Nuevo directo de derecha para la investigación contra la presunta trama mafiosa irlandesa asentada en la Costa del Sol. La operación Shovel, que estalló hace más de diez años para señalar a la familia Kinahan como la cúspide de un imperio económico basado en el tráfico de armas, el narcotráfico, el blanqueo de capitales y la asociación ilícita, ha sufrido un nuevo revés judicial tras descartar el juez de Estepona que lleva el caso los dos últimos delitos, ya que los anteriores fueron desestimados hace seis años. El instructor ha decretado ahora el sobreseimiento provisional de las dos infracciones penales más graves que todavía coleaban para casi 30 personas, incluidos Christopher Kinahan y sus dos hijos. Mantiene, eso sí, la investigación por dos delitos de falsedad documental sobre el cabeza de familia, cargo que comparte con otros tres hombres, y otro de tenencia ilícita de armas para una quinta persona que fue sorprendida en su casa de Benahavís con una pistola Glock 19 con el número de serie borrado.

Contra el primero, conocido en su país como El padrino irlandés, el instructor solo cree que hay indicios de que el 30 de abril de 2010 usó un pasaporte inglés falso a nombre de Michael Leslie Swift para volar desde Madrid a Río de Janeiro. La investigación mantiene que utilizó este documento para reservar el billete de avión, obtener la tarjeta de embarque y pasar el control policial antes de acceder al vuelo.

La causa también se mantiene contra tres colaboradores de la familia por el mismo delito. A uno de ellos se le investiga porque el 20 de mayo de 2010 fue sorprendido con un Mercedes C180 que portaba placas de matrícula falsas. Los otros dos, por su parte, fueron identificados casi un mes después de la operación estallara cerca del túnel que hay entre la Urbanización La Alquería y la carretera de Montemayor-Marbella Club, donde minutos después fue hallada entre la maleza una fiambrera envuelta en cinta americana y en cuyo interior había un pasaporte irlandés a nombre de Thomas Richard Hasset con la fotografía de Christopher Kinahan.

El auto judicial deja a los investigadores de la Policía Nacional con la miel en los labios al reconocer que «es evidente que existen fundadas sospechas» de que los investigados formaban parte de una trama para blanquear los fondos procedentes del tráfico de drogas y de armas, pero también reprocha con cierta dureza que las pesquisas no hayan logrado enlazar debidamente el blanqueo con los delitos precedentes, tal y como exige la doctrina del Tribunal Supremo.