El destino, ese juego de dados con el que los hados pasan el rato, quiso que en el callejero de Málaga fueran vecinas dos calles casi hermanas gemelas: Nosquera y Mosquera.

Pese a que casi suenan igual, homenajean a personajes separados por siglos, el segundo de ellos de gran importancia para la Historia de Málaga. Porque si calle Nosquera recuerda a Juan de Nosquera, dueño de un inmueble en la zona, Mosquera homenajea, no a ningún personaje del corazón sino a Cristóbal de Mosquera, uno de los dos repartidores de Málaga tras la toma de la ciudad por los Reyes Católicos, además de regidor en el primer Consistorio cristiano.

Isabel y Fernando le premiaron con casas, huertas y molinos, uno de ellos, por cierto, el que dio nombre al barrio del Molinillo.

Tan importante personaje, sin embargo, se ha quedado -como los futbolistas, salvo alguno como García Remón o Jordi Alba- reducido a un apellido, además de en una calle discretita del Centro que además muchos confunden con Nosquera. Tan discreta, que hoy es uno de los epicentros de las pintadas entendidas como acción encaminada a ensuciar un edificio, alejada de toda vena artística.

En cualquier caso, los autores de las pintadas han logrado con su sórdida acción ofrecer un impactante contraste entre la calle infectada de letras sin oficio ni beneficio y el luminoso perfil de la torre de la Iglesia de los Mártires.

Ignoramos si quienes usan el espray para empeorar el entorno tienen algún tipo de sentimiento religioso -cívico ya vemos que escasito- pero el mensaje que han forzado las pintadas es que al final del túnel siempre aparece la luz.

En el plano meramente antropológico, las pintadas retratan el inconsistente universo de sus autores. Así «Love Vegan» evoca a alguien que tiene respeto por los terneros pero no por el Patrimonio de su ciudad, mientras que «Chocho power», difícilmente entusiasmará a las vecinas de esta calle tan agredida por los aerosoles.

Pero si hablamos de inconsistencia, nada como esta otra pintada, plasmada con plantilla en la pared de un vejado inmueble y que reza: «Trata a los demás como quieres que te traten».

Seguro que los vecinos de calle Mosquera estarían encantados de recibir un trato correcto y civilizado y no de toparse con la sorpresa de que su vivienda se ha convertido en una copia chunga de un cuadro de Jackson Pollock.

Por lo demás, es una calle con un gran potencial, si hablamos de casa por rehabilitar. Una de ellas, muy próxima ya a la plaza de los Mártires, exhibe unos cierros, posiblemente de finales del XIX, que si se recuperan merecerá la pena que quienes pasen por ella tengan su pequeña dosis de tortícolis.

Mosquera, y no Nosquera. Ya saben, la calle del repartidor de la nueva Málaga cristiana.