Siempre resulta fascinante que el callejero de Málaga recupere a personajes que, de otro modo, permanecerían ocultos en las frondosas ramas de la Historia de España.

Es el caso, por ejemplo, de un hijo ilegítimo del Rey Alfonso XI de Castilla, hermano a su vez de Enrique II de Castilla y hermanastro de Pedro I el Cruel, que rumbeó por el mundo allá por el siglo XIV.

En el pequeño barrio de casas mata de La Isla, en la Carretera de Cádiz, la plaza principal, la de Garci-Tello, recuerda a este «santo varón», como diría Luis Sánchez Pollack, 'Tip'.

Es este un barrio cogido a tiempo, en el que el PGOU ha sido benevolente y ha logrado de momento planificar bloques de pequeña altura que han conseguido que mantenga su idiosincrasia de remanso de paz, a pocos metros de la bullanguera calle Héroe de Sostoa.

Por cierto que en algunos bloques de esta placita convivían hace pocas semanas tres pintadas, dos de ellas signo de los tiempos y la tercera, que puede hacer que viajemos en el tiempo.

La primera de ellas es «Petit Ribery», acompañada de una corona. En realidad, no hace referencia a ningún monarca emérito en lejanos y forzados destinos ni tampoco a ningún rey del fútbol francés del pasado sino a un famoso cantante de rap que vive en Málaga capital.

La segunda pintada es una posible dirección de twitter, con el signo de la arroba incluida, en la que la supuesta dueña de la dirección parece realizar una loa a su persona, pues tras su nombre aparece el apelativo «hermosa». En la era del autobombo a nadie puede chocar.

Pero la tercera pintada llama la atención, precisamente, por su extemporaneidad, pues ideologías aparte, de los muros malaguitas hace muchos años que desaparecieron las de contenido político o reinvidicativo, para dar paso en tropel a las autorreferenciales, las que se limitan a dejar el nombre del propietario del spray, si no a ensalzarlo como «el + xulo» (sic), «el más wapo» (sic), «las + xulas», etcétera...

Por contra, en esta pintada podemos leer «Viva Lenin», acompañada del martillo y la hoz, los símbolos comunistas. Se trata de un descubrimiento pictórico tan sorprendente como si en su lugar alguien hubiera escrito «Viva Cristo Rey» o «Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía». Puro regreso a los años 70, cuando las paredes de Málaga estaban repletas de símbolos y consignas políticas de todo pelaje.

En nuestros días, una pintada de este tipo o reivindicativa es una rara avis absoluta, con la salvedad de alguna huelga o del Día de Internacional de la Mujer.

Las consignas han emigrado a las redes sociales y las paredes de nuestra ciudad, casi huérfanas ya de siglas y reivindicaciones, han dejado paso a lo que más abunda en las redes: la superficial reivindicación de uno mismo y su minúsculo mundo.