Esta semana ha comenzado el curso escolar en Málaga y provincia. Un curso escolar que se ha visto condicionado por el desarrollo de la pandemia del Covid-19, que provocó la finalización de las clases presenciales en el pasado mes de marzo. En este retorno a las aulas dentro de la denominada nueva normalidad, el profesorado, el alumnado, el personal de los centros y las familias de los alumnos, tienen ante sí el desafío de afrontar la vuelta al colegio e intentar dejar de lado la incertidumbre generada por el nuevo escenario que ha dibujado el coronavirus.

Los psicólogos alertan de que, tras este prolongado periodo de «inactividad» (tres meses de clases presenciales en casa y los tres meses de vacaciones), el desconocimiento de las nuevas normativas que se van a aplicar en los centros educativos, el miedo, y la necesidad de una readaptación de todo el estamento educativo a este curso que se inicia marcado por el devenir de la pandemia pueden generar situaciones de estrés que agraven la salud emocional de los niños y la convivencia familiar.

Si algo ha demostrado el confinamiento al que nos vimos abocados en marzo es que la asistencia al colegio es necesaria. El consenso entre la comunidad educativa en este aspecto es general. Además de por razones pedagógicas, porque en esos meses salieron a flote las carencias del sistema educativo respecto a la enseñanza online. Y lo que es más importante, el cierre de los centros escolares estos meses sólo ha redundado en acentuar las diferencias sociales.

Los niños necesitan ir al colegio, ya no solo para aprender conocimientos sino para relacionarse, ya que hay muchos de ellos que solo se sociabilizan en el ámbito escolar.

Es una realidad que desde esta semana hay que llevar a cabo una serie de actuaciones en el día a día escolar para reforzar la seguridad en los centros escolares que sirva para proteger la salud de los alumnos, profesores y de todos los miembros de la comunidad educativa.

Los padres y madres piden cierta vuelta a la normalidad, pero lógicamente con todas las garantías de salud para los niños. Los profesores y la comunidad educativa en general reclaman un entorno profesional seguro, así como la implicación total de las administraciones. Las consejerías de educación han ido anunciando con cuentagotas sus diferentes medidas contra la Covid-19, bien fruto del trabajo propio o bien a través de las reuniones mantenidas con las autoridades del gobierno de la nación.

Medidas de prevención como la limitación de contactos, ya sea manteniendo una distancia de 1,5 metros o conformando grupos estables de convivencia; la más que constante higiene de manos e higiene respiratoria; la ventilación frecuente de los espacios y limpieza del centro; la gestión adecuada y precoz ante la posible aparición de un caso; la creación de aulas burbuja, la distancia mínima entre pupitres, el uso de mascarillas en espacios comunes, las entradas y salidas del centro escalonadas, las limitaciones de aforo en el comedor, el refuerzo del servicio de limpieza, la ventilación y desinfección de los espacios, la determinación de las zonas de aislamiento ante posibles casos, la evaluación y autoevaluación de síntomas, la creación de equipos Covid en cada uno de los centros, la obligación de cuarentenas al grupo de convivencia o la elaboración y ejecución de un plan de contingencia en caso de rebrote, son solo algunas de las medidas que han sido discutidas desde hace meses por las diferentes comunidades autónomas en esta vuelta al colegio de 2020 que recordaremos durante mucho tiempo.

«Queramos o no, tenemos que aprender a convivir con el virus. Y una de las actividades más rutinarias y más importantes que se pueden hacer es la educación», recordaba Fernando Simón en una de sus últimas comparecencias ante los medios de comunicación. Y esto pasa por tomar todas las medidas y precauciones para no convertir las aulas en focos de contagio que impidan avanzar en todas las parcelas de la vida. Hay que asegurarse que la vuelta tiene que ser segura.