Este martes, 15 de septiembre, se celebra el Día Mundial del Linfoma, por lo que 'La Opinión de Málaga' ha conversado con el hematólogo Manuel Espeso de Haro, del Hospital Regional Universitario de Málaga, sobre los orígenes de este tipo de cáncer, sus síntomas y tratamientos.

¿Qué causa un linfoma? ¿Hay cómo prevenirlo?

Puede tener varios factores: virales, ambientales, tóxicos, mutaciones genéticas... Pero en muchos casos los orígenes son desconocidos. Ahora mismo no hay ninguna manera de prevención. Es una mala lotería, cuando toca, te ha tocado. Lo único que se puede plantear es llevar una vida saludable, pero eso no quita la posibilidad de desarrollar un linfoma.

¿Hay síntomas que se deben vigilar?

Sí. Los síntomas relacionados con un linfoma son tres: fiebre inexplicable; pérdida de peso de más del 10% sin que se esté a dieta, es decir, comiendo normalmente; y una sudoración nocturna fría. Si se trata de un linfoma de bajo grado, o sea, de crecimiento lento, pues muchas veces el paciente no tiene los síntomas ya citados y solo posee una tumoración en el cuello, en la axila o en la ingle, por lo que acude al médico de cabecera y se empieza el proceso de diagnóstico. Puede ocurrir también que se tenga un linfoma más agresivo, por ejemplo, si es dentro de la garganta y empieza a crecer provocaría un compromiso de la respiración. Los síntomas también pueden depender del órgano donde esté. En el caso de un linfoma cerebral primario también hay síntomas neurológicos, alteración de consciencia, inestabilidad, incluso coma.

¿Qué tipos de linfomas hay?

Hay varios tipos y su origen consiste en linfocitos que han mutado y se han vuelto malos, por así decirlo. Así que aumentan de tamaño, se dividen anormalmente y se acumulan en tejidos, por ejemplo, en los ganglios o cualquier otro órgano del cuerpo humano. Fundamentalmente se dan el linfoma de Hodgkin y el linfoma no Hodgkin. El linfoma de Hodgkin tiene un origen en las células B y tiene unos marcadores específicos, ya el linfoma no Hodgkin también puede tener un origen en las células B, pero con diferentes marcadores. Ambos son malignos.

¿Cuáles son las opciones de tratamiento? ¿Es necesario tratar un linfoma inmediatamente?

Actualmente, hemos ampliado los tratamientos. Históricamente, hemos tenido la quimioterapia, después se unió la imunoterapia, la radioterapia... También están los inhibidores enizmáticos, que destruyen a la célula por dentro. Ahora, muy en boga, tenemos a la terapia celular. Es necesario y obligatorio tratar un linfoma inmediatamente. En el servicio de Hematología del Hospital Regional Universitario de Málaga disponemos de un circuito rápido de diagnóstico, por lo que cuando surge un nuevo paciente con linfoma se avisa a la consulta de linfomas, que es la mía, y personalmente me encargo de derivarlos rápidamente al estudio de extensión para que no pierdan un tiempo innecesario y puedan empezar el tratamiento lo antes posible.

¿Cómo se procede tras detectar este tipo cáncer?

Se hace un estudio de extensión para ver hasta qué punto el organismo está afectado. Hay que hacer un TAC especial (tomografía axial computarizada), una analítica general... y en función de eso se saben los ciclos que se tienen que poner, si el linfoma es más agresivo o no, si el paciente es candidato a trasplante...

¿Cómo es la experiencia de tratamiento en el Hospital Regional Universitario?

Nosotros ahora mismo tenemos un 80% de curación en nuestra consulta de linfoma, tanto Hodgkin como no Hodgkin. Estamos muy contentos y satisfechos de tener ese porcentaje y que vaya avanzando. Todo ello se debe a las nuevas terapias, a los nuevos tratamientos y a los nuevos trasplantes. Estamos trabajando muy bien gracias a nuestro circuito rápido de diagnósticos y a todas las herramientas que van desde este punto hasta el trasplante de médula. La hematología es la única especialidad que abarca de manera integral el tratamiento de un linfoma.

¿Cuáles son las probabilidades de supervivencia de una persona que desarolla un linfoma?

Depende del tipo de linfoma. En términos generales, las tasas de curación son cada vez más altas. Sin embargo, hay algunos linfomas que son muy agresivos y que hay que echar toda la carne en el asador para poder curarlo. Por ejemplo, el linfoma de Burkitt tiene una tasa de proliferación de casi cien por cien, es decir, las células se multiplican hasta casi cien veces en un día, por lo que hay que correr mucho y requiere un tratamiento que exige estar ingresado. Por ello, la consulta de linfoma es la más rápida del hospital porque corremos muchísimo.

¿Cómo se sabe que el tratamiento está funcionando?

Casi siempre se hace una revaluación del tratamiento, pero, por ejemplo, si ha disminuido la tumoración del paciente ya es un dato de buen pronóstico. Lo mismo se puede observar en la analítica, donde se indican los parámetros tumorales y si han aumentado o bajado.

¿Qué hay que hacer que hacer si el tratamiento no surte efecto y el linfoma regresa?

Siempre hay nuevas líneas de tratamiento, nuevas terapias y nuevos fármacos para seguir.