Los taxistas malagueños, 1.432 en total, están sufriendo las embestidas de la pandemia del coronavirus como todos los sectores económicos, aunque ellos, tal vez, con mayor virulencia dada la evidente dependencia de la economía de la capital de la actividad turística. Así, este verano se están produciendo caídas de la facturación de hasta un 80%, según explica Guillermo Díaz, presidente de la Asociación Unificada de Autónomos del Taxi de Málaga.

«La facturación a pie de calle ha sufrido una caída estos días de hasta el 80%», dice, y compara el dato con el verano de 2019, cuando la actividad turística no mostraba signos de agotamiento o estabilización. «Ha sido brutal», agrega, y recalca que ha dejado de venir mucho turismo nacional e internacional, tanto durante el confinamiento domiciliario, que duró desde mediados de marzo a casi finales de junio, y estos meses de verano, julio, agosto y septiembre, la época fuerte en la que muchos taxistas hacen caja y ahorran para tirar el resto del año. «Casi todo lo que movemos al año no está viniendo, ahora no tenemos nocturnidad, que era una de nuestras vías de ingreso, cae la facturación, además de que el servicio está reducido, no trabaja toda la flota con el fin de reducir la exposición al virus de los taxistas y los clientes, reducir la presencia en la calle; antes estaban las paradas llenas», recalca.

Este profesional explica que sólo trabaja cada día entre el 47% y el 50% de la flota en la capital, unos 13. o 14 jornadas al mes, cupos fijados por el Ayuntamiento de Málaga, que es quien tiene competencias en este sentido. «Vamos rotando, por grupos», dice. «Esto se hace por ley, el Ayuntamiento tiene la última palabra y vio que era positivo de forma que hubiera menos público esperando en las paradas de taxis, lo que supone menos riesgo y menor contaminación de los usuarios», reseña, para incidir al instante: «Trabajamos menos tiempo».

«Lo importante, de cualquier forma, es cubrir la demanda, que siempre haya un taxi esperando en la parada para dar servicio al ciudadano: ahora somos 1.432 en la capital».

¿Qué reivindica el colectivo? ¿En qué pueden ayudarles las administraciones públicas en este panorama u horizonte transido de malos presagios económicos dado que el virus sigue haciendo estragos en el país y la provincia pese a que ya se escuchan ecos lejanos de vacunas y posibles tratamientos? La reivindicación de los taxistas, apunta, es económica, de forma que solicitan a las instituciones apoyo en la publicidad, en la promoción de servicios, que se hagan campañas que ayuden al ciudadano a decidirse por un taxi a la hora de usar el transporte público. «Nosotros casi desde el primer minuto de la pandemia hemos ofrecido servicios gratuitos, hemos cumplido la normativa y, por ejemplo, Cabify y Uber dejaron de operar: nosotros hemos puestos mamparas y ofrecemos líquido desinfectante, mascarillas y guantes a los clientes, y todos esos gastos los estamos haciendo en un periodo en el que estamos facturando mucho menos. Ahí también nos pueden echar una mano. A nosotros, todo esto nos supone unos gastos mensuales de 90 o 100 euros», dice, para recordar que llevan seis meses casi haciendo frente a este desembolso, y que hay muchos que además han comprando máquinas de ozono o purificadores de aire para que coger el taxi sea seguro tanto para los conductores profesionales como para los clientes del servicio. «Tenemos todo lo que podemos tener en cuanto al tema sanitario. Las mamparas de protección las puso la mayoría de la flota», recalca.

Destaca el presidente de Aumat que, como a otros sectores, les han echado una mano con la cuota de autónomo y ahora tienen, además, una «pequeña ayuda» hasta septiembre.

«Hay que tener en cuenta que la temporada fuerte para el sector es el verano, julio, agosto y septiembre, y le puedo decir que, por coche, puede haber pérdidas de 4.000 ó 5.000 euros en relación al pasado verano. Si al Aeropuerto llegaban 480 vuelos diarios el pasado verano este año no llegan ni a cien. Nos vemos muy afectados por la caída del turismo. En cuanto a los hoteles, si no hay ni un 10% abiertos y la nocturnidad no la tenemos...», dice, para recordar además que se ha limitado su presencia en zonas como el aeródromo de la Costa del Sol u otros nudos de comunicaciones como María Zambrano-Vialia.

«El trabajo diurno, de mañana, sigue igual, llevamos gente al mercado, al hospital, eso lo tenemos ahí, pero el turismo, que es lo que nos daba estabilidad, ese trabajo se ha perdido; para que se haga una idea, hasta marzo de este año habíamos subido la facturación un 22% en relación al año pasado, y ahora hacemos frente a una caída del 80%». Insiste en la necesidad de que haya más ayudas fiscales y para los autónomos y recalca la necesidad de que se les apoye en cuanto a promociones y en la instalación de medidas de seguridad en los coches.

Varios taxistas consultados por este periódico confirman que trabajan menos días y que la caída en el Aeropuerto «ha sido brutal, como si fuera invierno», además de situar la caída de facturación en un 50% como mínimo, con una media actual de cinco carreras al día. «Sin Semana Santa, sin Aeropuerto, la noche desierta y ahora sin Feria», dicen.