Hace un año la Feria de Málaga se puso a prueba. La buena rentabilidad de las fiestas, con un impacto económico cercano a los 60 millones de euros según la última estimación del Consistorio (2017), incentivó a la Corporación municipal y al tejido empresarial y hotelero de Málaga a sumarle un par de días más al jolgorio para aprovechar el tirón.

De manera que durante diez días completos la capital tuvo su Feria, como siempre bífida, Centro y Real, con más público extranjero (60%) que oriundo (40%) y con su clásico debate sobre la posibilidad de trasladarlo todo al Cortijo de Torres y disipar las macroconcentraciones del casco histórico. Y tras la gran vorágine de la Semana Grande de Málaga, vino el tradicional balance del Ayuntamiento: una feria «de éxito» pero que no cumplió las expectativas. Se volvería a las ocho días habituales.

Esa fue la decisión entonces, en la «vieja normalidad». Ahora la capital se enfrenta a una segunda inédita cancelación tras la suspensión de la Semana Santa la de las grandes fiestas por la conmemoración de la llegada de los Reyes Católicos a la ciudad en 1487. Otra cancelación dolorosa por la tradición arrebatada e insostenible en aquellos sectores para los que la Feria de Málaga se presenta como un gran acicate en sus ingresos anuales. Son, en primera instancia, los feriantes, junto a la hostelería, la restauración y el gremio hotelero.

«En agosto es cuando empezamos a ganar algo de dinero, cuando nos va quedando algo más. En estos meses atrás ha sido todo gasto porque siempre las primeras ferias del año es para ir pagando seguros, certificaciones...», lamenta el presidente de la Asociación de Empresarios Feriantes de Málaga y Provincia, Rafael Blánquez. Para las familias que viven de estas fiestas, solo en este mes perciben más de la mitad de sus ingresos anuales, donde la Feria de Málaga tiene un peso fundamental. «Lo llevamos muy mal, no tenemos ningún tipo de ingreso. La ayuda que algunos tenemos es la de autónomo y otros que no han podido ni coger ayudas. Vamos subsistiendo como podemos».

En el caso de la restauración y la hostelería malagueña, hay una triada de eventos anuales en la capital que determina sus beneficios globales. Son la Semana Santa, la Feria de Málaga y la Navidad. Si uno falla, probablemente sea síntoma de que el resto no irá como debería. «Llevamos ya uno perdido, ahora vamos a perder la Feria... vamos a ver la Navidad cómo llega», elucubra el presidente de la Asociación de Hosteleros de Málaga, Javier Frutos, que mantiene en el 60% las previsiones de pérdidas para lo que queda de año.

«Ya no estamos hablando de beneficios porque indudablemente dábamos este año por perdido, hablamos de supervivencia de empresas y hay muchas que no van a resistir esta crisis como ya está pasando. Hay personas que han puesto muchos ahorros en sus negocios que no van a poder seguir y lo que conlleva eso en cuanto a destrucción de empleo», augura Frutos.

Con el propósito de servir como balón de oxígeno para la hostelería y la cultura malagueña durante estos días previos, el Ayuntamiento de Málaga puso en marcha un ciclo de conciertos en la Plaza de Toros de La Malagueta, denominado «Málaga Inquieta», que arancó el 7 de agosto. «Lo que prima ahora mismo es la seguridad sanitaria y eso indidudablemente va a ser lo primordial. Los conciertos no van a ser ni mucho menos lo que podrían ser en feria», destaca Frutos sobre esta iniciativa, que espera dar un empuje al turismo en los últimos coletazos de la temporada alta. «Lo que intentamos es incentivar que la gente venga al centro y disfrute al menos de algo positivo.

Y mientras doce meses atrás, los hoteles de la capital superaban el 95% de ocupación durante la semana de Feria, ronzando casi el lleno absoluto, ahora siguen peleando para que el listón no baje del 40%. El presidente de la patronal hotelera, Luis Callejón, insiste con cierta crispación: «Este año ha muerto, lo dijimos hace cuatro meses y lo seguimos repitiendo, porque la realidad es la que hay».

Sobre las estimaciones del consejero de Turismo de la Junta de Andalucía, Juan Marín, en cuanto a la ocupación hotelera, que cree que podrá moverse en torno al 50% o al 60%, Callejón discrepa taxativamente: «No, un 40% y ojalá llegásemos».

Con estos datos, la concejala de Fiestas, Teresa Porras, llama a la responsabilidad de la población y pide prudencia: «Es fundamental que la gente asuma que no hay Feria y que guarde las medidas sanitarias que se aconsejan en cada momento. Por encima de la diversión está la salud, esperamos que la gente sea precavida».

Por su parte, el alcalde Francisco de la Torre, también pide cautela a la población, especialmente en la noche del viernes, la de los tradicionales fuegos artificiales: «Como es natural, no comienza la Feria porque, como acabo de recordar, este año no puede tener lugar. Por tanto, mañana el Ayuntamiento no organiza fuegos artificiales. Evitemos estos días las aglomeraciones y disfrutemos de Málaga», escribía el regidor en sus redes sociales.

Pérdida de la tradición

Cada edición, la ciudadanía se cuestiona la evolución que ha tenido la Feria con el paso de los años. Hay detractores y defensores por doquier de todos los puntos de vista; como su transformación en un gran botellón, especialmente en el centro y también en la denominada «explanada de la Juventud», entre otros.

Hay quienes tratan de mantener la esencia de estas fiestas con los cantes y bailes populares, como los verdiales, las malagueñas o bien con los espectáculos ecuestres y los concursos de mantones de Manila. Para la Federación de Peñas de Málaga eso es «hacer Feria» y esa es su mayor pérdida este año.

«El problema principal es no hacer las actividades, el problema económico es insignificante [para las peñas] porque no nos soluciona nada. Siempre hemos ido a disfrutar de la Feria, no a aganar dinero», declara Manolo Curtido, de la Federación Malagueña de Peñas, Centros Culturales y Casas Regionales. «Las peñas se nutren básicamente de las cuotas de los socios, las ayudas económicas de instituciones son muy poquitas. Algunas peñas tienen algún beneficio económico pero es pequeño, nunca son cantidades como para mantenerse todo el año y se reutiliza en la propia peña, haciendo un viajecito o algún acto cultural, pero muy poca cosa, no es mantener la peña durante el resto del año».

Este año no habrá fiestas, disfrutemos, por tanto, de los recuerdos y del buen hacer. La Feria de Málaga volverá.