Las especulaciones y la rumorología funcionan, muchas veces, como la materia prima sin la que no tendría vida propia la política. Puestos a suponer y a preguntar, si al líder regional de Ciudadanos y vicepresidente de la Junta, Juan Marín, lo cuestionan por la posibilidad de que se adelanten los comicios regionales con la debilidad electoral naranja y las supuestas malas relaciones de su partido con el PP planeando en el ambiente, él responde lo que tiene que decir.

Fue, al menos, lo que sucedió el pasado martes y 13 -en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno- cuando Marín tenía a su lado al consejero de la Presidencia, portavoz del Gobierno andaluz y presidente de los populares malagueños, Elías Bendodo. En esas, el coordinador de Cs insistió en que el Ejecutivo que comparte su partido con el PP «agotará la legislatura y no va a depender de ningún sondeo para convocar unas elecciones. Habrá elecciones en el 2022, como corresponde, sea cual sea el resultado de los sondeos; se trata de algo tan serio como dar estabilidad a una comunidad autónoma como Andalucía», dijo Marín partiendo de la base de que, de un tiempo a esta parte y lo que queda, las encuestas difícilmente sonreirán a la formación naranja como llegaron a hacerlo antaño.

En cambio, Elías Bendodo jugó a la puesta en escena en positivo. y hasta le dio el valor que le quita Marín a la reciente encuesta de la Junta, para recalcar que la acoge con «responsabilidad, satisfacción y ánimo para seguir trabajando porque dice que se consolida el cambio en Andalucía. Este Gobierno de coalición funciona y un ejemplo de ello es que hoy PP y Cs conseguirían más apoyo que en las elecciones; no hay voluntad de adelanto electoral y ambos vamos a seguir trabajando en esa línea», apuntó Bendodo con la habilidad de alquimista efímero del equilibrismo político que lo caracteriza.

La escena que uno y otro protagonizaron puede servir para imaginar lo que otros dan por seguro. Que Marín y sus afines están más cerca del PP que quienes siguen a pies juntillas las directrices de la presidenta Inés Arrimadas. Y aquí entra el rol que va a jugar en Málaga su nuevo coordinador provincial, el diputado nacional Guillermo Díaz. Por mucho que este diga que lo primero es combatir la pandemia, no ha puesto freno porque cuenta con el plácet de Arrimadas a la incomodidad introducida por su partido en el Ayuntamiento de Málaga y la Diputación a raíz del órdago que lanzó Juan Cassá con su abrazo al PP, que según muchos habría sido cocinado al alimón por Bendodo y Marín. Sea lo que fuere, está claro que el partido naranja no tendrá problemas en comportarse de un modo u otro según el lugar donde se encuentre. Puede, incluso, servir el título de aquella película americana, Tú a Boston y yo a California, para entender que unos le harán caso a lo que diga en Sevilla Juan Marín y otros a lo que establezca en Madrid Inés Arrimadas.

La izquierda, más fragmentada

Más País Andalucía ha entendido este otoño como el momento en el que armarse entregándole la coordinación en esta comunidad autónoma a la sevillana Esperanza Gómez. Entre la veintena de compañeros que van en su equipo, se cuentan hasta cuatro representantes de la provincia de Málaga. Tres mujeres y un hombre. A la que se le presume más peso en esta dirección regional es a la líder provincial Rosario Luque, que fue la número 3 al Congreso de los Diputados por Málaga de Más País y antes edil morada en Estepona. Los otros tres son Luis Arias, quien ejerce ahora como enlace de Organización a nivel regional y fue el coordinador de la campaña para el 10-N en Málaga; Encarni Rodríguez, que es auxiliar de enfermería y trabaja para el Hospital Costa del Sol; y Mariana Matás, que estuvo vinculada a Podemos en la Axarquía.

La formación errejonista no oculta que esta organización de su estructura territorial en Andalucía tiene en el horizonte los comicios regionales, que se celebrarían dentro de algo más de dos años, a finales de 2022. De este modo, la izquierda andaluza comparecería en la cita con las urnas -si no se producen acuerdos puntuales- más fragmentada de lo que ya está.

La ruptura en Adelante se vio, incluso, reflejada en el reciente Barómetro del Centro de Estudios Andaluces, que ya le preguntó a los electores por la conjunción de Izquierda Unida y Podemos, por un lado, y por el sector afín a Teresa Rodríguez que usa la marca de la confluencia, por otro.

Ambos obtendrían representación pero la del nuevo sujeto político ‘andalucista’ podría verse amenazada por una hipotética aparición en solitario de Más País, que ya le hizo ‘pupa’ a Unidas Podemos en las Elecciones Generales del pasado mes de noviembre.

De ahí que no resulte imposible el hecho de que los dos partidos escindidos de Podemos pudiesen sumar fuerzas en esta comunidad autónoma, llegado el momento, a la hora de pedir el voto. Por mucha distancia que medie entre ambas propuestas, las dos tienen en común las discrepancias con el control ‘oficialista’ que impuso en Podemos Pablo Iglesias. Tanto Errejón como Rodríguez, y sus respectivos seguidores en esta región o esta provincia, salieron huyendo de la disciplina morada para estrenarse en corrientes que, en ambos casos, ahora mismo siguen desprendiendo un halo bastante minoritario. Aun así, se trata de minorías con doble filo que hacen daño y arañan sufragios que pueden traducirse en la pérdida de escaños para otras fuerzas de izquierda. Y si no que le pregunten a IU y a Podemos, que ya tienen experiencia en estas afiladas lides cainitas que restan en el escrutinio en vez de sumar. El tiempo nos dirá qué pasa con la fragmentada izquierda andaluza.