Una de las sorpresas más llamativas de Nueva York es la pésima calidad de sus aceras, meras planchas sin gracia depositadas en el suelo en una época ignota, a años luz de las que pueden encontrarse en cualquier barrio de Málaga.

La calidad cuartelera del suelo que a diario pisan millones de personas simboliza el discreto peso de la esfera pública en Estados Unidos, donde en otros aspectos como el reciclaje de basura tienen cosas que aprender de algunas ciudades europeas.

En Málaga, sin ir más lejos, cada vez hay más contenedores de reciclaje, aunque en lugares tan frecuentados como el Centro Histórico -si nos olvidamos de estos meses de Covid- la verdad es que escasean los contenedores de plástico, mientras que abundan los de vidrio, papel y basura orgánica, reflejo de un barrio repleto de bares y restaurantes.

De la concentración de contenedores en un solo lugar da buena cuenta la parte trasera de la plaza de San Pedro Alcántara o si lo prefieren, la delantera de la plaza del Teatro. Allí, el paseante se topará con una espléndida hilera formada por dos contenedores para reciclar vidrio y cuatro de basura orgánica. Seis en total.

Hay que confiar en que se trate de una medida provisional, motivada por las obras en los dos maravillosos bloques contiguos, casi idénticos, diseñados en 1851 por Rafael Mitjana y levantados por los Larios en parte de los terrenos del Convento de San Pedro Alcántara.

Entre otras cosas porque este frontal de contenedores (por supuesto, sin contenedor para echar los plásticos), tapona las vistas de uno de los árboles más bonitos y veteranos de Málaga, el ficus de raíces aéreas que da a la calle Muro de San Julián y a la plaza del Teatro.

Ojo, porque no hay que confundirlo con el de la vecina plaza del Teatro, que es un ficus de otro tipo, también de porte grandioso, visible desde calle Carretería.

El que hoy nos ocupa tiene un batallón de contenedores a la vanguardia y es un 'Ficus macrophylla', la más espectacular de las especies de ficus; este ejemplar en concreto es de tal porte y belleza que hace 25 años ya fue uno de los protagonistas del estupendo libro Árboles de Málaga. Ejemplares notables de Málaga y su provincia.

Un árbol así no merece este frontal de reciclaje y basura orgánica. Esperemos que sea trasladado tras las obras.

Cuestión aparte es su estado, con algunas hojas que parecen querer despedirse poco a poco del mundo. ¿Tienen alguna enfermedad? Habría que verlo.

En cuanto a la edad del ejemplar, un servidor la desconoce, pero si los Larios urbanizaron los terrenos conventuales y tuvieron querencia por este tipo de ficus (véanse los Jardines de la Aurora), no es un despropósito aventurar que su origen pudo estar ligado a ellos.