La operación Shovel ha quedado reducida a la investigación de cinco delitos de falsedad documental y uno de tenencia ilícita de armas, pero sigue estando muy lejos de ser un caso más en la Costa del Sol. Pocas diferencias hay entre el guión de una película de gánsteres y la hemeroteca de un caso que arrancó con el asesinato a tiros de Paddy Doyle en Estepona en 2008. Este crimen, al que siguió el de Richard Keogh en Benalmádena un año después, puso a la Policía Nacional sobre la pista de unos irlandeses que no contaban con una gran reputación en su país. Apenas dos años después, en mayo de 2010, Shovel estalló en España, Irlanda y Reino Unido con más de 30 detenidos, la mayoría en Estepona, Marbella y Fuengirola. Hubo más de cien registros en casas, despachos de abogados y establecimientos de los tres países. En nuestro país se bloquearon 60 propiedades y un gran número de vehículos de alta gama, aunque el rompecabezas se encontraba en el entramado empresarial. La policía analizó 200 mercantiles ante la sospecha de que el dinero sucio se estuviera blanqueando en el sector inmobiliario de la Costa del Sol y otros puntos del planeta. Sólo en Brasil, la investigación reveló que la red tenía seis complejos residenciales valorados en 500 millones de euros. El padrino irlandés y sus más allegados ingresaron en prisión, pero no tardaron en salir bajo fianza y con el compromiso de presentarse en los juzgados de vez en cuando. Siempre cumplieron.

Lejos de mantener un perfil bajo, el ruido no cesó en el entorno de los Kinahan. Como grandes aficionados al boxeo y al dinero que gira alrededor del ring, los investigadores siempre consideraron que la familia estaba detrás del gimnasio de Puerto Banús donde entrenaban boxeadores a los que representaban. En agosto de 2014, Jamie Moore, un excampeón británico y de Europa del peso medio que estaba en Marbella para entrenar a un púgil, recibió dos tiros cuando salía de casa de sus jefes en Estepona. Un año después, también en agosto, un irlandés fue ejecutado a tiros por dos encapuchados en un pub de Elviria, en Marbella. Era Gerard Hatchet Kavanagh, padre de una promesa del cuadrilátero representada por los Kinahan. Apenas un mes después, Gary Hutch, un excolaborador de Daniel Kinahan, fue liquidado en el jardín de su urbanización de Mijas por un compatriota que ya cumple condena por el crimen. Gary y su amigo Freddie Thompson, ambos en el sumario de Shovel, acompañaban a Paddy Doyle cuando fue asesinado en Estepona. La muerte del sobrino de Gerry Hutch, un histórico atracador irlandés conocido como El monje, desencadenó la guerra entre ambos clanes en Dublín. Las autoridades irlandesas dan por hecho que el demencial asalto con kalashnikov al hotel Regency en febrero de 2016 en el que murió un hombre de confianza de Daniel fue perpetrado por el entorno de Hutch. El incidente se produjo durante el pesaje del combate que al día siguiente iban a celebrar el portugués Joao Bento y el irlandés Jamie Kavanagh, el hijo de Hatchet. La velada se suspendió por motivos de seguridad y hasta provocó que la Boxing Union of Ireland y las autoridades irlandesas impidieran que MTK, la firma de Marbella relacionada con los Kinahan, promoviera combates en su país durante un tiempo. Pero no evitó una espiral de violencia en las calles de Dublín en la que murió una docena de personas en unos meses. Freddie Thompson cumple condena en Irlanda por uno de esos asesinatos. Lejos del hampa, hace unos meses se supo que Daniel Kinahan es uno de los promotores del doble combate que Tyson Fury y Anthony Joshua protagonizarán en 2021 y que ya ha sido bautizado como la pelea del siglo.