«Tengo 86 millones de neuronas y todas están concentradas en cuál es la mejor manera para que 'mis hijos' estén mejor, y poco a poco la gente se suma», confiesa Iván Perchante.

Los 'hijos' a los que hace referencia este afable argentino de 33 años y residente en Málaga son los cerca de 70 niños, la gran mayoría huérfanos, que atiende en Camerún, 59 de los cuales, en edad escolar, ha logrado escolarizar este curso.

De hecho, tres de ellos estudiarán en la Universidad de Yaundé, capital del país, y todo ello gracias a Doble Corazón, la asociación benéfica que fundó en 2018.

En la actualidad, los niños están repartidos entre un hogar principal regentado por un matrimonio y otras 12 familias, en muchos casos en casas alquiladas.

Iván Perchante, que estudia 18 idiomas, emplea estos conocimientos en dar a conocer su proyecto entre los turistas del barco turístico en el que trabaja, atracado en el puerto de Málaga. «No es que vaya haciendo publicidad de Doble Corazón, si encuentro una familia de Polonia intento comunicarme en polaco con ella, y cuando me preguntan por qué lo hablo, ahí ya surge todo», aclara.

De esta forma, a su proyecto se han sumado personas de Alemania, Suecia, Bélgica, Holanda, Dinamarca o Polonia, además de españoles.

Gracias a esta generosidad sin fronteras, Josiane, de 22 años, estudiará Derecho en la capital camerunesa. Vivirá en un piso alquilado por Doble Corazón junto a su hermana Esther, de 15 años que estudiará un módulo de FP de Peluquería, y Danielle, de 17, que también estudiará Derecho. El tercer universitario será Ayolo, de 18, que estudiará Informática.

Iván Perchante insiste con humildad en que carece de formación «y no tengo margen de mejora ni la tendré». Como resalta, nada de esto habría sido posible sin la ayuda de todas estas familias, de Consultores Vera y Fernández, que le asesora con vistas a que Doble Corazón sea declarada de utilidad pública, al igual que Isabel Albertini, sin olvidar a la ONG Pozos sin Fronteras ni a la empresa Only Water, que gracias a sus gestiones en Camerún le ha ahorrado a la asociación importantes gastos de escolarización y además, «cuando los niños lleguen a la edad laboral tendrán trabajo en una empresa camerunesa que conoce nuestra labor gracias a Only Water».

El próximo reto, el año que viene, es promover el apadrinamiento de estos niños y de las familias con las que viven, una iniciativa del periodista Antonio Márquez. De hecho, este año, una familia cordobesa ha pagado ya el alquiler de un año para que una niña, Edith, viva en una casa cerca de su escuela «y no tenga que caminar por caminos de tierra siete kilómetros de ida y de vuelta». Los sueños de Iván se hacen realidad.