Septiembre es un mes marcado por el comienzo del otoño, que viste el cielo de gris, llena las calles de hojas y obliga a volver a la rutina. Los resfriados y las alergias también van de la mano de esta estación. Al terminar el verano, estos problemas respiratorios suelen ser la causa del incremento de pacientes que acuden a los centros de salud, especialmente en el caso de las personas mayores y de los niños. En tiempos normales, un episodio febril no alarmaba tanto, pero, en el contexto actual, se ha convertido en algo que asusta y preocupa.

Los protocolos de seguridad y prevención contra el Covid-19 recomiendan no acudir a clase si se presenta algún tipo de síntoma compatible con el virus. Por ello, la 'vuelta al cole' dibuja un escenario complicado para los centros sanitarios.

El aumento de los cuadros catarrales y febriles, con sintomatología similar al coronavirus, ha disparado la demanda de atención en las consultas de Pediatría. «Han empezado las patologías respiratorias y esto ha provocado un temor en los padres por no saber distinguir entre un caso de Covid-19 y un problema habitual», señala el vicepresidente de Cultura del Colegio de Médicos y pediatra de Atención Primaria, Pedro Navarro Merino.

Ante la duda, se están incrementando las pruebas PCR: «Si el niño ya tiene un proceso febril de tres o cuatro días de evolución, con tos o dolor abdominal, se están haciendo test para averiguar si se trata de un caso de coronavirus y tomar medidas pertinentes», explica.

En la práctica, todo esto se traduce en decenas de padres que, alarmados, acuden al pediatra para descartar que su hijo esté contagiado. Sin embargo, los médicos ruegan tranquilidad a las familias para evitar que las salas de espera se llenen. «Lo cauto es observar la evolución del niño 24 ó 48 horas antes de llevarlo al centro de salud. Siempre es conveniente aguardar un tiempo prudencial», asegura el vicepresidente de Cultura del Colegio de Médicos.

La falta de profesionales para hacer frente a la creciente demanda amenaza a las consultas de Pediatría con un colapso. Cada día se atienden hasta 35 pacientes, tanto de forma presencial como telefónica. «Aquí somos tres pediatras y en verano ha ocurrido que uno estaba de vacaciones, el otro se ha puesto malo y al final solo se ha quedado una persona atendiendo. No sustituyen a nadie. Ahora con el aumento de las citas como esté uno de los tres fuera nos vamos a desbordar», augura Francisco Carrasco, pediatra en el centro de salud de San Andrés-El Torcal.

El sector lleva años reclamando que se amplíen las plazas MIR en esta especialidad, y la situación actual evidencia la necesidad de más profesionales. «El 80% de mis compañeros tienen más de 50 años. Tendrá que haber una renovación generacional porque si no dentro de poco no habrá pediatras», advierte Carrasco.

Los médicos reclaman medidas urgentes para aligerar la carga de trabajo, que se ha visto incrementada por la pandemia. Además de la actividad habitual (revisiones, vacunas, entre otros), los pediatras ahora tienen que gestionar pruebas PCR y resolver dudas de los padres respecto al Covid-19. A este repunte de tareas, se suma la petición de las familias de un certificado que acredite que su hijo no puedo acudir al centro escolar.

Navarro recuerda que los pediatras no hacen certificados sobre la idoneidad o no de llevar el niño a clase. «No es potestad del médico decidir si hay que ir al colegio. Lo único que podemos hacer es dar un informe clínico sobre la enfermedad que tiene el paciente», concluye.

Consecuencias psicológicas

Con la vuelta al colegio, los padres han experimentado cierta inquietud al tener que preparar material, comprar uniformes e instaurar de nuevo rutinas y horarios debido al panorama actual. La llegada del otoño y, por ende, de las enfermedades estacionales con síntomas similares al coronavirus acentúa esa preocupación. Por ello, expertos del Hospital Vithas Xanit Internacional alertan del aumento en el número de consultas de Psicología por estrés ante estas nuevas circunstancias que deben afrontar los padres.