Esta misma semana esta sección compartía un increíble hallazgo que evidenciaría, pese a su fugacidad en la Historia de España, la presencia del pueblo vándalo en Málaga capital o cuando menos en las alturas del Monte San Antón.

Como explicábamos, un par de bárbaros de tupido cerebelo habrían subido dos litronas de cerveza hasta la cima para consumirlas y luego, en lugar de llevárselas, las dejaron tiradas en todo lo alto, quién sabe si a mayor gloria de sus dioses vándalos, con la propina de una mascarilla.

Ocurrió a mediados de este mes, y el que escribe esta sección se encargó de bajar los dos objetos vandálicos y depositarlos, previo examen y toma de fotografías, en el contenedor del reciclaje de vidrio.

A raíz de esta información nos comunica ahora un atento vecino de Pinares de San Antón, que procura mantener el monte limpio, de más evidencias de nuevas 'tribus'.

En concreto, hace unos días aparecieron más pintadas, a gran tamaño, en las rocas de la cima. No sabemos si fueron vándalos, suevos o alanos, pero de lo que no hay duda es de que, con este respeto por la Naturaleza, sus autores están a un tris de ser fichados por Bolsonaro para despejar un poco más el Amazonas.

Además, también apareció con los colores del arcoiris la cruz que corona el monte. En la foto que acompaña a la crónica, un joven que parece haber confundido la cruz con una cucaña sale subido en ella. Por lo que ha podido saber esta sección, no es el autor de las pinturas.

En el caso de que la acción pictórica fuera una reivindicación de alguien del movimiento LGTBI, habría bastado con ondear la bandera arcoiris en la cima y colgado la foto de rigor en internet.

En realidad, lo mismo da que se tratara de este movimiento, de un colectivo cristiano, ecologista, minero o de reivindicación de los Tercios de Flandes. Un símbolo religioso -de cualquier religión- merece ser tratado con civismo y en general cualquier objeto instalado en terreno público que no sea nuestro.

Podríamos estar ante una curiosa figura: el vandalismo políticamente correcto. Así, en el Centro de Málaga de higos a brevas aparecen pintadas reivindicativas tras alguna manifestación, con la casualidad de perpetrarse en edificios protegidos o monumentos, con lo que salen perdiendo tanto el Patrimonio de Málaga como la causa que se defiende.

En la cima del San Antón nos encontramos ante una bárbara feria de la pintada, por eso hay que felicitar a los vecinos de Pinares, que al momento devolvieron el color blanco a la cruz.

Habrá que estar atentos ante este desfile continuo de esprays y brochas. En el caso de la cruz, lo mismo para pintarla próximamente de verde y blanco el Día de Andalucía; de amarillo, en solidaridad con los presos del procés o de rojo, para jalear a la Escudería Ferrari. Mejor no dar ideas a tanto suevo.