Hablábamos ayer de refilón de los míticos documentales de La 2, que contaban con un locutor de voz tan sosegada y susurrante, que era capaz de enviar a la siesta a miles de insomnes acérrimos.

Tantas tardes viendo gacelas, leones y tigres sin duda han debido de crear una conciencia de amor por la Naturaleza y los animales entre aquellos televidentes que -pese a los empeños del locutor- no lograran hincar el pico, nunca mejor dicho.

A ellos está dedicada la crónica de hoy porque en la sociedad actual en la que el móvil manda sobre nuestros sentidos, la dichosa pantalla empuja a muchos malagueños a deambular cabizbajos y ensimismados por una ciudad que antes despertaba en ellos todas las atenciones.

Quienes transiten por el puente de Tetuán o el de la Aurora quizás no caigan en la cuenta de que un poco más arriba del cauce del Guadalmedina, dentro del casco urbano, contamos ahora mismo con un frondoso ecosistema conseguido no sólo por los aportes sobrantes de la presa del Limonero (Limosnero, en realidad), sino también por la proliferación de vida natural surgida durante el parón de la pandemia.

Lo pueden comprobar en el tramo que va desde el puente de la Palmilla al de la calle Gounod. Allí, la vegetación ribereña se ha redoblado con brío y resulta difícil reconocer en este caudal de vida exuberante el tradicionalmente reseco cauce del río.

Como subraya a esta sección un vecino del barrio de La Virreina Alta, durante el primaveral confinamiento es cuando más se ha multiplicado el verde y la presencia de los animales. Así, explica que mientras sacaba al perro los días del estado de alarma, ha podido ver la evolución de una pareja de patos que fue ampliando la familia y que hoy pueden verse con toda normalidad en el tramo mencionado. Además, también es posible ver garcetas.

La verdad es que no andaba sobrado el Guadalmedina en su parte urbana de esta riqueza. La duda es si tal profusión de vegetación no será un problema en el caso de que se presenten las trombas de otoño; esperemos que no.

Como recuerda este vecino, hace unos años unas excavadoras acabaron con un vergel parecido, pero al poco tiempo la Naturaleza tiró para arriba.

Este espectáculo digno de un documental de La 2 se produce tras la reciente reclamación de varios colectivos -el pasado mes de julio- de ‘renaturalizar’ el Guadalmedina’, en la línea de lo que se ha hecho en el Manzanares madrileño, y para que quedara constancia colgaron sendos carteles en los puentes de La Aurora, Los Alemanes, La Esperanza y El Carmen.

Pues bien, esta renaturalización ya es un hecho río arriba. La cuestión es si podrá seguir mucho tiempo o si las excavadoras forzarán a ánades y garcetas a buscarse otras aguas. Nuevos aires.