La biblioteca del abuelo y del padre de Joaquín Palmerola nutrieron desde pequeño a este malagueño de 71 años nacido en Barcelona. Los libros de Julio Verne le fascinaron y por eso a los 16 años -uno más que el famoso 'capitán de quince años'- decidió dejar los estudios y entrar en el mundo editorial; primero en Plaza & Janés de calle Císter y luego en Planeta, que se mudó de Armengual de la Mota a Carretería, donde trabajó hasta los 24.

Esto explica, entre otras cosas, el cartel de Planeta de la primera Feria del Libro de Málaga, de 1970, en el que un jovencísimo Joaquín Palmerola invitaba a comprar un libro.

Por cierto que mientras trabajaba en esta última editorial conoció al 'gran jefe', a José Manuel Lara, «un hombre muy vivaracho y echado para adelante que sabía más de negocios que de libros», recuerda.

Con este bagaje, el escritor malagueño, antiguo colaborador de Radio Popular de Málaga y autor en 2011 de un libro sobre Málaga y la radio, ha querido recopilar todos los saberes e historias librescas relacionadas con la capital para su nuevo libro, 'Málaga y los libros. Metamorfosis de la ciudad que fue bravía', que acaba de publicar en Ediciones del Genal, con la portada de Agustín Casado.

«Quería rendir un pequeño homenaje, modestísimo, al mundo del libro en general», cuenta esta semana.

Libreros, librerías, escritores, lectores, distribuidores, instituciones, ferias del libro, editoriales y bibliotecas desfilan por estas páginas, que comienzan desvelando algo que no todo el mundo conoce: El famoso ripio «Málaga, ciudad bravía,/ que, entre antiguas y modernas,/ tiene doscientas tabernas/ y una sola librería» parte en realidad de unos versos de Luis de Góngora dedicados a su Córdoba natal.

«De los versos de Góngora se extrapoló a otros sitios, pero parece que Málaga fue la que se llevó el 'tirón' más grande», explica.

La obra se detiene en el panorama socioeconómico de una ciudad que tuvo altos grados de analfabetismo y que se arrimaba al alcohol con mucha más querencia que a un libro.

Como detalla Joaquín Palmerola, la primera librería se abrió en Málaga en la primera mitad del siglo XVIII y estaba en la actual plaza de la Constitución, esquina con la desaparecida calle Siete revueltas. El establecimiento, propiedad de Luis de Carreras, era más imprenta que librería, pero dio cobijo a una tertulia literaria. De 1742 es el primer libro que imprimió.

A lo largo del Siglo de las Luces abrieron dos librerías más, la de Francisco Martínez Aguilar en calle Nueva y la de Félix de Casas y Martínez en calle San Sebastián (hoy Compañía).

La obra recoge además la visita de un insigne de las letras universales como don Ramón del Valle-Inclán, que en octubre de 1926 se encontraba en Málaga para impartir una conferencia y aprovechó para curiosear novedades en el escaparate de la Librería Rivas,en el número 2 de calle Larios.

En el libro tienen un hueco especial dos históricas librerías ya desaparecidas y muy apreciadas por el escritor, la primera de ellas La Ibérica, que estaba en calle Nueva, por cuya tertulia pasaron el mencionado Valle-Inclán, pero también Menéndez Pidal, Manuel de Falla, Pío Baroja, Andrés Segovia, Gregorio Marañón, Juan Belmonte y Julio Romero de Torres.

La segunda de ellas, la Librería Denis, que ofreció sus libros a los malagueños de 1951 a 2001. A propósito de su cierre, el autor destaca estas palabras del historiador Michel de Certeau: «Una ciudad respira si hay en ella espacios para la palabra».

Pero además, recupera la corta pero intensa historia de la Librería Picasso, en la plaza de la Merced, que acompañó a los lectores de la Transición, pues estuvo abierta de 1975 a 1981. Como recuerda en la obra el librero Juan Manuel Vicente Soler, por el establecimiento pasaron en esos años personajes como Santiago Carrillo, Rafael Alberti, Ramón Tamames e incluso Paloma Picasso, la hija del artista.

También dedica un extenso capítulo a Plaza & Janés, que tenía la sede en calle Císter y era la central de Andalucía Oriental. Al hilo de esta famosa editorial, Joaquín Palmerola recuerda para La Opinión la figura de Ricardo Martín Béjar, «un malagueño que había sido jefe nacional de ventas en Barcelona» y que insufló al equipo de vendedores técnicas modernas».

Objetivo: los buenos lectores

«Salíamos preparados, después de estudiar en profundidad a los autores y en lugar de ir casa por casa tocando la puerta, teníamos un sistema de marketing por el que pedíamos referencias de personas que leyeran en Málaga», cuenta.

Una de esas grandes lectoras era Marita Monserrate, recuerda, que tenía el Bazar del Fumador en calle Larios. Cuando se dirigió a visitarla, se encontró en la tienda con una íntima amiga de la propietaria, Ángeles Rubio-Argüelles. «Le eché valor, a mis 16 años y me citó en su casa, frente a la Fuente de Reding. Era una persona muy agradable, no recuerdo qué colección le vendí pero sí que me dijo que sería un buen actor, y fue así como entré en el Teatro ARA», comenta.

El repaso al mundo libresco en Málaga incluye una semblanza de Pepe Negrete, el famoso librero de calle Granada. «Le traté mucho, era un personaje entrañable que aunque no pudo desarrollar la librería que hubiera querido, tenía cierto sabor, con un pequeño museo donde archivaba las cosas de Málaga y mucha clientela en el barrio».

'Málaga y los libros' recoge además entrevistas a escritores como Enrique del Pino, agentes culturales como el ateneísta Salvador López Becerra o la entrevista publicada en 1983 en 'El Diario de la Costa del Sol' a Arturo Ferrer, el kiosquero de calle Larios.

La obra concluye con una 'cronología mínima' de escritores nacidos en Málaga o vinculados a la ciudad, que comienza con Salomón Ibn Gabirol, nacido en el 1021, y concluye con el poeta malagueño Jesús Baena Criado, de la cosecha de 1992.

Cuando a Joaquín Palmerola se le pregunta por los libros digitales, responde que no es partidario de ellos ni tampoco de la compra de libros a través de Amazon. La causa: «Tenemos unas librerías con personas dedicadas al mundo de la cultura en Málaga y debemos procurar el mantenimiento de esas empresas».

A su juicio, «Málaga tiene una deuda moral con la cultura y está obligada a un tratamiento mucho más cercano y amistoso con ella». A este respecto, propone que la Feria del Libro reciba «un reciclaje en profundidad y tratarla con mucho más cariño e imaginación porque aquí podríamos hacer una feria espectacular».

Con 'Málaga y los libros', Joaquín Palmerola quiere que, al igual que en una obra de teatro, «se rompa la cuarta pared y la gente pueda tener acceso a los protagonistas del mundo de la cultura».