Enrique Sánchez Rivas acaba de recibir el Premio al Profesorado que entrega la Universidad de Málaga en cada facultad, por su trabajo en el grado de Pedagogía de la Facultad de Ciencias de la Educación donde imparte la asignatura Educación para el Empleo en tercero. Tras esta «inyección de ánimo» para comenzar el curso, reflexiona sobre el presente y futuro de la docencia y da las claves de sus clases: conectar con los alumnos e innovar siempre.

¿Cómo afrontó el curso pasado, con la irrupción del coronavirus, y cómo se plantea éste?

El curso pasado tuve que transformar todo lo que tenía preparado en presencial para hacerlo de manera telemática. Trataba de aprovechar lo bueno que tenía el confinamiento, que es tener a las familias junto a los alumnos y con mucho interés por la docencia universitaria, así que las implicaba en la docencia. Pero, sobre todo, intenté hacer actividades que fueran consecuentes con el momento. No sobrecargar a los alumnos, dadas las muchas preocupaciones por la situación que estábamos viviendo. Se trata de ser empático, de hacer actividades interesantes y que aporten y ayuden también a sobrellevar la situación. En la organización de las clases, tanto online como presenciales, si son tres horas intento no hablar más de una hora. El resto hago dinámicas de grupo, y en el caso del online también me he adaptado para hacerlas con salas de Google Meet. Intento dinamizar las clases y que no sean aburridas.

¿Cómo está afectando a la docencia la pandemia?

La parte positiva es que estamos poniéndonos las pilas en una asignatura pendiente que era la tecnología. Estamos aprendiendo muchísimo de tecnología, tanto los profesores como el alumnado. Y la parte negativa es que nos estamos perdiendo todo lo que tiene de bueno el presencial, el contacto humano. Establecer el vínculo con los alumnos es muy importante, la conexión humana. Hacerlo a través de un pantalla es muy difícil. Esa es mi principal preocupación. Yo lo que trato es de establecer con los alumnos una relación estrecha, basada en la confianza, en la horizontalidad, en el 'yo estoy aquí para ayudarte a que aprendas y no para enseñarte'. Y desde ese punto de vista la parte presencial lo que te da es ese vínculo necesario. En la Universidad de Málaga este curso hay una modalidad mixta, semipresencial, y a mí eso me viene muy bien, porque me da ese contacto y ya después, como he aprendido a manejarme en lo virtual, puedo saltar a lo telemático sin problema.

En un momento tan complicado acaba de recibir un premio como docente, ¿cómo lo valora?

Los premios en general son una inyección de ánimo, un reconocimiento. La UMA está apostando por un cambio metodológico. Ya no vale 'me subo a una tarima, doy una charla y tú coges apuntes'. Y la UMA está reconociendo a aquellos que estamos haciendo algo diferente. A nivel personal, este premio supone una gran confianza y mucho ánimo, porque lo fácil es coger unos apuntes, ponerte frente a los alumnos y dictarlos. Lo difícil es comerte la cabeza para que las clases sean divertidas, amenas, que la gente se lo pase bien y al mismo tiempo aprenda. Este reconocimiento me sirve para seguir trabajando con ilusión.

¿Qué cree que es lo más importante para ser un buen docente?

Para mí es fundamental la relación con el alumnado. Si no eres capaz de establecer una conexión, el alumnado no va a aprender nada de ti. No aprendemos de las personas que no nos gustan. Y yo trabajo en esa línea. Me baso en la teoría de la coasociación. Nosotros establecemos un pacto con el alumnado. El tradicional es 'yo vengo aquí a enseñar y tú vienes a aprender'. Y eso coloca al profesor en una situación de superioridad. Lo que yo intento es cambiar ese pacto y les propongo otro: 'tú estás aquí para aprender y yo estoy aquí para ayudarte a que aprendas'. Desde ese punto de vista estamos en una situación más horizontal. En la pedagogía de la coasociación somos socios en el proceso enseñanza-aprendizaje. Más que clases magistrales, lo que yo organizo son situaciones de enseñanza-aprendizaje. Por ejemplo, la evaluación es compartida. En cuanto a los contenidos, hay un currículum, pero si eso no está conectado a los intereses y a las necesidades del alumnado va a ser muy poco significativo.

¿Qué peso deben tener la innovación y la tecnología en en aula?

La innovación para mí es clave. Todo lo que hagas que cambie el método tradicional va a ser innovador. Todos los cambios que motiven al alumnado, que hagan las clases más dinámicas, que a ti te cambie el rol docente... A veces también innovo por mí. ¡Imagínate lo que sería hacer todos los años lo mismo! También las tecnologías son muy importantes. Yo conecto con mis alumnos por redes sociales, por WhatsApp ,y los apuntes se los pongo en mi blog: Pedagogía 350. El título se refiere a 350 palabras. Me obligo a darles apuntes que no pasen de las 350 palabras.

¿Es la formación continua otra de las claves para que tengamos un buen profesorado?

Sin duda, la formación en la carrera docente, da igual el nivel, tiene que estar presente a lo largo de toda la vida. Además, una formación entre iguales. El aprendizaje entre personas que están en el mismo lugar que tú, que han hecho un experimento, han probado algo en el aula, les ha funcionado y te cuentan esa experiencia, no para que tú la apliques, sino para que la adaptes o te inspires. Ese tipo de formación es clave. Y eso en la universidad es algo que falta. Sí lo hacemos mucho en Primaria y Secundaria. Desde el CEP apostamos por ese tipo de formación, aquí los ponentes son todos profes. Pero la Universidad apuesta mucho por los congresos con expertos, que está muy bien, pero creo que al final no tiene un impacto directo sobre el aula.

En su blog destaca esta frase de John Dewey: «Si enseñamos a los alumnos de hoy como enseñábamos ayer, les estamos robando el mañana.

La subrayo porque si te paras a mirar una clase te das cuenta de que realmente en una clase tradicional de hoy en día hay muy poco cambio respecto a una del siglo XIX. El cambio que vas a ver es fundamentalmente la pizarra digital. Pero hay una persona que está ahí transmitiendo un contenido y otras que están escuchando... Pero si enseñamos hoy a los niños de esta manera les estamos preparando para un mundo que ya no existe, el del siglo XIX. Ese planteamiento del sistema educativo estaba basado en la Revolución Industrial, en formar a operarios para las fábricas. Ahora lo que se valora en las empresas tiene que ver con la gestión de equipos, con la creatividad, con la capacidad de resolver problemas. Es prepararlos también para la incertidumbre, para un mundo que no sabemos cómo va a ser. Para contestar a preguntas que no tenemos, la creatividad, el ser empático, las capacidades emocionales... van a ser fundamentales. Ten en cuenta que el conocimiento que les estamos dando ahora, posiblemente caduque en breve. Esas otras competencias personales no caducan.

Un consejo para sus alumnos.

Les diría que no les estoy enseñando este método para que lo apliquen, lo que quiero es que tengan distintas herramientas. Si tienes herramientas, puedes elegir en cualquier momento entre diferentes opciones. Abraham Maslow decía «si tu única herramienta es un martillo, vas a ver clavos por todos lados». Mi consejo es que su única herramienta no sea un martillo, sino que tengas más.