Para decepción de los nacionalistas, las naciones como hoy las entendemos no surgieron hacen miles de años sino que se presentaron en sociedad, como quien dice, antes de ayer, cuando la independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa hicieron trizas el Antiguo Régimen y el mundo dejó de ser propiedad exclusiva de príncipes, reyes y emperadores.

En su mayoría, las naciones se fueron elaborando a lo largo del siglo XIX y las más tardías a lo largo del XX y para su cocción necesitaron de una buena dosis de mitos nacionales que cohesionaran al disperso personal.

El nacimiento y elaboración de la conciencia nacional española se ha estudiado a fondo en las últimas décadas. Como en todos los países, aquí no faltaron mitos ni falsificaciones de la Historia, pues tampoco se privaron de ello franceses, ingleses, italianos, norteamericanos o alemanes.

Lo llamativo es que a estas alturas del siglo XXI, los políticos catalanes más tocados por la fiebre identitaria sigan extendiendo bulos históricos entre sus parroquianos del tamaño del castillo de Montjuic.

Uno de ellos lo traemos a colación porque está relacionado con un insigne malagueño nacido en Ronda. Se trata del cuento chino (o más bien nacionalista) según el cual en Cataluña habría habido 131 presidentes de la Generalitat, lo que convertiría a esta institución política en una de las más antiguas del mundo.

La realidad es que, aunque tengan el mismo nombre, muy poco tiene que ver la antigua Generalitat o Diputación del General, que funcionó desde el siglo XIV al XVIII, con el gobierno autonómico que preside Quim Torra (al menos lo presidía ayer).

La Generalitat medieval era una institución que nació originalmente para recaudar impuestos y se trataba de un órgano colegiado, sin presidente alguno, formado por cuatro representantes de los tres estamentos de la época (el noble, el eclesiástico y el ciudadano).

El diputado religioso de más edad, sólo a efectos del protocolo, presidía las reuniones, pero hay que insistir en que era un órgano colegiado sin la figura de un presidente porque, entre otras cosas, la 'presidencia' es un concepto moderno. Y no era algo exclusivo de Cataluña: en otros territorios del Reino de Aragón existía el mismo organismo.

Fue el diputado malagueño y ministro de Justicia Fernando de los Ríos (Ronda, 1879-Nueva York, 1949), quien en 1931 propuso dar este nombre al principal órgano de gobierno autonómico catalán. Bien podía haber propuesto otro como el Consejo de Ciento pero propuso Generalitat y salió adelante.

Con el tiempo, lo mismo hicieron en Valencia, que también cuenta con una Generalitat, y en Aragón, que tiene la Diputación General o Generalidad. Pero ni a los políticos aragoneses ni a los valencianos se les ha ocurrido nunca propagar el bulo de que han tenido ciento y pico de 'presidentes' pues las instituciones actuales se parecen a las del pasado como un huevo a una castaña.

La actual Generalitat de Cataluña nació en 1931 gracias a un político malagueño. El resto son milongas para los fans de las naciones milenarias .