Las nuevas medidas sanitarias acordadas por el Gobierno y las comunidades autónomas, que entraron en vigor ayer, han terminado de apuntillar un verano «crítico» para la hostelería, que cree que esta última quincena de agosto ahondará en los malos resultados de una temporada que registra ya un 60% de caída de la facturación y casi un 25% menos de trabajadores ocupados, según los cálculos de la Asociación de Hosteleros de Málaga (Mahos). «Desde el principio, la perspectiva para este verano era «salvar los muebles», dando por sentado que no iba a haber beneficios pero esta segunda quincena de agosto va a ser todavía más complicada», afirmó a este periódico su presidente, Javier Frutos.

La prohibición de fumar en la vía pública en lugares donde no pueda garantizarse la distancia mínima de seguridad de dos metros, el cierre de los bares de copas y del ocio nocturno, la reducción en el número de personas por mesa en bares y restaurantes o la obligación de cerrar como máximo a la una de la madrugada empeoran aún más las previsiones de un segmento que reclama abiertamente «un plan de choque» por parte de las administraciones que evite el riesgo de una significativa destrucción de empresas y empleo en los próximos meses si el panorama de rebrotes en el marco de la pandemia no se ataja.

Frutos, también vicepresidente andaluz de la Federación de Empresarios de Hostelería de Andalucía Horeca, recordó a este periódico que, de los 18.000 establecimientos hosteleros de la provincia, tan sólo hay entre un 65% y un 70% abiertos, un porcentaje que puede bajar ahora al entorno del 60% puesto que los bares de copas y las discotecas van a tener que cerrar de forma obligatoria. Estas clausuras tendrán también un efecto negativo de arrastre en la actividad del resto del sector.

«En toda la Costa son estos locales los que atraen a los clientes a comer o cenar, por lo que el perjuicio va a ser general. Al final el ocio nocturno es una parte complementaria a la restauración», advirtió. Para Mahos, estas limitaciones propiciarán reuniones alternativas de grupos en los domicilios donde será mucho más difícil que se cumplan realmente las medidas de prevención y, lo que es peor, la proliferación de botellones nocturnos en las calles por parte de los jóvenes.

En relación a las restricciones el tabaco, afirmó que es una «incomodidad para el usuario que vaya a frecuentar ese tipo de establecimientos», por lo que, al final, se está incentivando a no salir. «Estamos hablando de muchas incomodidades, horarios, fumar... al final la gente optará por quedarse en su casa», dijo.

Según Frutos, a la hostelería y al ocio nocturno se le inflige de nuevo «el estigma de ser los únicos causantes de estos brotes que se están produciendo últimamente». Denunció además que son usados como «los conejillos de indias» en la toma de medidas en las que son los «principales perjudicados».

El responsable de Mahos admitió que «no se puede poner la mano en el fuego por el 100% ni de empresarios ni de ciudadanos» en cuanto al cumplimiento hasta ahora de las normativas de seguridad, y coincidió en que para los incumplidores las sanciones tienen que ser estrictas, pero aseguró que, en líneas generales, «un 90% está cumpliendo exhaustivamente con las medidas».

Mahos alertó de la «incertidumbre» que vive el sector y del impacto económico y laboral de toda esta situación. La hostelería, que en años anteriores ha llegado a emplear a algo más de 100.000 trabajadores durante los meses de julio y agosto en Málaga, cuenta ahora mismo con unos 77.500 afiliados a la Seguridad Social. El descenso es de cerca del 25%, aunque la cifra de personas trabajando es en realidad más baja, ya que hay empleados que todavía no han sido rescatados por sus empresas de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Mahos calcula que hasta un 40% de las plantillas pueden seguir incluidas en estos expedientes, ya sea de forma total o parcial. Frutos reiteró la necesidad de que los ERTE sean prorrogados por el Gobierno al menos hasta final de año.

Los hosteleros afirman que son los primeros interesados en que «primen las medidas higiénico sanitarias para que los contagios sean los mínimos posibles», pero se muestran escépticos en que puntos como el cierre de establecimientos a la una de madrugada -algo que calificaron como «toque de queda»- respondan a criterios científicos.

Visión de los chiringuitos

Por su parte, el presidente de la Asociación de Empresarios de Playas de la Costa del Sol, Manuel Villafaina, se mostró resignado ante estas nuevas normas sanitarias. «Es como volver al principio, cuando estábamos con las fases de desconfinamiento. Lo sentimos sobre todo por la incomodidad para nuestros clientes, pero lo importante es que estemos todos seguros», apuntó. En Málaga hay más de 400 chiringuitos, la totalidad de ellos operativos ya que, según dijo, «la playa y el chiringuito es algo que no ha dejado de ser frecuentado pese a la pandemia».

Eso sí, la escasez este año de turismo nacional y extranjero ha repercutido en el nivel de empleo. Si otros años se llega a los 20.000 trabajadores en temporada alta dentro del segmento hostelero, en este 2020 se ha caído a 10.000. También la venta ha bajado: en el caso de los chiringuitos más volcados al cliente nacional lo ha hecho un 20%, mientras que en los más dependientes de los turistas extranjeros (los que están junto a hoteles de la Costa, por ejemplo), el descenso se mueve entre el 40% y el 60%.

Villafaina afirmó que la reducción de grupos a 10 personas no les va a suponer un gran problema. De hecho, la prática en estos establecimientos con la pandemia es no colocar mesas muy largas, por lo que un grupo de, por ejemplo, 15 personas, ya era repartido en dos mesas. Respecto a los fumadores, tampoco cree que haya mucho problema.

Los negocios más afectados por las nuevas restricciones serán a su juicio, claro está, los chiringuitos especializados en copas y ocio nocturno, que representan una parte bastante pequeña dentro de este segmento.