En una reciente crónica hemos podido constatar cómo a la Naturaleza le es ajena el índice de precios al consumo, la pandemia e incluso la amoralidad bravucona de Donald Trump y se reproduce sin freno en el cauce alto del Guadalmedina, puente de la Palmilla hacia arriba.

Ya caigan chuzos de punta, ya lleve mascarilla hasta el apuntador, los ánades y las garcetas han hecho suyo el río, transformado en un frondoso vergel hasta que las circunstancias obliguen a limpiar y segar el cauce. Y vuelta a empezar.

Por eso, sabiendo como saben nuestros expertos que la Naturaleza es imparable y que no deja de crecer, llama la atención el paisaje que los malagueños pueden ver estos días tras las (desprendidas) verjas de la antigua cárcel provincial, a dos pasos de la Cruz del Humilladero.

Como sabrán, en un ejercicio de planificación que ríase uste de Corea del Norte, nuestros responsables cerraron los ojos ante el avance imparable de dos buganvillas 'carcelarias' que fueron adquiriendo el tamaño de la gran roca esférica que trataba de aplanar el sombrero de Indiana Jones en la primera de sus películas, con él debajo.

Tanto crecieron estos fastuosos ejemplares, sin unas tijeras de podar que llevarse a las ramas, que un tramo de la verja de la antigua cárcel fue cediendo hasta que se desguajaringó del todo.

Como saben, el Ayuntamiento anunció el año pasado el comienzo de las obras de reforma y de rehabilitación de la vieja prisión y por fin han reparado en que las verjas dañadas hay que repararlas.

El objetivo final suena prometedor, ya saben, crear el 'Distrito 6', que según informaba nuestro Consistorio será «un centro multidisciplinar, con espacios flexibles de creación, producción, exhibición y experimentación». Y tranquilícense porque la nota también informaba de que en el Distrito 6 «se crearán sinergias».

Bienvenido sea el Distrito 6 con todas sus bendiciones y sinergias, pero una vez esté listo el edificio habrá que lanzar al Ayuntamiento la siguiente rogativa: Por favor, contraten jardineros.

Puesto que antes del proyecto Distrito 6 el Consistorio pasó olímpicamente del deterioro de la artística verja, sería imperdonable que se repitiera el mismo fenómeno. Y no es ser ave de mal agüero, es que las buganvillas comienzan a crecer con brío otra vez, a la espera de tener dónde agarrarse. Por eso, no es una exageración reclamar un mantenimiento regular o bien sustituir las bungavillas por plantas que no terminen pesando más que un mulo ahogado.

Lo que continúa con idéntica decadencia es el patio delantero, a la altura de la esquina de la avenida José Ortega y Gasset con la calle Virgen del Pilar. Allí, una irredenta tertulia callejera se dedica a lanzar las botellas consumidas al patio con la insistencia con la que los turistas tiran monedas a la Fontana de Trevi. Pertinaces como la sequía.