecha prevista para el nacimiento. Una grave hemorragia era la causante de la emergencia. Lograron controlarla y María se tuvo que quedar hospitalizada por lo delicado de su situación. Nueve días más tarde, el 6 de abril, María entraba de urgencia en los paritorios del Materno justo cuando iniciaba la semana 24 del embarazo de su primogénito. «Me vino una hemorragia muy fuerte, tenía infección y empezaron las contracciones, se me había borrado ya el cuello del útero, estaba en peligro y se decidió que era el momento de dar a luz», recuerda María Piquer, la madre de Leo.

El parto duró más de trece horas, Leo nació a las diez de la noche y pesó 550 gramos. «Antes del parto, en las horas previas, pensaba que lo iba a tener y que se iba a morir-recuerda María- pero justo en el momento del parto, al tenerlo, me di cuenta de que el niño había nacido vivo porque me dio una patada. Fue en ese momento cuando se me quitó cualquier pensamiento negativo sobre mi hijo», indica María.

A partir de ahí se inició un largo proceso de 137 días para salvar y estabilizar la vida de Leo. Los prematuros extremos suelen presentar un cuadro con diferentes complicaciones agudas. Entre ellas, importantes problemas respiratorios, el desarrollo de una enfermedad pulmonar crónica, trastornos motrices y aumento de la posibilidad de tener una hemorragia cerebral.

Leo recibía los cuidados de la UCI del Servicio de Neonatología del Hospital Materno Infantil de Málaga, una unidad de referencia en la sanidad española y andaluza que está especializada en tratar a bebés que nacen a partir del límite de viabilidad de una gestación, es decir, 23 semanas. Según los estándares marcados por la Sociedad Estatal de Neonatología, este centro tiene el nivel máximo de complejidad asistencial. Aunque da servicio principalmente a la provincia de Málaga, también llegan hasta sus instalaciones pequeños del resto de provincias andaluzas, Ceuta, Melilla y el norte de Marruecos.

Un proceso largo y complejo

Leo se enfrentaba a un largo camino que tenía como meta prepararlo lo mejor posible físicamente para poder tener una vida normal, sin secuelas.

María recuerda aquellas duras semanas repletas de incertidumbre y temor por la vida de su hijo: graves problemas respiratorios, múltiples infecciones, cada gramo de peso que Leo ganaba se celebraba como si fuera definitivo.

«Tras el parto estuvo intubado durante 95 días, desde el 6 de abril hasta el 18 de agosto -rememora su madre, recordando el momento más crítico de Leo- al mes y medio de estar en la UCI se puso muy malo, le cayó la tensión y no había manera de subírsela. No orinaba, retenía líquidos. Los médicos decidieron hacerle una diálisis peritoneal para vaciarle los fluidos como última medida para salvarle la vida. Se la hicieron y fue un éxito.A partir de ahí remontó maravillosamente. Se había salvado», afirma su madre.

Ese momento sirvió para que Leo tocara fondo y empezara a nadar hacia la superficie. Tras los meses de UCI pasó varias semanas en la Unidad de Cuidados Intermedios. Fue allí cuando María pudo coger en brazos por vez primera a su hijo. Habían pasado más de tres meses de su nacimiento, «ese primer día me dio mucho miedo cogerlo porque estaba malito -recuerda la madre- las semanas siguientes ya no lo solté».

Hoy en día, Leo Morales Piquer es un niño de dos años y cuatro meses que, según su madre, «aprende fácil y es inteligente». No tiene casi secuelas por ser prematuro extremo salvo una retinopatía que le afecta a los dos ojos y de la que ya ha sido operado. Neurológicamente está bien. Tiene displasia pulmonar aunque la tiene controlada por los profesionales del Materno Infantil en las revisiones a las que se somete.

María hace balance de estos casi dos años y medio «Sigo teniendo contacto con el equipo. de Neonatología. Les echo de menos. Para el cumpleaños de Leo nos mandan videos. El vínculo con ellos es para toda la vida. A pesar de haber pasado momentos críticos allí, cuando voy al Materno me sigue haciendo mucha ilusión. Les estaré agradecida toda mi vida. Atendieron al niño, al padre y a la madre. Veo a mi hijo y me sigo emocionando porque es increíble verle cómo está. Leo nos aporta todo. La experiencia que hemos vivido por él, a pesar de ser durísima, no la cambio por nada en mi vida. Me ha hecho ver la vida de otra manera».