Que la pandemia está suponiendo la ruina económica para el sector turístico no es ya ningún secreto. Los datos no auguran un futuro brillante para este sector, ya que la situación está dejando a Málaga en la cuerda floja, con una situación precaria en cuanto a empleo. Una ciudad que depende en gran parte del turismo.

Los datos del paro, publicados por el SEPE, reflejan que en un año el desempleo se ha disparado en un 33,39%, con respecto al mes de septiembre del 2019.

Esta subida supone que 183.907 malagueños se encuentren actualmente sin trabajo. Y entre ellos están personas como Patricia Ramírez, cocinera, Susana López, camarera de piso, o Antonio Garrido, propietario de una tienda.

Para ellos los meses de pandemia ya fueron angustiosos, laboralmente hablando, pero la vuelta al trabajo está siendo más amarga aún. Patricia Ramírez es cocinera en un hotel de la costa de Málaga. Su situación laboral, como la de muchos otros, se vio afectada por la pandemia. Actualmente está en un ERTE, pero para ella «es como estar en el paro, porque ya no voy a trabajar, hasta nueva orden», dice.

La casi inexistente temporada turística supone que muchos hoteles vivan bajo servicios mínimos. «La plantilla está bajo mínimos, normalmente somos 10 cocineros, pero ahora solo está el jefe y el segundo», afirma Patricia. La falta de extranjeros que vienen a visitar nuestro país se ha notado mucho en el sector servicios, que ha acumula, solo en Málaga, 132.561 parados, 3.449 más que el mes anterior.

«No hay turismo para los hoteles y sobre todo en la costa que, básicamente, vive del turismo internacional. La hostelería que está sufriendo más, para mí parecer; un bar puede ir tirando con lo que se pueda, aunque sea poco, pero en los hoteles ya ni eso», asegura esta trabajadora.

Esta situación la vive también Susana López, camarera de piso de un céntrico hotel malagueño, que califica el mes de agosto como «una ruina para el sector». «Ya de por sí la temporada de verano iba a ser mala, pero no creía que iba a ser tan catastrófica». Susana se encuentra en paro desde el mes de julio, tras varios meses en ERTE. «Ahora mismo me queda esperar un milagro, porque sinceramente no se qué voy a hacer», lamenta. Lleva casi cinco años trabajando como camarera de piso, y aunque «se cobra mal, por lo menos te da para vivir», dice.

Los rebrotes y el desplome del turismo ha hundido, más si cabe, el sector servicios. Un sector donde sobre todo trabajan mujeres. De 132.561 parados acumulados hasta agosto, 85.216 son mujeres. «Llevo toda mi vida trabajando en el sector de la hostelería y creo que esta crisis supera con creces la del 2008, no le veo la solución a todo esto»,asegura López.

El pesimismo pesa y la incertidumbre aumenta. Los turistas guardan sus maletas y las tiendas que dependen de ellos también recortan el personal: «Sin turistas, mi negocio está destinado a la quiebra», lamenta Antonio Garrrido. En enero contaba con dos empleados más en su plantilla, pero los tuvo que despedir, ya que no podía hacerse cargo de los pagos. Recuerda su «buena racha», como él mismo denomina, con nostalgia y con la sensación de lejanía, porque intuye que «hasta dentro de varios años esto no mejorará».

Desempleo entre jóvenes

El desempleo entre los jóvenes menores de 25 años también aumenta. Es un colectivo que intenta abrirse hueco en el ámbito laboral, pero la realidad no se lo pone fácil. «Nos enfrentamos a dos crisis, la del 2008 y a una pandemia. Creo que somos la parte de población que más complicado lo tenemos. A mi ya me han dicho que en un par de semanas me quedaré en el paro», dice Javier, un joven camarero.

Y los datos confirman esta realidad. El desempleo entre los jóvenes menores de 25 años subió un 5% en septiembre, con 16.657 parados más que en agosto, mientras que descendió en 42.986 desempleados, entre los mayores de 25.

Tanto Susana como Patricia aceptan su situación con resignación y solo esperan a que la situación mejore mientras no pierden la esperanza de que sus teléfonos suenen algún día.