Pese a que la crisis sanitaria del coronavirus arroja cada día datos de nuevos infectados con Covid-19 o de ingresos en UCI de todo el país, muchos parecen no haberse dado cuenta de la gravedad de la situación y del hecho de que muchas de las antiguas prácticas que tenía parte de la sociedad son hoy potencialmente peligrosas y contribuyen a la transmisión comunitaria esta enfermedad. Ello, ocurre, por ejemplo, con el uso de cachimbas. Recuerden que el pasado 29 de julio de 2020, el Gobierno andaluz emitió una orden por la que se prohibía el uso de dispositivos de inhalación de tabaco, pipas de agua, cachimbas o asimilados en los locales de entretenimiento, ocio, hostelería, restauración, discotecas y otros establecimientos abiertos al público. Así, en los meses de agosto, septiembre y hasta el 21 de octubre, la Policía Local de la capital ha denunciando a un total de 164 establecimientos hosteleros, de entretenimiento, restauración o de ocio nocturno por fumar con una cachimba. Ello indica que el número de denuncias interpuestas se ha disparado.

El Ayuntamiento de Málaga, de hecho, lleva luchando meses contra el uso de la cachimba, sobre todo por parte de los más jóvenes. En este sentido, cabe recordar que ya a principios de junio el Consistorio estaba estudiando una regulación más restrictiva para estos aparatos. Según la Policía Local y el Servicio Municipal de Sanidad, departamentos que cita Europa Press en una información del 9 de junio de 2020, «el uso de cachimbas hace aumentar de forma considerable el riesgo de transmisión de la Covid-19 y agentes infecciosos a través de la manguera para fumar, incluso aunque se utilicen varias boquillas».

En dos semanas, la última de mayo y la primera de junio, la Policía Local levantó actas de denuncia por emplear cachimbas a 18 establecimientos, aunque entonces se aplicaba la orden 399/2020 del Gobierno central, que dispone que se tendrán que eliminar productos de autoservicio como servilleteros, palilleros, vinagreras, aceiteras y otros utensilios similares, priorizando monodosis desechables o su servicio en otros formatos bajo petición del cliente.

Así, las cachimbas, en relación a esa legislación, se consideran elementos de uso común, claramente de autoservicio, y por lo tanto se impide su uso, ya que, entre otros aspectos, no puede garantizarse su adecuada desinfección. Luego, la Junta de Andalucía las prohibió expresamente, aunque el Consistorio ya empleaba una interpretación restrictiva de los textos normativos existentes.

De cualquier forma, antes de que comenzaran los problemas con el uso de cachimbas tras prohibirse en el marco de la regulación contra el coronavirus, las autoridades habían comenzado a atacar su uso por parte de los más jóvenes. El pasado 24 de agosto, el concejal de Juventud, Educación y del Distrito de Carretera de Cádiz, Luis Verde, presentó una campaña en la que se pedía a los jóvenes que «pasen de la cachimba», con el lema: «No te enganches, pasa de la cachimba».

Entonces, Verde explicó que esta acción, que va dirigida a adolescentes, jóvenes, padres y madres, «tiene como objetivo principal informar de que fumar cachimba es igual o más perjudicial para la salud que el consumo de tabaco, ya que su uso durante una hora equivale a fumar 20 cigarrillos, además de que se absorbe gran cantidad de nicotina por lo que la dependencia que se establece es mayor».

Adicción

Así, la Agrupación de desarrollo de adicciones a la que pertenece el Ayuntamiento, a través del Área de Derechos Sociales, y las entidades que trabajan en la materia, advierten de que al fumar cachimba el humo que se respira no es vapor de agua, sino que contiene partículas de tabaco y carbón, es decir, contiene nicotina y otros compuestos adictivos difíciles de conocer por el insuficiente etiquetado que frecuentemente presenta el tabaco utilizado para cachimba. «Usar cachimba no es más sano que fumar tabaco convencional, y entre las consecuencias de hacerlo están perjuicios para el corazón, disminución de la capacidad física, aumento del riesgo de padecer enfermedad cardiovascular y duplicar el riesgo de padecer cáncer», dice la agrupación.

Verde, de hecho, asegura que hasta el pasado 24 de agosto se habían puesto un total de 100 multas por consumo y uso indebido de cachimbas (antes de su prohibición, estaba afectada por la normativa anticovid del Gobierno central, aunque mucho antes la utilización de estos elementos se atenía a las disposiciones de la Ley Antitabaco, que ya establecía algunas restricciones).

Fumar en la calle

Por otro lado, 361 malagueños fueron sancionados en agosto, septiembre y la primera semana de octubre por fumar en la calle o en espacios al aire libre cuando no se puede respetar la distancia mínima interpersonal. Esta fue, en su día, una de las medidas más polémicas tomadas para luchar contra la pandemia, aunque ahora parece que no es discutida por casi nadie.